Capítulo 20

411 100 3
                                    

–¿Piensas quedarte más tiempo aquí? –inquirió Gaspard, quien había estado ocupando una forja de manera temporal, hasta que el herrero volviera. Heath había decidido ayudarlo ese día.

–Sí.

–¿Por qué? Pensé que ya sabías quién eras –hizo un ademán, como recordando al día de su boda. Heath sonrió–. Un lord, nada menos.

–Solo Heath –pidió él.

–No iba a cambiar mi manera de dirigirme a ti, muchacho, solo lo recordaba, pues sigues siendo mi aprendiz.

Heath rió de buena gana y continuó ayudando al hombre mayor.

–¿Y tú, Gaspard? ¿Te quedarás más tiempo aquí?

–Posiblemente. No tengo nada que me ate a Flumen –se encogió de hombros–; aunque, admito, extraño mi lugar propio.

–Eso lo entiendo –admitió Heath, un tanto nostálgico de Savoir.

–¿Cuándo volverás?

–Pronto... espero.

–Ah, esperas noticias.

–Eso creo.

–Cuanto misterio –se quejó.

–La verdad yo tampoco sé bien qué hacer.

–¿Estás buscando maneras de volver?

–Sí. Una que sea segura.

–¿Por tu nueva familia?

Heath asintió, pensando que, en verdad, había ganado una familia. No solo una esposa, sino una cuñada a la que adoraba y esperaba poder ayudar a cumplir su sueño de ser una sanadora. Eran su nueva familia, parte también de Savoir. Esperaba que eso fuera lo que desearan, temía un poco arrancarlas de su lugar, pero, la idea de partir sin ellas era impensable.

Las hermanas Leroux le habían abierto las puertas de su hogar y lo habían salvado. Él, aún si no amara a Genevieve como lo hacía, jamás las habría dejado atrás.

–Me alegra saber que te tienen –soltó el anciano en un suspiro– no es una buena época para un par de mujeres jóvenes y solas.

–La guerra ha sido terrible. Un duro golpe para todos, pero especialmente para las tierras de Artem, ustedes, por lo que he podido ver.

–Sí. La falta de una guardia de verdad es una notoria desventaja ante el resto de territorios del reino.

–Ahora lo veo. Parecía tener sentido que la tierra de las artes cultivara la paz, con una guardia reducida, meramente nominal, pero eso solo ha logrado que se encuentren reclutando jóvenes inexpertos para la lucha. No tiene sentido.

–Pareces saber mucho de Artem... supongo que es normal por tu origen –dijo pensativo Gaspard– ¿o algo más te vincula a estas tierras?

–Nuestras familias han sido cercanas durante generaciones. Los Saint-Clair, regentes de Artem, y nosotros los Drummmond.

–Vaya.

Con esa última palabra, continuaron trabajando en amistoso silencio, por varios minutos, lo que dio tiempo a que Heath reflexionara sobre lo que debía hacer, no solo el momento de su partida a Savoir, sino lo que debería hacer una vez estuviera ahí. Cómo solucionaría de la mejor manera su situación con la prometida de su niñez, lady Soleil de Grianmhar, sin que el hermano mayor de ella lo matara antes de que tuviera oportunidad de explicar lo sucedido.


***


–¿Un hombre alto, dice? –inquirió por tercera vez la mujer mayor, sin mirarlos demasiado. Kyan bufó por lo bajo, un tanto exasperado, pero Ashton se limitó a sonreír, divertido.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora