Capítulo 33

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**Tras una ausencia involuntaria (falta de inspiración y tiempo), aquí un nuevo capítulo...**


Genevieve recorría el camino hasta el jardín, donde estaba segura encontraría a su hermana menor. Las clases habían terminado hacía un par de horas, por lo que solía tomar ese tiempo libre para recorrer el castillo que ahora era su hogar y familiarizarse aún más con quienes lo habitaban; pero no aquel día, esa tarde, lo que la llamaba era el tentador cielo despejado que había observado a través de la ventana, con un luminoso sol brindando calidez a una banca que se encontraba en un rincón del jardín. Era un lugar perfecto para leer. Y, si podía curiosear en los avances de Gisele en su clasificación de hierbas medicinales, mucho mejor.

No es que estuviera especialmente preocupada por su hermana, de hecho, por primera vez en muchos años, podía estar tranquila, sabiendo que, en cualquier lugar en que ella se encontrara, estaba segura.

Pero... aún así, no podía no preocuparse. La costumbre era fuerte y...

Cuando dio su último paso en el jardín, no halló a su hermana en el lugar en que acostumbraba a estar. Ni alrededor... ¿pero qué...?

Frunció el ceño, levemente extrañada y observó una vez más a su alrededor. ¡Ahí estaba Gisele, en el lugar en que ella había pensado ocupar con su libro!

–¿Gisele? –inquirió cuando estuvo cerca, notando que, en verdad, su hermana había estado leyendo algo–. ¿Estás leyendo en el jardín? –soltó, apuntando lo evidente.

–Sí, Genevieve, es lo que hago... ¿por qué? ¿Es inusual? –dijo, divertida.

–¿Inusual? Imposible, dirás. Si estás al aire libre y si alguien no te está supervisando por una tarea pendiente, no sería algo que elegirías hacer.

–Lo sé, pero esto es diferente –exclamó, agitando la hoja frente a los ojos de su hermana.

–¿Qué lo hace diferente? –preguntó, curiosa.

–Es una carta –se encogió de hombros antes de añadir, con estudiada despreocupación– De Flumen.

–¡¿De Flumen?! Oh, ¿de quién es? ¿qué dicen? ¿Cómo se encuentran? ¿Y Gaspard? ¿Y su familia? ¿Y Edith? Quería tanto escribirles, pero no sabía si sería conveniente hacerlo todavía...

–Bueno, yo no tuve tus escrúpulos –Gisele entrecerró sus ojos–; además, necesitaba consultar algo y prefería que fuera una persona de confianza como Edith.

–¿Algo? ¿Sobre qué? –Genevieve la miró con temor–. ¿Te sientes mal? ¿Te pasa algo? ¿Estás enferma? ¿Por qué...?

–Genevieve, no –alargó la mano hasta la de su hermana e hizo que se sentara a su lado–. No es sobre mí. Sino... sobre alguien más.

–¿Alguien más?

–Sí –Gisele suspiró–. Quería consultarle sobre Weston.

–¿Sobre Weston? –Genevieve dijo, aunque mientras lo pronunciaba entendió–. Ah.

–Sí. Pensé que quizá... pero no, Edith tampoco tiene nuevas ideas, solo las que ya he considerado –gruñó, frustrada–. En serio quiero ayudarlo, hermana.

–Lo sé, Gisele, lo sé. ¿Quién no querría? –suspiró Genevieve–. Pero quizá, si tienes paciencia y...

–Ya lo sé, pero no la tengo y quizá no haya tiempo para ello –cruzó sus brazos, con terquedad–. De todas maneras, sé que hay una forma. Y que, la descubriremos.

–Sí, lo haremos –confirmó Genevieve con más confianza de la que sentía–. ¿Y hay noticias de Flumen? ¿Buenas o malas? –inquirió, ante el asentimiento de su hermana.

Una oportunidad (Drummond #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora