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Cada letra escrita aquí es de mi completa autoría. Espero que lo disfrutes y recuerdes que esto no es más que ficción.


Solo la belleza y una cuenta llena en el banco tienen derecho a ser comparadas. No importa si eres feo, solo debes ser rico y tu vida tendrá valor, no importa si eres pobre, solo debes nacer con una belleza extraordinaria y serás elegido cuál ganado para una mejor vida o algo por el estilo.

Las nubes naranja se iban tornando moradas y luego azules hasta que una gran manta de oscuridad cubrió el cielo, aunque la humedad del ambiente no se había desvanecido. Un escalofrío recorrió la piel de la espalda del pelirosa cuando una ráfaga de viento lo atacó por detrás.

—Mierda.—exclamó tomando su cajetilla de cigarros del bolsillo para elegir al afortunado que sería encendido esta vez.

Con una audaz destreza logró prenderlo aun si el clima no se comportaba de forma estable.

Su sweater color beige abrigaba aquellos rincones que su abrigo largo no lograba cubrir. Acomodó una de sus manos en el bolsillo y continuó con su viaje hasta el bar del que muchos amigos/colegas le habían hablado.

—Es un gran ambiente.— reconoció observando un video corto que grabó su amigo para convencerlo y Taehyung asintió frenéticamente mientras Jimin se rehusaba a ir de todas formas, pero la curiosidad le ganó y con el invierno tentando a su sistema inmune, tomó la oportunidad para conocer el lugar y salvarse de una muerte por hipotermia.

—Necesito algo que me caliente el cuerpo.—pidió al barista sentándose apresuradamente mientras juntaba sus congeladas manos en un intento de brindarse calor.

—Mi cuerpo está lo suficiente caliente.—soltó su propuesta al aire con una ceja elevada, tomándose el tiempo de observar las pocas partes de piel que Jimin tenía expuestas, como su cuello.

—Prefiero morir congelado, vengo por un trago por si no te ha quedado claro.—sentenció con un evidente fastidio en el tono de su voz. El hombre abrió la boca para refutar lo que este le había mencionado, como si pudiese saber lo que pensaba, Jimin volvió a hablar.—No, ni con cinco de tus salarios pagas mi tarifa, solo dame el trago más fuerte que tengas y evítate la pena de quedar en ridículo.

El hombre avergonzado no dijo más y fue a buscar un trago lo suficiente cargado como para que el pelirosa termine en el suelo.

El azúcar de cono que había puesto encima de una pinza sobre su copa se iba fundiendo gracias al fuego azul y pasaba por las perforaciones de la misma, cayendo en forma de gotas dentro de la copa con el vino y las especias, lo que proporcionaban un aroma espectacular.

—Feuerzangenbowle.—dijo observando el show de colores.—Tiene Stroh, ¿cierto?—el barista asintió.—No pensé que ofrecieran este tipo de cocteles, imagino que el ron no solo cumple la función de encender el fuego.—Nuevamente asintió.

—Es todo suyo, cerramos a las 6 a.m. No lo pruebe sin antes buscar un alma decadente que lo lleve devuelta a casa.—Los ojos desafiantes de Jimin ardieron más que la bebida que le habían servido con odio— ¿Tarjeta o efectivo?

—Tarjeta.—respondió deslizando su mano por los bolsillos de su pantalón buscando su cartera.—Y solo para que lo sepas, esto ya lo he probado varias veces y déjame decirte que siempre logro llegar a casa sin inconvenientes, puedes preparar tus manitos para servirme unos cuantos más.

El choque eléctrico que producían sus miradas podía observarse a kilómetros, no bastó ni media hora y el pelirosa ya había hecho un enemigo mortal.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora