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Jimin sospechaba que algo sucedía, Jungkook se comportaba extraño y recibía llamadas de un amigo que le dictaba instrucciones de como llegar a algún lugar y este se notaba muy interesado en el tema.

Le hizo unas cuantas interrogantes y respondió con la paz reflejada en su rostro, diciendo que se encontraría con un nuevo proveedor, por lo que un colega de oficio le estaba indicando la manera de llegar a su dirección y como convencerlo de trabajar con él. 

Materiales de calidad.

Buen precio.

Buenas referencias.

El pelirosa juraba que este había usado todo el abecedario alabando al nuevo proveedor, pero cuando se ofreció a acompañarlo, la respuesta fue no. Tampoco tenía demasiadas esperanzas y no había suficientes razones para desconfiar de él, su relación seguía siendo igual o mejor, más confianza, más complicidad, más sexo, incluso cuando el contacto físico no iba más allá, no se veía fastidiado ni aburrido de su compañía, conversaban amenamente en cada comida, pero estaba seguro de que escondía algo.

Tal vez sobre el chico que vino a visitarle en la ocasión anterior. ¿A qué se referiría con ese asunto tan importante del que dependía su futuro? 

—Si tan solo supiera quien es.—murmuró mordiéndose las uñas.

—¿Quién?—preguntó Jungkook acariciando su cabello, el mayor olvidó que permanecía recostado en su regazo.

—¡Oh! Un personaje de una serie que estoy viendo con Taehyung, mi amigo.—Por primera vez lo mencionó en una conversación.

—¿Él trabaja haciendo lo mismo que tú?—Solo se trataba de curiosidad, pero Jimin podía interpretarlo a su manera.

—¿Te interesa?—cuestionó repentinamente enojado.—De una buena vez te digo que no voy a traerlo aquí para satisfacer alguna de tus retorcidas fantasías sexuales, nuestra condición no nos encasilla ni merecemos ser tratados como muñecas inflables a disposición de nadie durante veinticuatro horas, los siete días a la semana.—Terminó de decir cayendo en cuenta de que quizás exageró.

—¿Alguna vez te he tratado como objeto sexual, Jimin?—El contrario negó.—¿Mis fantasías sexuales son retorcidas? ¿Te he lastimado?—volvió a interrogar y este respondió con la misma acción.—Entonces, no entiendo a que te refieres. Si hay algo que te haga sentir incómodo, debes decírmelo.

—Lo siento, creo que me excedí en especular.

—Se que la situación puede ser un tanto complicada, pero mi pregunta fue sola y exclusivamente por curiosidad. Jamás me hablas demasiado sobre tus amigos o compañeros, por lo que pensé que talvez preguntando podía saber un poco más sobre tu entorno.

Jimin se sintió regañado, aunque no se podía proclamar inocente. Últimamente, pensaba demasiado en cada palabra que saliera de la boca de Jungkook, buscaba ser su centro de atención. Quería que todo a su alrededor perdiera sentido, como la primera vez que se refugió entre sus sabanas.

Él no contestó llamadas ni hizo más que admirarlo, se reprendía al notar que sus pensamientos se iban por el lado equivocado.

—Él te sigue tratando bien, te presta atención. Te cuida y te desea.—Se repetía una y otra vez.

Nunca pasaron más de dos noches juntos, se acostumbraron a sus encuentros fugaces y frenéticos que el no tener prisa era un sentimiento totalmente nuevo.

Ya sea por intuición o sospechas improbables, Jimin esperaba a que este se durmiera para poder hacerlo también.

La mañana del viernes Jungkook le pidió que lo espere en casa, se reuniría con el nuevo proveedor y demoraría como mínimo un par de horas, por lo que con pesar, aceptó diciendo que prepararía el almuerzo.

Luego de volver tendrían que ir al taller, así que, salió de casa con la promesa de que volvería lo más pronto posible.

—No tienes que preparar la comida.

—Sé hacerlo, no morirás.—bromeó el mayor.

—Confío en ti.—mencionó el pelinegro dejándole un beso en la frente.—Si no vuelvo, vende el taller y escapa lejos.

Jimin soltó una carcajada y golpeó su hombro.

—Si no vuelves te iré a buscar hasta debajo de las piedras, estás advertido.—amenazó besando sus labios.

Terminaron la charla pasivo-agresiva y entró a la casa cerrando la puerta con todos los seguros puestos en ella, caminó hacia la cocina encontrando algunas cosas para preparar el almuerzo, se dispuso a comenzar con sus labores, pero la curiosidad le ganó por tres a cero.

—Solo daré un pequeño vistazo a sus cosas.—se dijo intentando excusarse.

Entró a la habitación y como si hubiese alguien más en la casa, cerró la puerta y fue directo a la mesa de noche que contenía cuatro cajones totalmente inexplorados para él.

—Bien, veamos que tienes aquí.

En el primer compartimento había el típico revoltijo de cosas necesarias e innecesarias donde la mayor parte de ello era basura.

En el segundo, documentos de compra y venta de repuestos, contratos, historiales médicos, certificados de estudios y todo lo que era necesario guardar.

Lo pensó un poco antes de revisar el tercero, tal vez estaba yendo demasiado lejos, pero no perdía nada, Jungkook no se enteraría, abrió el cajón encontrando solo una caja de metal con candando. La tomó y agitó en el aire entiendo que se trataba de dinero.

—Cualquier ladrón encontraría esto rápidamente.

Si es que no encontraba nada interesante en el cuarto compartimento, se había planteado revisar el closet, las personas siempre guardan secretos entre la ropa.

Para su sorpresa, logró encontrar algunas cosas que llamaron su atención. Álbumes de fotos y tres diarios completamente llenos, pero evitó tocarlos, leer alguno sería muy atrevido de su parte, pero ver fotos no estaba pensado por la ley ni tampoco era demasiado íntimo.

Todas las fotos fueron tomadas por cámaras instantáneas.

Jimin pudo notar el parecido entre Jungkook y su padre, un hombre con un gran porte, y su madre parecía ser una persona intrépida, aun cuando su tamaño era tan pequeño comparado con su compañero.

Fotos de un cachorro y muchas de cosas que seguramente le robaron el sueño en su niñez.

Algunas tenían escritas fechas o reseñas tratando de copiar el estilo de hace muchísimos años, cuando no existía tanta tecnología y las fotos solo podían ser tomadas con cámaras que necesitaban rollos que se revelaban en días después.

Una foto en específico lucía intacta, dos parejas, una eran los padres de Jungkook y a la otra jamás la había visto. Un hombre alto y una mujer esbelta de la mano de su hijo que a la vez tomaba la mano del pelinegro y todos sonreían alegres.

—Recuerdo de la cena con los Kim. Papá dice que es un acuerdo para poder asegurar nuestro futuro, pero yo realmente quiero casarme con Jin, es lindo.

Por la fecha, el pelirosa identificó que Jungkook tendría unos doce años y el chico dos o tres años más.

—Taehyung tenía razón, no busques algo que no quieres encontrar.—Rápidamente dejó todo en su lugar y salió a la cocina a tomar un vaso de agua.—Es una tontería, no creo que se vea obligado a cumplir una promesa de sus padres. Yo soy quien le interesa ahora, ese chico vino aquí y no hizo ningún escándalo al saber que Jungkook tenía a alguien más. Seguramente ya olvidaron que eso pasó.—se dijo intentando convencerse, pero las palabras del chico el día que irrumpió en la casa llegaron a su cabeza.

Si cumplía su promesa, Jimin quedaría en el aire, solo nuevamente, solo y destrozado.

¿Y qué podría hacer alguien como él para impedirlo? No tenía ni siquiera libertad, solo era un pasatiempo que tarde o temprano dejaría de ser relevante.

—¡Park Jimin no es vulnerable!—exclamó golpeando la mesa con el vaso.—Basta de tonterías.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora