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El cansancio mental de Jungkook era evidente, pensar en demasiadas cosas estaba matando sus neuronas, razón suficiente para que Hoseok comprara varias cervezas y lo invitara a una cena improvisada con mucha carne que compró sacando dinero de sus ahorros con la excusa de ser una buena causa y de merecerse el gusto.

—No aceptaré ningún tipo de negación como respuesta, sobre todo cuando el precio de la carne es tan elevado.

El menor resignado tomó asiento y la botella de soju para servirle a su amigo. No era bueno con el alcohol, así que, prefería embriagarlo y luego ir a dormir, pero nada sucedía como deseaba y terminó bebiendo dos copas que lo catapultaron dándole rienda suelta a su lengua.

—Nunca hablas de él, pero a veces siento que quieres salir corriendo a buscarlo.—bromeó Hoseok tanteando el terreno.

—Bueno, no hay mucho que decir. Jimin me dio dos cosas que yo jamás olvidaré.—comentó alzando el dedo índice.—La dicha de sentirme amado y el intenso dolor de ser desechado como una maldita servilleta sucia.—Terminó golpeando la mesa con el puño.—Aun así, creo que todo fue mi culpa. Fui codicioso con quien no debía, pero puedes comprenderme un poco ¿cierto? Fue un amor tan intenso que pude haber dado mi vida por él si me lo pedía y no sentirme satisfecho con respecto a mi entrega hacia él.—confesó sonriendo.—Si te soy sincero, vine a Busan buscando borrarlo de mi memoria, pero me está matando no poder saber si se encuentra bien, si necesita mi ayuda y así no me necesite, podría solo estar a su alrededor estorbando de cerca. Así de patético soy y creo estar enfermo porque no he olvidado ningún detalle suyo como si mi mente pudiese prescindir de nombre o mi ID, pero jamás de su existencia.

La intensidad con la que lo decía era suficiente para que su amigo creyera cada una de las palabras que decía.

—Que bueno que no era mucho.—rio y Jungkook imitó su acción con sarcasmo, recostando su cabeza en la mesa.—No pensé que fueras una persona tan entregada, creo que no se nota. Yo hubiese jurado que tus problemas eran por desinterés.

—Hice cosas que me condenarían, pero hablaré de eso.—Su cordura no se había perdido totalmente.—¿Le exigí mucho? No lo sé, pero lo entiendo un poco ahora que ha pasado el tiempo. Para él era terrible tener que atarme a una vida de esa manera. El precioso Jimin, con un brillo inconfundible, compartía cama cada noche con hombres que seguramente no amaba, pero recibía dinero suficiente para vivir mejor que otros dentro de ese lugar y yo era un pobre idiota que no podía ofrecerle más que lástima y por esa razón decidió que yo debía estar lejos de él, además de mi impulsividad de mierda que lejos de aportar en algo, solo le causaba problemas.—Sirvió un poco más en su copa y la vació directamente a su garganta.—Una vez, hace años, leí en una revista que muchos hombres perdían la cabeza después de pasar la noche con él. Yo diría que sus sabanas te hacen desangrar. Sus ojos bastan para dejarse cautivar, como un cazador natural te hace pensar que tu cama es su hogar y cuando menos lo esperas, él ha tomado todo de ti, no piensas en más que en volver a sus brazos y en lo bien que se siente complacerlo.

—Sabe hacer su trabajo, supongo. Actúa bien.—comentó el mayor pensando en lo difícil que debió ser para Jimin trabajar de esa manera.

—Yo diría que tiene un encanto natural. Jimin es la obsesión más grande que he tenido y no he podido borrar de mi memoria una sola de sus acciones. Estoy enfermo y no sé cuando deje de estarlo o si podré hacerlo.

Hoseok no dudaba que si esta fuese una conversación con un psicólogo, podría identificar comportamientos y pensamientos extraños en Jungkook, pero no era psicólogo ni su amigo había acudido a alguno para expresar opiniones negativas sobre su vida.

—¿No has pensado en ir a verlo? Tal vez solo para asegurarte de que se encuentra bien o algo por el estilo.—Jungkook abrió sus ojos y luego cerró con resignación.

—Imposible, no quiero torturarnos más. Seguramente está bien, las malas noticias corren rápido.—tomó un pedazo de carne con una pinza y se la llevó a la boca.

—Bueno, pero como te vas a enterar de las noticias si no ves TV o tomas tu teléfono para más que trabajo. Puedes mandarle un mensaje, no es necesario ir por él y así es más fácil para los dos.

Jungkook volvió a negarse.

—No y no insistas. Moriré por la incertidumbre, esa será mi penitencia. ¿Me ayudas a ir a mi habitación? Creo que no puedo caminar, cuando bebo me siento como una persona con parálisis.

—Eres un poco idiota. ¿Por qué te complicas así la vida?—preguntó el mayor tomándolo del brazo para ayudarlo a caminar.

—Porque si vuelvo a verlo, seguramente mi instinto despertará e insistiré para volver a ser lo sea que fuimos y será terrible. Entiendo su punto, no es libre y yo debo respetarlo porque, ni vendiendo cinco propiedades más que, en definitiva, no tengo, lograría comprarlo.

El mayor no entendía cómo, sintiendo tanto, Jungkook lograba verse tan despreocupado, pero solo fingía bien para evitar agobiarlo.

En la puerta cerrada de su habitación, cuando la necesidad se volvía insoportable, podía quejarse, podía llorar, podía soñar con un futuro en el que, por lo menos, pudiese admirarlo desde lejos y cuidar de él.

Se golpeó un par de veces en la pared, pero logró llegar con la ayuda de Hoseok.

—Puedes sentirte triste, no intentes evadir tu frustración o quedarás encerrado en un bucle de emociones negativas.—aconsejó antes de ir a su habitación.

Ni el alcohol en su sangre le permitió dormir esa noche, razón por la cual no hablaba con frecuencia de Jimin, él simplemente dejaba de vivir con normalidad al pensarlo.

Desea tenerlo a su lado, era demasiado codicioso de su parte y alejarse se había convertido en una tortura.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora