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El tratamiento le permitía mantenerse estable, pasaba los días sentado, observando la ventana de la habitación de hospital. No tenía rejillas y el sol en las mañanas llegaba a tocar el suelo, pero ni el brillante e imponente astro le animaron a levantarse de la cama.

—Tienes cita con el psicólogo. Ayúdame a levantarte, debemos llegar a tiempo.—pidió Taehyung y obedeció a lo que decía.

¿Qué podría hacer un psicólogo por él?
Sus palabras no sanarían su corazón inmediatamente.

—¿Cómo te sientes, Jimin?—preguntó el hombre observándolo a detalle.

—Estoy bien, pero me gustaría volver a mi habitación.

Esas palabras las repetía con cada doctor.

—Podríamos hablar de tu alimentación. ¿Estás comiendo? ¿Es difícil?—preguntó y el menor, suspiró con cansancio.

—Sí, puedo comer un poco. Taehyung puede venir a corroborar lo que digo.

El hombre rio y negó para luego apuntar algo en su libreta.

—Te creo. ¿Qué tal los medicamentos que te recetó el psiquiatra?

El rubio hizo una mueca.

—Solo me siento peor, la doctora dijo que si no eran buenos para mí, podría dejarlos por el momento y justamente hice eso.

Sinceramente, no entendía la necesidad de ser entrevistado dos veces por semana por un psicólogo si este tampoco podría ayudarlo. Entendía el problema de su inapetencia, deseaba sentirse mejor, quería volver a tener salud, pero pensar en que en cualquier momento tendría que volver con JoonSuk, solo hacía que perdiera las ganas de vivir.

Había días que sentía ganas de escapar, de arrancarse todos los conductos que tenía conectados, pero de nada serviría. Nadie esperaba su regreso afuera ni en el otro lado del mundo, prometió estar bien sabiendo que no podría hacerlo. Su frustración llegó a ser tan fuerte que sentía la necesidad de golpearse y castigarse por dejarlo ir, pero la cordura volvía a su lugar y se felicitaba por su decisión.

—Hiciste bien, has hecho algo que no muchos se atreven.—Observaba en el espejo a una persona que no lograba reconocer, alguien que parecía pedirle un descanso.

Entendía los esfuerzos de Taehyung por animarlo y mantenerlo con vida, pero cuando uno se desprende de su alma, solo desea dormir por mucho tiempo y tal vez no volver a despertar.

La maestra MiYoo habló de esto cuando él tenía once años, decía que el amor tiene dos caras opuestas que no pueden separarse porque están encadenadas entre sí. Puedes encontrar en este sentimiento más satisfacción que en una droga y es que los dos tienen mecanismos similares, el amor solo podían sentirlo aquellas personas fuertes porque este podría corroer como un ácido extremadamente peligroso y arrebatarte el aliento. 

Sonaba tan tétrico que por un tiempo pensó que aquellas personas que lo sentían estaban enfermas o tenían una especie de adicción. ¿Sufrir a voluntad? Definitivamente no.

Claro, luego comenzó a anhelarlo.

Quien diría que lo viviría en carne propia, aquello que comenzó como un primer paso hacia la libertad, terminó siendo su ruina y no tenía idea si quería salir del lodo o hundirse en su miseria.

Los días pasaron lentamente, cada noche se hacía asfixiante, soñaba con la despedida, con la discusión, con lo que pudo haber sido y con su realidad. Sin esperanzas, tomó una bocanada de aire mientras revolvía su plato de comida con una cuchara pequeña, casi todo lo que comía era de fácil masticación o con consistencia de papilla para evitar que su cuerpo rechazara el alimento, ya que, la primera vez que comió sólido no le fue tan bien y terminó por devolver todo en las sábanas.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora