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Dio pasos sin prisa siendo dirigido por un hombre de traje a un pasillo lleno de habitaciones con puertas y paredes color lila y nombres grabados en color cobre.

—Los nombres están escritos de acuerdo a la categoría, este piso es de los chicos con menor categoría. El siguiente solo tiene nombres en plata y al que vamos tiene menos habitaciones, pero todos los nombres están escritos en oro real. Es una hermosa decoración.—comentó emocionado.

—¿Cuántas con exactitud?—preguntó curioso.

—Ya que, es usted nuevo. Es mi deber informarle que ha tomado la noche del grandioso Park Jimin y él se ha preparado durante mucho tiempo para esta noche, su piel parece terciopelo y si precio vale totalmente por la noche fascinante que pasará.—alardeó del rubio.—Es el mejor y el más hermoso, sus curvas superan por mucho a las de muchas mujeres de categoría oro. En definitiva, es el mejor.—El hombre estaba empecinado en que este quedara embelesado con el rubio y todo ello porque la tarifa de Park Jimin superaba a cada uno de todos los prostitutos o prostitutas de categoría oro en el burdel.

—Lo sé, pero aun así quiero saber cuántos oro hay.

El hombre carraspeó antes de responder a la interrogante.

—Bueno, existen cuatro zonas y en cada una hay seis de categoría Gold.

—¿Cuatro zonas?—preguntó incrédulo.

—Si, hombres que atienden a hombres, hombres que atienden a mujeres. Mujeres que atienden a hombres, mujeres que atienden a mujeres. Definitivamente, aquí consideramos a los clientes de acuerdo a lo que ellos soliciten y reserven.

El hombre presionó el botón del ascensor y subieron hasta el piso indicado.

—Claro.

—Estamos aquí, la habitación de su anfitrión esta noche, es esa.—señaló a la única puerta que tenía especialmente una placa completa con su nombre en oro.

—Es el favorito.—susurró.

—Se lo ha ganado, de todas las categorías oro, es el único que la tiene. Usted comprobará la calidad de su trato en un momento.—rio divertido.—Dentro de la habitación encontrará todo lo que necesita, por ello no se preocupe, feliz noche.

El hombre lo dejó en la puerta y subió en el ascensor despidiéndose.

Jungkook tocó un par de veces, pero al no encontrar respuestas, tomó el pomo de la puerta y lo giró logrando abrirla.

Jimin no estaba esperándolo, no había nadie adentro. Ingresó pensando que sería buena idea esperarlo en la habitación.

El lugar era espacioso, había una gran cama en medio, perfectamente tendida y bajo ella una alfombra acolchada color hueso. Cada rincón era totalmente limpio, había una TV empotrada frente a la cama. Un par de mesas de noche a cada lado, una estantería con toallas de baño, varios cambios de sábanas, fundas y cubrecamas, algunos trajes de lencería de seda, zapatos de casa y sandalias, además de pijamas grises en tres tallas.

Todo pensado con detenimiento para los clientes. A un lado, un refrigerador con bebidas con y sin alcohol, arriba una cesta de varios tipos.

Un teléfono para pedir servicio a la habitación, y el baño tenía una tina bastante espaciosa y nuevamente un estante empotrado a la pared con lo necesario de aseo personal.

Finamente, abrió las ventanas notando la hermosa vista del lugar, aunque estas tenían rejillas, delgadas, pero resistentes.

—Supongo el costo de este servicio vale la...

La puerta de la habitación se abrió intempestivamente y entró el rubio retocando su cabello completamente apenado.

—Perdón por la demora, tuvimos un inconveniente con el vestuario, se quedó atorado y...—así como Jungkook al verlo, este también quedó en silencio.

—Entiendo, no tienes por qué preocuparte.

—¿Qué haces aquí?—preguntó cerrando la puerta tras él.—¿Cómo conseguiste el dinero para pagar esta noche?

Responder esa pregunta sería un poco más complicado de lo que creyó, comenzando por todo lo que había sucedido después de que Jimin se fue.

Los días se hicieron más lentos y la comunicación era bastante deficiente, pasaron muchas cosas por su cabeza y Jin no paraba de hostigarlo junto con su familia para continuar con la boda.

—Bien, si no quieres casarte conmigo, no voy a rogarte. He hecho esto por un maldito bien común, por el crecimiento económico de nuestras familias. A mí también me molesta casarme con un idiota que no ata ni desata en la vida. Quédate en tu miseria, me voy.—soltó el mayor y se largó cerrando la puerta con furia.

Pensó que eso había terminado, que todo acabó y por fin estaría libre de problemas, pero lo que pasó después lo tomó desprevenido.

Jin definitivamente estaba cansado de esperar, él también deseaba una vida mejor con alguna persona que decida amar por voluntad propia.

Volvió a casa de sus padres, estresado y con la rabia atorada, no se atrevió a cuestionarlo ni mencionarle sobre la conversación que tuvo con Jimin, pero hizo algo peor, contárselo a su madre.

—Dime que esta vez lo convenciste.—habló ansiosa.

—No, madre, no pude y estoy completamente cansado de tener que ir a rebajarme para tener una estúpida conversación en la que solo recibiré un no por respuesta.—suspiró lanzándose al sofá de la sala.—Puedo casarme con alguien mejor.

—Si, pero nadie te prestará su dinero. Todos quieren sus cuentas intactas.—La mujer lo acompañó sentándose en el sofá frente a él.—Debes convencerlo o iré yo a hacerlo.

—No lograrás hacer que cambie de opinión. Ríndete, ese idiota realmente no sabe lo que se pierde, estamos hablando de estatus, tal vez y hasta pueda ir a visitar a su amor imposible, pero no piensa bien las cosas.—comentó con frustración.

—¿Amor imposible? ¿Está viendo a alguien?—preguntó la mujer con curiosidad excesiva.

—No, madre. Olvida lo que dije, solo estoy cansado.—Intentó evitar el tema, pero ella no se conformó con eso.

—Dime todo lo que sabes, Kim SeokJin.—ordenó y él supo que no había alternativa.

Derrotado y sabiendo que no dejaría en paz, decidió contarle sobre Jimin.

—Mamá, él ya se ha ido de casa de Jungkook y apuesto a que no volverá porque le pedí que no lo hiciera más, no creo que debamos interferir.

—No te preocupes por eso, Jungkook se casará contigo, ya sea por despecho o por necesidad.

—¿Qué?

La mujer se levantó del mueble y subió las escaleras para tomar su número de teléfono, ella y su marido definitivamente conocerían lo que es la vida detrás de la frontera.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora