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Los minutos pasaron rápidamente y el reloj estaba a punto de dar las doce, sus nervios se pusieron de punta y caminó en dirección hacia el bar para pedir una bebida fuerte.

—Jimin, creo que estás muy nervioso el día de hoy.—bromeó el barman y este se relajó un poco.—No te veo como siempre, tal vez es porque has estado mucho tiempo descansando.

El rubio asintió alzando su copa y vaciándola en su garganta.

—Sí, es eso. Estoy realmente asustado porque no sé si tenga la misma acogida que antes. Ya sabes que el rumor de una enfermedad en un prostituto puede causar tres sentimientos: Pena, preocupación o repulsión.

El hombre lo animó un poco antes de volver a caminar por el salón, era su trabajo, dejar una buena impresión, aunque tenía la mirada de cierta persona en su nuca, no sabía cuál sería su siguiente paso.

¿Qué más haría? ¿Por qué estaba en el burdel? Aunque siendo de esa manera, era un cliente más, ¿cierto? Podía acercarse con toda tranquilidad, después de todo él y su amigo eran considerados futuros clientes frecuentes de la casa por tratarse de su primera visita al lugar.

Caminó decidido mirando a un punto fijo en la pared para evitar temblar si es que lo veía directamente, no notó su expresión, solamente se sentó en la silla libre a su lado y dio una gran bocanada de aire antes de hablar.

—Hola, soy Min Yoongi.—saludó el hombre a su lado y este contestó de la misma forma.

—Park Jimin, es un gusto conocerte. Al parecer tienes encantado a mi amigo, trátalo bien el día de hoy.—comentó y la media sonrisa del contrario se volvió una más eufórica.

—He sido flechado, lo cuidaré.—aseguró levantándose de la mesa, intentando brindarles un poco de privacidad.

—¿No vas a preguntar, qué hago aquí?—Jungkook, al notar el nerviosismo del contrario, decidió hablar.

—Es justo lo que quiero hacer, este no es un lugar para ti. Debes volver, no sé cuánto dinero has gastado para llegar aquí, pero créeme que no vale la pena. No necesitas ofrecer dinero, como todos estos hombres, a cambio de favores sexuales.

—¿Estás seguro de eso?—preguntó observándolo directamente a los ojos, como tratando de buscar la mentira en sus ojos.

—¿A qué te refieres?

Una melodía anunció el inicio de la hora de reservas, todos debían ir a alistarse. Jimin no podía quedarse un segundo más, se levantó con la duda en la garganta y se fue en dirección a donde JoonSuk los esperaba.

—¿Lograste ganar su atención?—preguntó el hombre de camino a los tocadores.—Veo que te sentaste a conversar, pero no se le veía muy animado.

—Él no está aquí para reservar camas.—suspiró cansado.—Creo que solo vino a ser espectador. Así que, olvídalo.

Jimin aceleró el paso, pero JoonSuk lo tomó del brazo, haciendo que retroceda y llamando la atención de los otros chicos, quienes decidieron evitar involucrarse.

—¿Qué mierda te sucede?—cuestionó soltándose de su agarre con brusquedad.

—Escúchame bien, Jimin.—advirtió acercándose a su oído.—No sé si te has dado cuenta, pero tu maestra no está aquí desde hoy en la mañana.

La piel del rubio se congeló, su presión sanguínea bajó, parecía estar vacío por dentro y solo la voz del mayor se escuchaba en su cabeza.

—¿Q...qué le hiciste?

—¿Hacerle? Nada, yo realmente pensé que podría manipular un poco más su mente para que el testamento fuera en su totalidad a mi favor, pero lamentablemente el cáncer decidió que era tiempo de llevársela. No estoy seguro si tuvo tiempo de cambiar el anterior, pero de algo si lo estoy.—susurró.—Eres de mi propiedad y no quiero que mis esclavos traten mal a mis clientes, por lo que te pido que dejes totalmente complacido a ese hombre porque no ha pagado una noche entera con una tarifa tan alta por un idiota que no recuerda que su lugar es ser solamente un maldito hoyo.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora