Después de que Jungkook salió de la habitación, la soledad ingresó de golpe y sin aviso alguno, se apoderó de su tranquilidad.
Recogió cada uno de los billetes tirados en el suelo y los guardó, quizás para cualquier persona no era importante, pero él sabía que ese dinero no debía pertenecerle a nadie más que a Jungkook.
Lo guardó en uno de sus bolsillos y luego en un sobre que se mantuvo durante un año guardado en un cajón de su habitación.
Nunca supo qué hacer con él, intentó pedirle a Yoongi que se lo regresara a su dueño, pero este no accedió argumentando que sería muy cruel recordarle lo que pasó esa noche si nunca le había hablado siquiera de su libertad.
—Si algún día quieres devolver el dinero y estar seguro de que llegará a sus manos, entonces ve por ti mismo. Se encuentra en este lugar.—terminó de hablar entregándole una nota con una dirección.—Vive aquí.
—¿Puedo enviarla por paquetería?—preguntó y el contrario negó sacudiendo la cabeza.
—Es poco confiable.—mintió sabiendo que este no tenía conocimiento de la seguridad que ofrecen estos servicios.
—Entiendo.—Fue lo último que dijo antes de ir a pensarlo con la almohada.—¿Transferencia bancaria?
—Por supuesto, pero ten en cuenta que necesitas su número de cuenta y yo no tengo esa información. Mejor deberías plantearte métodos más seguros.
Después de pensarlo mucho decidió hacer aquello que en algún momento pensó que sería imposible. Ser libre de ir a donde quisiera.
Preparar su viaje no fue nada simple, deseaba costearlo por su cuenta y tuvo que buscar pasajes y hospedajes económicos para visitar todo lo que pudiese.
Le tomó medio año más tenerlo todo listo, los ahorros de todos sus años de trabajo eran más que suficientes, pero tenía en cuenta que su vida no acabaría después del viaje, por lo que tomó un porcentaje como presupuesto y para obtener ganancias, buscó un trabajo que fue concedido por Yoongi.
Asistente de la asistente, era llamado por su amigo.
—Tienes que trabajar porque no quieres seducir a un viejillo millonario.—regañó Taehyung al enterarse del nuevo trabajo de Jimin.
—No me molesta sacar copias, ir por documentos o hacerle mandado a la secretaria de tu marido.—Sacó la lengua logrando que este le lanzara una mirada llena de indignación.
—¿Qué tal el sueldo?
—No se compara a mis ganancias mensuales netas de antes, pero para lo que hago, está bien. Además, debo agradecer la ayuda, no tengo gastos considerables al mes porque me mantiene. Este trabajo es solo para tener más fondos y poder viajar con más presupuesto.
El ambiente laboral era bastante bueno y nadie cuestionaba su apariencia, aun si algunos tenían idea de quien era Park Jimin, estos estaban prohibidos de mencionarlo por respeto hacia él.
Su trabajo se convirtió en una ayuda para la secretaria de Yoongi, quien al renunciar después de seis meses, pidió que este se quedara, o en su defecto, que sea reemplazado por alguien más.
Cuando sus maletas estuvieron listas y debía partir, su amigo se llenó de lágrimas al despedirlo, no sería por mucho tiempo, pero jamás se habían separado desde que se conocieron, esta sería su primera experiencia y no estaba saliendo del todo bien.
Yoongi tuvo que intervenir para que lo soltara en la estación.
—¿Por qué vas en tren? Si no tenías dinero para el avión, pude habértelo dado.
—Quiero ser capaz de ver el camino mientras viajo. Además, nunca subido a un avión y tengo miedo de que algo pueda suceder. Ya has hecho demasiado por mí, solo asegúrate de cuidar a Tae, parece que va a explotar con todo ese llanto atorado.—bromeó observando el berrinche del menor mientras era abrazado por su esposo para no lanzarse hacia él.
—Te voy a extrañar Jiminie.
—Yo también, Tae. Cuida de ti y de tu esposo, recuerda no ser paranoico y llámame cuando te sientas solo, como mínimo una vez al día.—este asintió y tomó sus dos grandes maletas para subir al tren que estaba esperando el ingreso de todos los pasajeros con destino a la provincia de Gyeongsang.
Su asiento en la ventana le permitió ver muchos paisajes que jamás se le había permitido presenciar, la mayoría de ellos se trataban de reservas en las que no se permitía entrar a nadie más que personal autorizado, pero se podía observar de lejos y lo agradecía.
Era un sueño hecho realidad, Jimin estaba emocionado por todo lo que estaba viviendo, que hasta la amabilidad de la azafata del tren, le pareció fascinante.
Dentro de la provincia de Gyeongsang se ubicaban cinco ciudades importantes: Jinju, Ulsan, Gyeongju, Daegu y Busan.
Jimin había decidido visitar por lo menos dos de ellas, solo dejándose llevar por lo que pudiera ofrecerle cada una.
Las clases sociales se dividían de igual manera en cada ciudad del país, pero al vivir bajo el techo de Yoongi, este era considerado de clase A y era tratado como tal.
Al llegar pudo apreciar el buen trato, la buena comida y la hermosa e imponente ciudad que lo esperaba, con ansias de visitar todo lo que pudiese, tomó un taxi hasta el hotel donde se hospedaría para descansar un poco porque el dolor de espalda lo estaba matando.
Durmió por ocho horas completas, no tuvo que esperar mucho para caer rendido en la cama y despertar en la madrugada siguiente con baba en la mejilla y mucha lagaña.
La luz del día aún no salía del todo y un tono celeste oscuro pintaba el cielo. Los ventanales de la habitación dejaban ver la hermosa ciudad y la triste división natural de clases sociales, una frontera que marcaba el inicio de la pobreza, de la miseria y del dolor humano.
¿Cuántas personas morirían al día en esa hermosa ciudad?
¿También estaría permitido el tráfico de menores de edad?
Qué estúpido pensamiento, todas las ciudades eran iguales que la capital del país y el mundo entero.
En donde sea que fuera, habría esa barrera entre mundos, uno lleno de indiferencia y podredumbre, y el otro con abundante superficialidad y egoísmo.
No quería pensar demasiado, Jimin había llegado a disfrutar un poco. Quería relajarse y pensar en sí mismo, dejar de buscar excusas para ser feliz, después de todo, Busan tenía mucho más que ver que una muralla.
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Que tu cama sea mi hogar
ФанфикEn un mundo donde hasta respirar tiene un precio, amar es un privilegio que no muchos pueden pagar. Pasar la noche con aquella belleza deslumbrante que nunca tuviste derecho a mirar, es un sueño completo. Tan adictivo como suicida, algo que para alg...