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Este capítulo tiene contenido 🔞.


El salvajismo con el que sus cuerpos chocaban sin piedad hacía que el aire se transformara en hilos débiles que se rompían al entrar en contacto con sus fosas nasales.

Jungkook había descubierto que tomar a Jimin de espaldas, mientras este tenía la cara y espalda enterradas en la cama, era un nuevo placer desbordante.

El pelirosa se sostenía de sus rodillas mientras balbuceaba incoherencias, sintiendo que todo a su alrededor se derretía menos el miembro palpitante que lo penetraba sin tregua.

De vez en cuando ahogaba sus gritos hundiendo su rostro en el colchón que ya tenía manchas de saliva, cortesía de Park Jimin.

—¿Te gusta?—preguntó Jungkook con la voz ronca en su oído, provocándole un temblor exagerado en todo el cuerpo.

—¡Si!—exclamó alzándose y utilizando sus brazos para mantenerse firme mientras sus caderas tomaban el ritmo de las estocadas, buscando sentir más.—Vamos Koo~... dámelo, lo necesito.

Una mezcla de súplica y exigencia se escuchó en su voz lastimera y entrecortada.

Jungkook sabía a lo que se refería. Deseaba ser llenado en lo más profundo de su ser y él no podía negarse, pero era demasiado pronto para hacerlo.

Tomó las manos de Jimin evitando que este lograra estimularse a si mismo y las aprisionó en su espalda, por lo que el rostro de Jimin volvió a caer a la cama, pero no duró mucho porque fue levantado desde su cintura sin perder un instante de placer entre sus piernas.

El mayor dejó de evitar los sollozos que salían de su boca. Por momentos se desconectaba de la realidad y viajaba lejos, pero el calor en su estrechez le impedía seguir en su ensoñación.

Estaba siendo completamente manipulado al antojo de un hombre sin mucha experiencia, pero con las ganas suficientes para darle placer.

—¿Un mes Jimin?—preguntó Jungkook y supo que no volvería al burdel en dos días como mínimo.—¿Es justo? ¡Contesta!

Los gritos de otros hombres le parecían patéticos, pero los regaños de Jungkook le entregaban en bandeja de plata al infierno de la lujuria.

—Yo..no...—intentó continuar, pero una nalgada impidió que su cerebro formule una buena oración.

—¿Tú qué?—Volvió a golpear su piel que cambió de color, excitando hasta la última fibra de cuerpo del menor, quien no tuvo reparo en volver a hacerlo una y otra vez, deleitándose con los gritos y suplicas desesperadas del pelirosa buscando más contacto físico.

El ritmo continuó firme e intenso hasta que las lágrimas de Jimin comenzaron a escapar por sus mejillas cayendo a la cama esporádicamente, pero pronto el llanto se intensificó.

El primer pensamiento del menor fue relacionarlo con la posición en la que se encontraban, tal vez el ardor de sus rojizas nalgas o el ritmo acelerado con el que lo estaba tomando.

—Así no.—soltó por fin cuando este se acercó a su oído aún en la misma posición.—No quiero hacerlo más de esta manera, lo siento.

Este comentario revolvió las entrañas de Jungkook y se culpó por haberse concentrado en su propio placer.

—¿Te hice daño?—preguntó curioso saliendo de él para levantarlo, buscando que este le dé la cara y le confesara la verdad.—Por favor, dime algo.—pidió acariciando su mejilla mientras limpiaba sus lágrimas.

—No es eso.—respondió Jimin restándole importancia a su comentario.—Solo...—los ojos del pelinegro se cristalizaron por un segundo esperando a que termine de decirlo.—...me siento incómodo si es que no puedo verte. Aun si estás tras de mí, puedes besarme, acariciarme o por lo menos dejarme ver tu rostro, pero solo estabas siento rudo y no me importa si lo eres porque me agrada, pero justamente hoy vine por un poco más que eso.—Esto último lo dijo bajando la cabeza, tratando de esconder el repentino rubor en sus mejillas aunque eran demasiado evidentes.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora