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El sol marcó el inicio de una temporada calurosa en Busan y Jungkook lo agradecía infinitamente, después de un invierno largo en el que rogaba por un poco de sol, seguramente en un par de semanas estaría pidiendo de vuelta el frío, pero nada de eso era importante.

Un letrero hecho en madera, colgaba en la puerta de su nuevo lugar de trabajo.

Como había dicho Hoseok, no era necesario volver a ser mecánico, por lo que decidió buscar alguna otra fuente de ingreso y aprendió algo que siempre quiso hacer, pero jamás se atrevió por el presupuesto y la poca necesidad de cambiar de oficio.

La carpintería era un oficio pesado, pero él realmente quería intentarlo, por eso se pagó un curso completo, que aún seguía llevando para aprender paso a paso.

Luego de casi un año completo aprendiendo y recibir buenos deseos de su maestro, decidió poner manos a la obra y comenzar un pequeño negocio donde comenzará haciendo cosas básicas, los fondos de las propiedades vendidas le sirvieron para comprar herramientas y materiales.

Pensó mucho en la posibilidad de comprar un puesto frente a una plaza donde vivía con Hoseok, un alquiler costaría más y sería agobiante juntar dinero cada mes por el pago al arrendador. Por otro lado, vivir en el distrito B1 de Busan complicaba las cosas, significaba que cada propiedad valía mucho más que una en el distrito B3.

El precio del puesto valía aproximadamente el 80% de la venta del taller, siendo la mitad de pequeño.

Y nuevamente Hoseok lo animó a adquirirlo.

—Es una buena inversión. Antes tenías un lugar enorme, pero este es grande también y si tu negocio no funciona, fácilmente se puede construir una casa aquí.

Finalmente, terminó comprando la propiedad y continuó con ambientarlo a sus necesidades.

No se dedicaría a la fabricación de muebles grandes, él deseaba probar con todo lo que fuese agradable a la vista, cosas que las personas necesitaran comprar aun cuando no era totalmente necesario, después de todo, la madera en esos tiempos era un lujo.

Al estar en una buena ubicación, muchos curiosos visitaban su espacio donde podía en exhibición algunos trabajos y estos se vendían realmente bien.

Recibía pedidos en específico y podía dejar volar su creatividad de vez en cuando, algo que en un taller mecánico era imposible.

Por primera vez podía decir que todo lo que tenía era suyo, que el camino que había elegido tenía que ser el correcto, porque aunque en Seúl dejó la mitad de su alma, con lo que le quedó se propuso volver a empezar, ser alguien que seguramente hubiese enorgullecido al mayor.

Muchos de los recuerdos tristes se perdieron en su memoria y quedaron aquellos en los que fueron felices y deseaba tenerlos con él para siempre.

En la puerta, una campana avisaba de la entrada de cada persona para poder estar alerta.

La pequeña campaña sonó con fuerza y entró una mujer con vestimenta sofisticada, saludando mientras buscaba con la mirada al dueño.

—Buen día, me gustaría saber si se encuentra el dueño.

Ella no venía de los distritos B.

—Buenos días, soy yo. ¿Desea comprar algo de lo que hay en exhibición o está buscando que le fabrique alguna pieza en especial?—preguntó y ella se acercó animada.

—Lo segundo, en realidad, deseo que me fabrique una urna como esta.—Mostró el diseño en su teléfono.—Fue hecha por mi abuelo para su esposa, mi abuela, después de fallecer. Él la hizo con la madera del árbol que ellos plantaron cuando eran un par de niños. Se encuentra dentro de nuestra casa, en un jardín donde lo único natural es ese tronco, y yo quisiera que la hiciera con esa madera para honrar la memoria de mi abuelo.—comentó apenada.—He buscado a muchos carpinteros y todos dicen que trabajan con su propia materia prima para resguardar la calidad del producto, pero es una buena madera, no estoy seguro de la razón por la que no desean tomar mi pedido.

Jungkook podía suponer varias cosas. En primer lugar, el diseño era tedioso de realizar. En segundo lugar, no es lo mismo traer tablones de diferentes grosores a un tronco recién cortado y en tercer lugar, al no usar su propia materia prima, el precio bajaría considerablemente y no convendría gastar tiempo en una mala inversión, pero cuando inicias un negocio, debes buscar clientes.

—Entiendo, puedo hacerlo.

—¿En serio?—preguntó emocionada y él asintió.—No se preocupe por el dinero, pienso pagar como si usted proporcionara todos los materiales, mañana mismo traeré la madera y el diseño impreso.—Hizo una reverencia y tomó su mano, emocionada.—Muchísimas gracias, realmente estoy agradecida.

Tal vez ningún carpintero llegó a la parte de la conversación donde acordaban precios porque, entonces, el primero al que consultó, seguramente habría aceptado de inmediato.

—Está abierto desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde, puede venir dentro de ese horario.

La mujer salió de la tienda con una enorme sonrisa y Jungkook se sintió recompensado porque con ese pedido ganaría más del doble.

Volvió a su tarea de pulir las orilla de un pedido que debería estar listo en dos días, pero nuevamente la campana sonó avisándole que alguien había entrado y efectivamente, un hombre de cabello castaño ingresó y caminó directo al mostrador sin quitar la mirada de las piezas en exhibición.

El pelinegro, completamente intrigado, se acercó a él para saludarlo y preguntarle si necesitaba algo.

Al llevar un par de lentes oscuros y observar a todos lados, menos a donde Jungkook estaba, se le dificultaba ver su rostro.

—Buenos días.—saludó aún con la mirada en las piezas de madera.

—Buenos días, ¿Desea que le ayude de alguna manera?—preguntó y finalmente el contrario dirigió su vista hacia él.

—Quiero devolver algo que no es mío, pero esa caja me encanta. ¿Cuánto cuesta?

Su cabello tenía una tonalidad diferente, había subido unos kilos y sin lugar a duda, se veía muchísimo mejor. Los labios tan preciosos como siempre y lo más importante, Jimin transmitía algo que jamás tenido, libertad.

Que tu cama sea mi hogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora