Mi mujer:
- ¿Cuando escuchaste que me gusta compartir a mis mujeres?- preguntó con un tono de voz tan frío, que hasta a Ruby le erizo la piel.
¿Cómo le pudo pasar por la cabeza, querer tocarla? ¿Como se atrevió siquiera a pensar en poner sus asquerosas manos en ella? !Era un desgraciado!.
Ella era suya y él era un estúpido iluso, al pensar en poder tenerla. Eso era algo que ni en sueños permitiría. ¡No mientras él viviera!
!Antes lo mataba! Algo que estaba dispuesto a hacer si no se alejaba de ella en ese instante.
El verlo desnudo sobre su cuerpo lo enloquecía y sentía que el oxigeno no le llegaba al cerebro, haciendolo ver negro. ¡Quería destrozarlo con sus propias manos!
Ella estaba destrozada y su cuerpo temblaba descontroladamente !Mierda! ¿Si no hubiera llegado a tiempo? No quería ni pensar lo que hubiera sucedido. El solo imaginarlo, hacía que sus manos temblaran de odio y el deseos por jalar el maldito gatillo se hiciera más tentador. Era necesario que controlará sus emociones si quería protegerla de ese animal.
¿Animal? ¿Cómo podía llamarlo animal, cuando el que llevó a cabo ese horripilante acto hasta el fin, fue él?.
Se recriminaba una y otra vez lo sucedido ya una semana atrás. Se sentía podrido y el peor de los hombres, la había hecho sufrir y no permitiría que nadie más la volviera a lastimar.
Pepe por su cuenta no podía creer que la llamara su mujer. ¿Acaso bromeaba? No, no lo hacía, podía oír la seriedad en su voz y ver la frialdad en sus ojos
- Ella no es tu mujer, es tú rehén- pudo contestar con voz nerviosa. Conocía lo arrebatado que podía ser y el que lo estuviera apuntando con un arma lo ponía muy nervioso
- Tienes razón es mi rehén, pero mientras éste aquí, también es mi mujer- dió un paso más, acortando la distancia que había entre los dos - Tu sabes muy bien cómo me siento al respectó, las cosas no han cambiado, ni cambiarán. ¿Así que di de una vez si hay algún problema? ¿O si entendiste que debes mantener tu distancia de lo mío? - terminó alzando la ceja, pero sin mover el arma de su frente.
El escucharlo hablar tan seguro de sí mismo, lograba que Ruby se sintiera protegida y una gran admiración por él.
¿Lo que es mío? Hablaba de ella como si le perteneciera y en vez de molestarla la hacía sentir especial. ¡¿Acaso se estaba volviendo loca?! ¡Por dios apenas hace unas horas lo creía el peor de los hombres!.
En otro tiempo hubiera gritado y pataleando, alegando que no era un objeto, sin embargo ahora se sentía ¿¡Especial!?.
Pepe se puso de pie y se subió los pantalones
- Está bien, entendí perfectamente y mantendré mi distancia, pero el último día no habrá nada que puedas hacer - la volteo a ver, le guiño un ojo y continuó hablando sin despegar la vista de ella - Ese día el bicho, el sapo y tu servidor nos daremos un festín con esta preciosidad - le mando un beso - la tercera es la vencida preciosa - término la frase dirigiéndose a ella
-¡Sal de inmediato! - le ordenó Rudo. Pepe salió de ahí, riendo descaradamente.
Xavier siguió a su amigo con la mirada hasta que salió y volvió a ver a Ruby.
Temblaba sin control, estaba muy nerviosa y se veía tan indefensa como un ratón acorralada por un león. La quería abrazar, darle la tranquilidad que necesitaba.
Caminó a donde ella, le extendió la mano y preguntó preocupado
-¿Estás bien? - ella vio la mano y sin pensarlo dos veces se puso de rodillas, abalanzándose a su cuerpo. Enredó sus manos por el cuello y recargó la mejilla en su hombro, buscando consuelo.
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Tu amor es mi redención
RomanceBastó con una mirada, con una sonrisa, para darle su corazón y eso sería lo más normal del mundo, pero no cuando esos ojos se escudan detrás de un pasamontañas, no, cuando lo que su mano empuña es un arma y no una flor. Ruby, hija de uno de los mag...