Cap 1- Esos ojos

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Este libro es un trabajo de ficcion. Los nombres, personajes, negocios y eventos retratados en este libro son ficticios. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, negocios o eventos es una coincidencia y no está destinada por el autor

Era una tarde tranquila para la mayoría de los habitantes de esa enorme ciudad, pero no era ese el caso de Ruby. Quien se encontraba sentada en la sala de espera de una de las empresas más prominentes del país, del cual ella era accionista.

Con las piernas cruzadas leyendo el periódico matutino, aparentando gran tranquilidad ante los presentes. Aparentando era la palabra adecuada, porque no había nada más lejos de la realidad, lo que menos estaba era tranquila.

Éste no era un buen día para ella, porque debía dar un paso que por más doloroso que fuera era necesario dar y sabía que cambiaría su vida para siempre.

¡Sería su liberación o su muerte! 

El corazón lo tenía hecho trizas, sus manos sudaban frío y un nudo en la garganta no la dejaba respirar. No podía tener control de sus emociones, sentía que en cualquier momento se levantaría y saldría corriendo de ese lugar.

No creía estar lista para entrar a ese cuarto de conferencias y enfrentar a los que se encontraban dentro. Se sentía como un pez entrando a un mar lleno de tiburones hambrientos, disfrazados de respetuosos empresarios listos para devorarla.

Tenía que ser ese día cuando hablara con ellos, no podía aplazar lo inevitable ni un segundo más.

¡No tenía otra opción!.

Se encontraba en un punto crucial de su vida, sabía claramente que lo que saliera de esa junta tendría gran repercusión en la vida del ser que más amaba en el mundo y su propio futuro dependía de lo que diría en unos cuantos minutos.

Todo tenía que salir bien, no había campo para ningún error. Si fallaba, por más diminuto que fuera el error, su esfuerzo se vendría abajo y su mundo se derrumbaría a sus pies. Sería su pase ya fuera al cielo o al infierno, al cual aún no estaba dispuesta a entrar, no de esa forma. Lucharía, lucharía con todo lo que poseía, pero no permitiría que los que amaba sufrieran.

Pum, pum, pum, su corazón se aceleró y parecía querer salirse del pecho al ver a la secretaría acercarse.

Caminaba con gran soltura hacía ella, no parecía tener problema alguno en su vida. No tenía idea de lo que en esa empresa se llevaba a cabo, ni sospechaba para la bola de víboras que trabajaba. Era feliz con su empleo.

Sin embargo ella no contaba con la misma suerte y ese era el momento de ser fuerte, de tener control de la situación. No era el momento de envidiar la vida sencilla de una simple secretaria

- Buenos días señorita Fritz, podría seguirme por favor - pidió amablemente la mujer, apuntando a un gran corredor. Ruby se puso de pié y regalándole una sonrisa la siguió.

Pum, pum, pum, escuchaba sus latidos cada vez con más fuerza, especialmente al ver la puerta acercarse más y más. Respiró profundo llenándose de valor al ver como la secretaria la habría.

¡Ya no había marcha atrás, era ahora o nunca!.

La puerta se abrió de par en par, dándole el paso al interior de esa prisión. No pudo evitar estremecerse, sabía que muchos de los ahí presentes eran personas respetables, pero también habían aquellos por los cuales estaba a punto de hacer lo que haría.

Debía mostrarse fuerte, segura de sí misma, no podía dejar que esos hijos de la mala vida acabaran con ella completamente.

Sus ojos inmediatamente volaron a una silueta que se encontraba de pie junto a un gran ventanal, al fondo del cuarto.

Si anteriormente sentía su corazón queriéndose salir del pecho, ahora creía que moriría. ¡Era él! estaba segura. Aunque nunca pudo ver su rostro a la luz del día, su cuerpo lo conocía a la perfección y no lo podría confundir entre un millón.

Él parecía no percatarse de su presencia, tenía su vista puesta a lo lejos, perdida en el horizonte.

Estaba segura de que no respiraba. ¿Qué hacía él aquí? ¿Por qué estaba presente en una junta tan importante? Ella no era tonta ni mucho menos, sabía perfectamente lo que él hacía ahí. Lo que nunca se imaginó fue que él formara parte de la junta directiva de esa empresa.

No podía despegar la vista de él, era una silueta de ensueño, era el hombre dueño de sus muchos sueños y estaba ahí parado frente a ella.

¡Tenía que ser él! Si sólo le pudiera ver los ojos de cerca, esos ojos nunca los podría olvidar, o si pudiera oír su voz. Si solo le sonriera una vez más sabría si en realidad era él y no una ilusión.

Lo que más deseaba en la vida era volverlo a encontrar. Era algo estúpido y ella lo sabía, ya que él le causó mucho daño, pero también fue él quien la enseño a amar con locura.

Debía respirar, controlar sus emociones. No podía dejar que alguien se percatara de su actitud ante su presencia, sería comprometedor.

El, estando perdido en sus pensamientos sintió su mirada y volteo a verla.

Su corazón dio un salto al ver esos hermosos ojos chocolate. Las fuerzas le fallaban, creía caería al suelo del impacto ¡era él! ella lo sabía.

Era un Dios, más hermoso de lo que podía imaginar. Sus facciones eran perfectas. ¿Pero y si no era él? ¿Si su imaginación la engañaba? Si solo era el deseo de volverlo a ver? Al fin de cuenta llevaba tres años sin verlo o más bien, sin ver sus hermosos ojos chocolate.

Necesitaba oír su voz, asegurarse que de verdad era él. Su voz no la engañaría, aún creía escucharla susurrarle al oído.

La volteo a ver directamente a los ojos, sin expresión alguna en su rostro. No parecía darle gusto, ni molestarle en lo absoluto verla ahí. Sus ojos eran tan intensos que creía que de un momento a otro se echaría a llorar.

Respiró profundo, tratando controlar sus emociones.

Él caminó hacia ella y tendiéndole la mano, saludo muy cortés

- Buenos días señorita Fritz - dijo con voz seductora.

¡Si era él!

Lo tenía frente a ella y debía actuar como si fuera un desconocido, cuando lo único que deseaba era lanzarse en sus brazos.

- Buenos días, señor..? - guardó silencio, esperando escuchar su voz una vez más y deseando saber su verdadera identidad. Él sonrió como los mismísimos ángeles.

- Xavier Altamirano - soltó sin más. Sabía perfectamente lo que ella buscaba y no la haría esperar.

Su sonrisa la llevó al pasado, recordando cómo fue que llegó a estar en la situación que ahora se encontraba, y en especial, como fue que lo conoció a él

Todo comenzó con una llamada telefónica

- Señorita Fritz, tenemos una mala noticia. Su padre sufrió un accidente y necesitamos que venga a la ciudad de México a identificar su cuerpo.

Tu amor es mi redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora