Casate conmigo:
No existía nada más que ese amor, ese inmenso sentimiento que latía dentro de ellos y amenazaba en cualquier momento explotarles en el pecho.
No existía ni el frío, ni el dolor, ni el miedo; todo se había evaporado como arte de magia.
Ni uno de los dos profería sonido alguno, solo se abrazaron en silencio. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que corrían por sus rostros.
Se sentían completos, en ese momento tenían justo lo que necesitaban para seguir viviendo.
Permanecieron así por un rato más, solo el sonido del viento y el reventar de las olas contra las rocas, era lo único que se escuchaba.
Xavier tomó las mejillas de esa rubia a la cual le pertenecía su existencia y alejó su rostro para poder verla a los ojos.
Sus miradas se clavaron el uno en el otro con gran intensidad y sin poderlo evitar ambos sonrieron.
Esa sonrisa era con lo que soñaba todas las noches y la que hacía que siguiera luchando día a día, por volverla a ver.
No pudo controlarse más, tomándola del pelo, unió sus labios a los de ella en un profundo beso.
Ella inmediatamente sintió una corriente recorrer por su cuerpo y se estremeció sin poderlo evitar. Xavier al sentir su cuerpo temblar terminó el beso suavemente y le habló aún en sus labios.
- ¿Qué te parece si entramos? No puedo permitir que te enfermes ahora que te tengo a mi lado una vez más, te necesito fuerte.
Ella estaba muda, su garganta no profería sonido alguno. El impacto de tenerlo a su lado sin esperarlo, fue tan fuerte que la dejó sin palabras.
Asintió con la cabeza y lo abrazó una vez más; él besó su cabeza tiernamente y tomándola de la mano caminaron en silencio. Se dirigieron al lugar en donde obtendrían protección de ese enfurecido clima y en donde podrían expresar sus más profundos sentimientos.
Había muchas cosas que hablar, muchas por aclarar, pero más importante aún, había besos y caricias que recuperar. Pasaron seis meses en los cuales no tuvieron contacto alguno y necesitaban llenar ese vacío con la esencia del otro.
El volverse a encontrar solo reafirmaba lo que sabían perfectamente, ese amor que existía entre ellos era algo real e inquebrantable.
Todo lo vivido desde el momento de conocerse, en vez de separarlos, de abrir una valla entre ellos, sólo logró unirlos aún más. Hizo que el sentimiento del uno por el otro se convirtiera en una necesidad.
Necesidad, tal como el oxígeno se necesita para respirar o la sangre que hace posible que el corazón siga latiendo.
Precisamente así era la necesidad de estar cerca el uno del otro, su pura presencia hacía que sus corazones siguiera latiendo.
Caminaron tomados de la mano hasta llegar a la mansión. Subieron a la recamara de Ruby y aunque lo que más deseaba en el mundo era tomarla ahí mismo y hacerla suya sin reservas, en ese momento debía atenderla.
El frío que hacía en ese estado era heladisimo y se aseguraría de que se calentara un poco, antes de saciar esa hambre enfermiza que tenía de ella.
El jacuzzi ya aguardaba con agua caliente, órdenes que dio a la servidumbre antes de salir a buscarla.
Se acercó a ella y le levantó las manos lentamente, para poderla desvestir. No era la primera vez que lo hacía y esta vez, no era diferente a las demás ¡Le robó la respiración al verla desnuda! No fallaba !Era perfecta!.
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Tu amor es mi redención
RomanceBastó con una mirada, con una sonrisa, para darle su corazón y eso sería lo más normal del mundo, pero no cuando esos ojos se escudan detrás de un pasamontañas, no, cuando lo que su mano empuña es un arma y no una flor. Ruby, hija de uno de los mag...