Esos hombres:
Rudo se sentó de inmediato y con su mano detuvo a Ruby, para que se quedara acostada.
Estaba completamente desnuda y no pensaba permitir que la viera, quien fuera que entró.
Era Sapo que venía a despertarlo, para que saliera de inmediato.
- ¡Rudo Levántate! Pepe va llegando- le aviso con voz nerviosa, aunque sabía que dormía con ella todas las noches, estaba al tanto que no pasaba nada entre ellos.
Esa noche había sido la excepción, se dio cuenta de inmediato que habían pasado una noche de amor al verlos en esa cama. Estaba feliz por su amigo, conocía exactamente lo que esa mujer causaba en él, pero si los encontraban de esa manera sería el fin de ambos.
Rudo se levantó rápidamente y como rayo se puso los pantalones. Volteó a ver a Ruby y pidió o más bien, ordenó que se vistiera
- Ponte algo encima, no quiero que Pepe te vea así- caminó a la puerta con su camisa en mano y justo antes de salir se detuvo. Ella estaba sentada buscando su ropa, pero podía sentir su mirada en ella y volteo a verlo - te ves especialmente hermosa esta mañana.
Le regaló una preciosa sonrisa, mostrándole su blanca dentadura, le guiñó el ojo para después salir de ahí.
¡Se quedó embobada viendo a la puerta, demonios! Ahora estaba mas idiotizada que antes.
En ese momento no había tiempo que perder, en cualquier momento podría entrar Pepe y no quería que sospechara. Se vistió lo más rápido que pudo y se puso las esposas, las cuales su ángel olvidó ponerle.
Se acostó cerrando los ojos, tratando de dormir un poco. La noche aunque fue la mejor de su vida, había sido larga y estaba exhausta. Le era imposible dormir, porque lo único que hacía era recordar lo sucedido esa noche, su noche de amor.
Aún podía sentir sus manos acariciando su cuerpo y su lengua recorriéndola completa. Se sentía flotar en las nubes, era imposible borrar su sonrisa de los labios, la cual parecía estar tatuada a su cara.
Ese hombre era insaciable, parecía no llenarse de ella, era toda una bestia salvaje en la cama. Aunque fue tierno, al mismo tiempo fue ardiente y exigente. Su cuerpo aún vibraba por dentro, esa corriente eléctrica que le causaba en sus entrañas estaba más viva que nunca.
Pensaba que al hacer el amor con él se quitaría ese deseo tan grande que quemaba su interior, pero fue todo lo contrario, ahora lo deseaba más que nunca.
Quería volver a repetir lo de esa noche, no solo una vez más, si no todas las noches, por el resto de su vida. Ese pensamiento la asustaba, pero ahora no quería perder el tiempo pensando en nada más que no fueran sus labios, sus manos, él, todo él.
Cuando Rudo salió del cuarto, se quitó el pasamontañas y se acostó inmediatamente en el sillón, haciéndose de los dormidos.
Pepe entró acelerado al cuartucho, llamando su nombre.
- ¡Rudo despierta necesito mostrarte algo!- él se sentó aparentando gran molestia
- ¿Qué quieres tan temprano? Más te vale que sea bueno lo que me vas a mostrar, como para atreverte a robarme el sueño
Pepe camino a donde él y sentándose a su lado continuó.
- ¿Recuerdas lo que dijo el viejo Fritz, de acabar con cada uno de nosotros? Pues creo que su promesa ya empezó...
- ¿De qué hablas? Se más específico no te entiendo, déjate de acertijos- lo cortó. Pepe le tendió un sobre y Rudo lo tomó aún más confundido.
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Tu amor es mi redención
RomanceBastó con una mirada, con una sonrisa, para darle su corazón y eso sería lo más normal del mundo, pero no cuando esos ojos se escudan detrás de un pasamontañas, no, cuando lo que su mano empuña es un arma y no una flor. Ruby, hija de uno de los mag...