Cap 11- ¡No me toques!

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!No me toques!:

Al salir se dirigió a su auto, en donde tenía una botella de vino. La abrió dándole grandes tragos, ignorando completamente el ardor en la garganta o simplemente su cuerpo estaba entumecido del ascó que sentía a hacia sí mismo que no lo sentía.

No podía quitarse de la mente sus ojos llenos de súplica - tú no eres igual- sus palabras resonaban en la mente, una y otra vez - No, no soy igual, soy peor- se sentía fuera de sí, nunca antes bajo ninguna circunstancia había sentido algo similar.

Siguió tomando, queriendo olvidar un poco, pero al parecer el licor también estaba en su contra. Recordaba una y otra vez sus ojos llenos de horror y el grito desgarrador que dio cuando entró en ella .

Escuchó pasos tras de él, pero no tenía energía de voltear a ver quien era. Si era Pepe le podría dar un tiro en la cabeza y no le importaría, tal vez así podría olvidar. Dudaba algún día poder lograrlo, tal vez incluso después de muerto sus ojos lo seguirían atormentando.

Las manos de su amigo sapo se postraron en su hombro y dieron un leve apretón de consuelo, él solo negó con la cabeza

- Hiciste lo correcto Rudo, se que te sientes el peor de los hombres pero..- no lo dejó terminar

- Era virgen sapo ¿Te das cuenta del daño que le he hecho? No solo físico, sino emocional- el sapo lo volteo a ver incrédulo ¿Como una mujer tan hermosa y con un cuerpo de diosa, podía continuar virgen! - fui violento, quería terminar pronto con la tortura y cuando entre en ella....- dio un golpe al cofre del carro haciéndole una gran sumida. - Sentí... y... su grito de dolor, mierda si yo hubiera sabido- se pasó la mano por el pelo, jalando con frustración

- Ahora más que nunca, estoy seguro que fue mejor que tú lo hicieras ¿Te imaginas si hubieran sido ellos los que la tomaran?- lo volteo a ver con asco

- Los mato sapo, te juro que si se atreven a tocarla los mato- dio otro trago a su botella

- El viejo Fritz escuchó, se quebró, dijo que no descansaría hasta acabar con cada uno de nosotros

- No lo culpo, yo haría lo mismo. Escuchar como violan a una hija, debe ser lo peor que le puede pasar a un padre- se puso de pie, tambaleándose por el alcohol

-¿A dónde vas?- preguntó su amigo mientras lo sostenía, para que no cayera

- Necesito verla- dio unos pasos, pero sapo lo detuvo del brazo

- No creo que sea lo más prudente- jaló su brazo con fuerza, saliéndose de su agarre

- ¡Me vale! Necesito verla- y camino hacia al pequeño cuarto

Ruby se había quedado dormida después de llorar tanto, hasta quedarse seca sin más lágrimas que derramar.

Había sido el peor día de su vida, se sentía sucia, humillada por la única persona en la que confiaba entre esos malhechores. No solo la había violado, si no que lo hizo mientras su padre aún se encontraba al otro lado de la línea. Sentía dolor, no era autocompasión, era dolor y rabia de imaginar como se la estaba pasando su padre.

Ella estaba preparada para lo peor, él se lo había dejado claro la noche anterior. Lo que nunca se imaginó, era lo mezquinos que serían al hacer que su padre escuchara lo que le hacían. Lo peor de todo es que haya sido él quién lo hizo. Quien ella creía era su ángel por que siempre cuidaba de ella, resultó peor que los demás. Golpes los podría soportar, pero la humillación que él le causó nunca la perdonaría.

Nunca imaginó perder su virginidad de esa manera. Ella sabía que el valor de una mujer no estaba en su himen, si no en lo que era por dentro. Sus sentimientos, sus acciones, su amor por las personas y por dios. Ese acto no la derrumbaría, al contrario, la haría crecer como mujer y ser humano.

Él la atraía más de lo que quería aceptar y hubiera estado dispuesta a entregárselo con solo besarla. Sus labios la volvían loca, pero eso no era lo que se pretendía. Lo que buscaban era que su padre escuchará, para que accediera a sus demandas.

Ellos creían que el oírla sufrir sería más que suficiente para convencerlo, pero ellos no tenían idea de cómo era su padre y cuáles eran sus convicciones.

Rudo pagaría, de eso se encargaría ella, por su vida que lo haría pagar lo que le hizo.

Él la creía débil, pues ahora se daría cuenta que era la mujer más fuerte que jamás haya conocido. Caería a lo más bajo si era necesario, pero lo haría pagar de una u otra forma su bajeza.

Ahora lo único que quería era darse un baño. Se sentía tan sucia que quería arrancar su piel incluso de su cuerpo. Quería borrar cualquier recuerdo de su piel tocando la suya, de cualquier marca que haya dejado en ella.

Ahora entendía ese dicho que dice, del odio al amor hay un solo paso o viceversa, y aunque no fuera amor lo que sentía por él, si era una gran atracción. Ahora lo único que le causaba eran náuseas, asco, y eso era algo que necesitaba. Algo a lo que se aferraría con uñas y dientes, para hacerlo pagar su acción.

Después de llorar por horas, cayó profundamente dormida y empezaron las pesadillas.

Iba en el carro de su padre, cuando escuchó las llantas frenar frente a ellos. Un hombre alto con el rostro cubierto por un pasamontañas se bajó y caminó hacia ella. Levantando su mano, le apuntó con una pistola. Con miedo lo volteo a ver a los ojos y se percató que tenía unos hermosos ojos chocolate, los cuales le dieron tranquilidad, aún en esas circunstancias.

- No temas, estoy aquí para cuidarte, confía en mí- dijo con esa hermosa voz angelical. Movió su mano a la persona que se encontraba a su lado y jalo el gatillo, disparando.

Echó un grito de terror, acababa de matar a su padre, como se atrevió. Volvió a ver a la persona que yacía muerta a su lado, pero al encontrarse con su rostro se dio cuenta que este hombre no era su padre. Este hombre usaba un pasamontañas y sus ojos pertenecían al desgraciado Pepe.

El hombre de los hermosos ojos se agachó, la tomó del brazo y en ese momento despertó sollozando. Unos brazos la apretaron fuertemente, inmovilizando sus movimientos por completo y con voz aterciopelada susurró al oído.

- Shhh, todo está bien, te juro que todo estará bien- ella se dejó llevar por esa voz tranquilizadora. Solo por un momento, porque inmediatamente reaccionó, dándose cuenta de quién se trataba y lo empujó con gran fuerza.

- !No me toques! Quita tus asquerosas manos de mi- grito llena de rabia - en tu vida me vuelvas a tocar.

Él la soltó, pero continuó sentado a su lado. Quería consolarla, darle tranquilidad y aunque le dolía su rechazo entendía que se sintiera así. ¡Él mismo se odiaba!

- Entiendo que te sientas así, y te pido perdón. Se que no hay excusa que disculpe lo que te hice, pero te juró que lo tenía que hacer

- ¡No es verdad, no tenías que hacer nada!- lo interrumpió

- No tienes idea de lo que tenían pensado hacerte esos hombres- apuntó con su mano a la sala - yo no lo podía permitir

- ¿Entonces tenías que hacer esa bajeza, no es así? - preguntó entre lamentos -Tú no eres mejor que ellos ¡Eres peor! Los golpes los puedo soportar, pero lo que tú hiciste.. Te odio- término limpiando sus lágrimas con la mano

- Yo mismo me odio.... no soy un monstruo como crees, ahora no te puedo decir más, pero espero que algún día puedas entenderlo. Haré todo lo que esté en mis manos, para demostrar la clase de persona que en realidad soy y entonces, tal vez logres perdonarme

Sonaba sincero, pero no creería tan fácil en lo que él dijera. Parecía sentirse mal por lo que hizo, sus ojos se veían tristes y su aliento olía a alcohol o tal vez solo era muy buen actor.

Pero si él sabía actuar, ella lo haría mejor y si en verdad se sentía mal, usaría eso en su beneficio. Haría que se enamorara de ella y lo obligaría a que la sacara de ahí.

Tu amor es mi redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora