Epílogo

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Epílogo:

Lo volteó a ver a los ojos y al encontrarse con los de él, su odio se desvaneció. No quedaba ni la sombra del hombre al que conoció en aquel parque. Se le veía cansado, ojeroso. Lo observó por unos segundos en silencio y podía ver dolor y arrepentimiento en él.

- ¡Señorita Fritz! Esperamos su respuesta- interrumpió la voz del juez.

- Sí su señoría, este es el hombre culpable de todo lo mencionado anteriormente- respondió sin quitar la vista de la de él.

- Muchas gracias, puede regresar a su asiento.

Con piernas temblorosas, Ruby se dirigió a su silla. Podía sentir la mirada de Sebastian en ella y aunque trataba de que no le afectara, era imposible.

En la sección de la tarde fue él, el que tomó el banquillo de los acusados. Se declaró culpable a sí mismo.

Le tocó relatar el porqué tomó la decisión del secuestro. Dijo que cuando el padre de Xavier había dado la información al padre de Ruby, creyeron imposible poder obtenerla, ya que era un hombre muy poderoso y no tenía debilidad alguna.

Después de investigarlo mejor se dieron cuenta que si tenía un lado débil y ese era el gran amor que sentía por su hija. Ella era la única por la que daría todo, incluso su vida.

Por otro lado, el que había descubierto a su padre y por el cual había muerto, era Alejandro Altamirano, el padre de Xavier. Quien no pudo aguantar la presión y murió de un paró cardíaco, lo más lógico era que Xavier fuera el que ayudará a obtenerla.

Hicieron que odiara al señor Fritz, haciéndole creer que era él, el culpable de la muerte de su padre. Lo cual fue fácil, ya que cuando su padre murió lo mencionó.

Sabía que Xavier encontraría la forma de obtener la información sin salir perjudicado, era un hombre sin imposibles. Lo que nunca se imaginaron, era que se enamoraría de ella como un loco.

Volteo a ver a Xavier, que se encontraba sentado atrás de Ruby, pedía disculpas con los ojos, estaba realmente arrepentido de su error.

Las ordenes habían sido que la obligarán a aceptar de cualquier forma sus demandas. Golpearla, violarla, prostituirla, adictarla a las drogas, eran unas de las opciones que usarían para que accediera. Esperaban que ella aceptará sin dar resistencia, porque conociendo a Xavier, no permitiría que nada de eso sucediera.

Las cosa se complicaron aún más cuándo Ruby y su padre se negaron a cooperar. Sapo había informado a Xavier lo que le pensaban hacer a Ruby y fue por eso que abusó de ella. Lo hizo, porque de esa manera la protegería de que la prostituyeran, él la había proclamado suya frente a los demás y la respetarían.

Escuchar lo que ya sabían, era difícil para ellos, pero continuaron con la frente en alto.  Esa corte continuaría al día siguiente.

Ruby se paró para salir y Xavier la tomó de la mano, para ayudarle. Se escuchó un ruido fuerte de una silla golpeando el suelo, acompañada de un grito ensordecedor que provenía de Sebastian.

No dio tiempo de reaccionar, cuando vieron el cuerpo de esté caer al suelo con una bala en el pecho, que recibió por proteger a Ruby.

Por el otro lado de la sala se encontraban unos agentes, derribando a balazos al autor de lo sucedido.

Era Rogelio Martinez quien entró a esa corte de incógnito y arrebató el arma a uno de los oficiales. Su odio por ellos dos había crecido tanto, que su única esperanza era matarlos con sus propias manos antes de ir preso.

Ruby cayó de rodillas junto a Sebastian y colocó su cabeza en las piernas.

- Ruby perdonadme por favor- suplicó con voz quebrada -te juro que me arrepiento de todo el daño que les he causado, te amo y quiero que seas feliz....Se que ustedes se aman y espero que puedan ser felices juntos- volteo a ver a Xavier - hermano, una vez más me has ganado a la chica.

Era doloroso verlo en ese estado, aunque no se merecía compasión, les dolía demasiado y lo perdonaban. Necesitaban paz en sus corazones.

La ambulancia llegó en cuestión de minutos y lo llevaron al hospital más cercano, en el cual murió al poco tiempo de llegar.

El tiempo pasó y el dolor de todo lo sucedido fue disminuyendo. No se olvidaría jamás, pero ya no dolía tanto, especialmente al estar juntos.

Una tarde la llevó a cenar a un lugar espectacular a la orilla del mar. La tomó de la mano y caminaron por la orilla, dejando que el agua mojara sus píes.

Se detuvo a una distancia prudente y la abrazó por la espalda.

- Ya pasaron tres años desde la muerte de Sebastian y - llevó sus manos al vientre de su mujer -llevas en tu vientre a nuestro segundo hijo. Me pediste tiempo, pero creo que ya es hora de que lleves mi apellido, de que unamos nuestras vidas en matrimonio- la volteó, para poder ver su rostro -te amo Ruby y cada día crece más éste sentimiento por ti. Amo a Ángel y a este pedacito de nuestro amor que llevas aquí adentro. No tarda en llegar al mundo y me gustaría que nos casáramos antes que naciera. ¿Que dices te casarías conmigo ahora mismo?

Ruby llevó sus manos y lo tomó de la cara tiernamente, besó sus labios.

- Si mi amor, quiero ser tu esposa en éste momento si así lo quieres.

Él sonrió y la levantó en sus brazos. Esa fue la señal, para que se encendiera una carpa tapizada de luces. Ella volteo sorprendida y los ojos se querían salir de sus cuencas, al ver a la gente que más quería en su vida, parada frente a ella.

- ¿Ahora?- preguntó incrédula, a lo cual él asintió con la cabeza.

Un nudo se formó en su garganta y las lágrimas corrieron sin control. Él la abrazó fuertemente a su cuerpo y juró hacerla feliz.

- No llores- suplicó.

- Es de felicidad.

- Juro que las únicas lágrimas que tus ojos derramaran, serán de felicidad. Ahora vamos, urge que me des el si.

La llevó de la mano hasta donde se encontraban esperándola su padre y su gran amigo Sean. Su madre con lágrimas en los ojos le dio un ramo de flores. Todo estaba listo, lo único que faltaba era dar el sí.

Uno de cada lado de su brazo, la dirigieron por un camino de rosas blancas, que los llevaría hasta el juez.

Xavier estaba parado, esperándola con una gran sonrisa en los labios.  A su lado se encontraba su gran amigo Sapo, quien después de pasar dos años en prisión pagando su participación en el secuestro, pudo estar presente en la ceremonia.

La juez le dio dos años solamente, gracias a que cooperó con las autoridades y protegió a Ruby.

Esa tarde todos los presentes fueron testigos de la unión de dos personas, que se amaban con gran intensidad. Que sufrieron mucho, pero continuaron luchando por su amor.

Ese amor no terminó ni con el tiempo, si no que perduró toda la eternidad. Los dos murieron de viejos en la cama tomados de la mano y una sonrisa en los labios.

Tu amor es mi redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora