Cap 4 - La dejan ir

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La dejan ir:

Xavier salió del cuarto muy confundido. Él nunca creyó en la cursilería del amor a primera vista, pero esto que sintió por Ruby fue diferente.

Al salir se encontró con su amigo el sapo, sentado solo en un viejo sillón. Volteó a todos lados extrañado, porque no había nadie más en la choza.

-¿En dónde están los demás?- preguntó confundido, mientras se dirigía hacía él.

-Decidieron ir a comer algo, ahora que tú estás aquí - Sapo agarró una cerveza del suelo y se la dio. Xavier la tomó en sus manos, se sentó frente a su amigo y quitándose el pasamontañas dio un trago.

- Debemos dejarla ir- dijo una vez que bebió - esa muchacha no tiene idea de que es lo que pasa. No entiendo qué les pasó por la cabeza al hacer una barbaridad como ésta- negaba con la cabeza decepcionado de esa acción tan baja - Esperemos que lleguen los demás, para dejarles claro que no quiero que la toquen. Mañana por la mañana la dejan ir. La sueltan en un lugar seguro y fácil que la encuentren

Él sapo inhaló profundamente y puso su mano frente a él, para que parara de hablar.

- Lo siento Rudo, pero no podemos hacer eso...

-¿Como que no lo pueden hacer?- interrumpió furioso, pero su amigo no lo dejó continuar.

- Digamos, que hay un pez más grande que tú. Alguien que está interesado en tenerla aquí- dio otro trago a su cerveza

-¿Qué diablos dices? No entiendo- preguntó confundido

-Rudo, hay alguien que puede salir perjudicado con la información que él señor Fritz tiene. Ese alguien quiere que hagamos que la princesa convenza a su papá de entregar lo que sea que él tiene y de que renuncie a su puesto en la empresa. Él, o ellos, creen que tú eres el más afectado por la muerte de tu padre y quieren que te hagas cargo de la situación. Ya te imaginarás cuales podrían ser las consecuencias si rechazas. Yo diría....que lo mejor sería fingir- Dijo creyendo sinceramente que fingir sería la mejor opción, hasta encontrar una mejor solución

-¿Fingir? ¿Cómo podría hacerlo? Por dios, yo no podría lastimar a esa sirena

- No digo que la tortures, pero sí que les hagas creer que estás de acuerdo con su secuestro. ¿Prefieres que ellos le hagan las barbaridades a las que están impuestos?- sus palabras solo lograban hacer que su sangre hirviera dentro de él, pero su amigo tenía razón. Esos hombres eran unos despiadados. Debía pensar bien las cosas y con mente fría, para no errar.

-¡Perros! Maldita sea sapo, mataron a dos inocentes y ¿Me quieren embarrar en su mierda? - sus ojos querían salirse de sus cuentas de la rabia que sentía. Se puso de pie, pasándose las manos por el pelo lleno de frustración.

- Al chofer lo mató Pepe, en cuanto al hombre que iba con ella, yo le dispare en un lugar que no es letal. Tenía que mostrar que soy capaz de todo, para que confiaran en mí. ¡Mirame!- dijo apuntando a su rostro -¿En verdad crees que una muchachita podría hacerme esto? - los dos rieron y se llevó la mano a la nariz - aunque deja decirte que pega duro la princesita - guardaron silencio

-¿Si me opongo y la dejo ir?- no podía creer lo que le decía su amigo

- Las órdenes son explícitas; si tú no accedes, se te dará un tiro en la cabeza y todo parecerá que fue ella quién te disparó.... Rudo eres mi mejor amigo, mi hermano y no podía permitir que te embarraran en esta mierda. Esa fue la única razón por la que acepté meterme en esta basura

Era inaudito lo que escuchaba, si no lo conociera tan bien, creería que le estaba mintiendo. No solo querían sacar del cuadro al padre de su sirena, si no también a él.

Ellos eran los que contaban con más poder en la empresa, así que si se negaba, mataban dos pájaros de un tiro. No se exaltaría, necesitaba estar en control, saber cuales eran sus pros y sus contras

- Sabía perfectamente que no aceptarías y quería estar aquí, para protegerte, para ponerte al tanto de lo que sucede- ese hombre aunque tenía apariencia dura, era una buena persona y quería sinceramente a su amigo.

Crecieron juntos, pero la vida no fue tan fácil para él, razón por la cual tomó algunas malas decisiones de las cuales no se sentía muy orgulloso. El hambre era canija y no le quedó otra opción.

Xavier siempre estuvo al tanto de él, pero cuando creció, su padre lo envió a estudiar al extranjero y perdieron contacto por un tiempo. Después de algunos años se volvieron a encontrar y la amistad siguió igual de fuerte que antes.

- No tengo miedo, me conoces bien y sabes qué...- Su amigo lo volvió a interrumpir

-¡Rudo! Sé que a ti no te importa, pero no olvides que está tú madre. Hay mucha gente envuelta en esto, incluso la policía que está en la caseta de la carretera principal. Estos hombres son despiadados, lo que le quieren hacer a esa muchacha para que convenza a su padre es...

-¿Lo qué le quieren hacer? - Arrugó su entre ceja, sabía que acababa de conocer a su sirena, pero no permitiría que la lastimaran -¿Que le piensan hacer?- preguntó molesto y caminó, sentándose frente a él una vez más

-¿Qué piensan hacer? ¿De qué hablas? -volvió a preguntar

- Cuando la trajimos le llamaron a su padre, dejándole saber que la teníamos. Le dejaron claro que si llamaba a la policía nos enteraríamos y ella pagaría las consecuencias. Quedaron en llamarle en tres días, cuando estén seguros que obedeció las instrucciones. Entonces los planes son que si ella no quiere cooperar para convencer a su padre, o él no acepta las condiciones- respiro profundamente a él mismo le daba asco siquiera repetirlo - mientras aún está él escuchando al otro lado de la línea, uno de ellos la va a tomar y violarla. El único propósito es que él escuche y acepté las condiciones. No solo eso, el que la tome tiene derecho a hacer lo mismo todas las noches si así lo desea y nadie puede decir nada. En la última noche todos la podremos tener como despedida

Era aberrante lo que decía, ¡Violarla! No podía permitir que esos cerdos la tocaran, debía hacer algo. Hablaría con ella y trataría de convencerla, para que cooperará con ellos en lo que pidieran.

Se sentó a la orilla del sillón, poniendo su cabeza entre sus manos. El odio que sentía por el padre de su sirena no justificaba lo que le pensaban hacer.

¿Que haría? Tenía que tomar una decisión pronto, debía decidir antes que llegaran los otros dos hombres. La ayudaría a escapar, pero tendría que planearlo todo muy bien. Sabía que contaba con su amigo el sapo, él nunca lo defraudará.

-Esta bien, les haré creer que estoy de acuerdo con toda ésta basura. No puedo permitir que le hagan una barbaridad como ésa a la chica- Se quedó pensativo y sonrió

-¿Ya la viste? Es hermosa, me hubiera gustado haberla conocido en diferentes circunstancias. Te juro que la hubiera conquistado, es..es.. Un sueño - habló con su vista perdida en la nada. Su amigo no pudo evitar soltar una carcajada que retumbó por las paredes de la pequeña choza.

- Creo que la hija de tu enemigo te conquisto, hasta te has vuelto poeta- los dos rieron una vez más

-¿Le viste la cara? Está muy golpeada y sus manos...- su amigo lo volvió a interrumpir

- Pepe no se toca el corazón, por eso té digo que lo mejor es que crean que tú te harás cargo de sacarle la verdad- Xavier asintió con la cabeza. Poniéndose de pié salió del lugar y regresó con un botiquín de primeros auxilios en la mano. Se lo mostró a su amigo

- Voy a curarla- sentía la necesidad de estar cerca a ella y el curarla era la mejor excusa.

Vio sus dedos sangrados, su cara hinchada y necesitaba atención. Su amigo conocía a Xavier muy bien y no le gustaba mucho ver el brillo que sus ojos irradiaban al hablar de ella. Sabía que nunca antes lo había visto así y eso lo podía meter en muchos problemas.

Cuando entró al cuarto o más bien dicho a ese pequeño agujero, se quedó parado al ver que dormía. Aún estaba hecha pelota en la esquina de ese viejo catre en donde la había dejado minutos atrás.

Ella sintió su presencia, la cual era imponente y su delicioso aroma no podía pasar desapercibido. Abrió los ojos lentamente, para encontrarse una vez más con esos hermosos ojos chocolate, observándola intensamente.

Tu amor es mi redenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora