Fue por tu bien:
Sentía el corazón en la garganta, latiendo tan de prisa que no podía respirar.
Tenía miedo al rechazo, porqué por más que le doliera, sabía que lo había lastimado y sus ojos llenos de dolor la perseguían a cada segundo.
Necesitaba hablar con él y dejarle saber la verdad, que supiera por qué tuvo que mentir. Haría todo lo posible porque entendiera que mintió, para proteger a su hijo.
Cuando llegó a su casa, le informaron que se encontraba en el gimnasio. Se dirigió hacia donde él. Al verlo se quedó parada en la puerta mirándolo, empapándose de su esencia. ¡Cómo lo había extrañado!
Su cuerpo completamente mojado por el sudor, el cuál marcaba perfectamente cada uno de sus músculos con cada movimiento que hacía.
!No había duda que ese hombre era perfecto! Tenía una figura espectacular, envidiada por cualquier hombre y deseada por toda mujer.
Lo amaba con todas sus fuerzas y verlo ahí corriendo de esa manera, como si huyera de algo la atormentaba, porque sabía que ella era la única culpable de su dolor.
Rudo sintió su presencia, como no hacerlo, existía una conexión tan profunda entre los dos que no había necesidad que ninguno de los dos hablara, para saber que estaban cerca.
Detuvo la máquina y volteo a la puerta, en donde ella se encontraba.
Sus ojos muy intensos en los suyos, pero esta vez no brillaban como siempre y eso la asustaba. Aunque quería correr a sus brazos y pedirle perdón, fue a hablar y eso es lo que haría.
- Necesitamos hablar.
Él la observó unos segundos, tomó una toalla y le dio la espalda sin responder. Se secó la cara y se mantuvo callado, por más que quería aclarar las cosas no respondió.
- Se que estas molesto..
- ¿Molesto? ¿Estas bromeando?- volteo a verla y tomándola de la mano la acercó a él. - No sabes lo que dices, molesto es poco !Estoy furioso!
- Por favor, es importante que lo hagamos...
- ¿Y se puede saber de qué demonios quiere hablar?- rio sarcásticamente - ¿De como me engañaste, haciéndome creer que el niño era mi hijo?- ella estaba muda y las lágrimas salían sin control. Estaba furioso y muy dolido. La soltó y se dio media vuelta pasándose la mano por el pelo, lleno de frustración. Volteo a verla una vez más y habló con el rostro contraído de dolor -¡No! Ya se, que tal si mejor hablamos de la puñalada que me diste por la espalda, al marcharte con él!- Podía respirar su aliento.
Le partía el corazón en mil pedazos al ver que sufría por su culpa, pero quién era él, para reclamarle que se fuera con su prometido.
Si no mal recordaba, él se acostó con Natasha por los últimos tres malditos años.
- ¿Quieres hablar de puñaladas Rudo? Pues hablemos entonces- lo interrumpió.
Rudo agachó la cabeza negando, sabía que éste era un tema doloroso para ella y hablar de ello no los llevaría a ningún lado, así que prefería evitarlo. Interrumpió.
- ¿Qué quieres Ruby? Dejaste muy claro lo que significo para ti y no veo razón..
-¡No! Me estás acusando de haberte apuñalado por la espalda ¿Y las que me diste tu a mi que?- se llevó el dedo índice a su sien y volteando al techo preguntó -¿Por dónde empiezo?- volteo a verlo a los ojos y sonrió -¡Ya se! Empecemos por la perra de tu prometida. No solo te acostaste con ella mientras yo me podría por dentro llorando tu muerte. La peor de todas fue ahora que volvió, me amaste toda la noche y solo llegó ella- apretó sus puños, le dolía más de lo que podía soportar -y te metiste a su cuarto, a revolcarte en su cama- él rostro de Rudo se suavizó un poco al ver el dolor en sus ojos, era un desgraciado, como le podía haber causado tanto daño. -¡Y tu mejor excusa es que lo haces por mi!
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Tu amor es mi redención
RomanceBastó con una mirada, con una sonrisa, para darle su corazón y eso sería lo más normal del mundo, pero no cuando esos ojos se escudan detrás de un pasamontañas, no, cuando lo que su mano empuña es un arma y no una flor. Ruby, hija de uno de los mag...