Capítulo 51.

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Capítulo 51.

En los siguientes días antes de nuevo año, nos la pasamos amueblando el resto de la casa. Haciendo de nuestro hogar, un lugar con comodidades básicas; nada lujosas porque habíamos decidido acoplarla a nuestros gustos.

Holder me ha demostrado mucho más de sí mismo en estos días, que desde que lo conozco. La conexión que tenemos, va tornándose fuerte conforme pasan los días.

Mi madre no ha parado de dejarme mensajes en el móvil de auto reflexión para mi vida, por lo que he tenido que bloquearla. Pero la sensación de gozo es eclipsada por el sonido del móvil.

Le echo una leve mirada. El nombre de mi padre refleja en la pantalla. Joder. De puta madre.

-¿Hola? - susurro, sintiéndome más culpable que nunca. Pongo el altavoz al oír el silencio al otro lado.

Espero unos segundos

-¿Me puedes explicar eso de que te has marchado de la casa de tu madre con un chico?

-Puedo explicarlo.

Se ríe.

-Oh, como el infierno que lo harás - su descontento es notario incluso desde el otro lado de la línea.

Comienzo con el relato. Informándole de todo lo que ha sucedido los últimos meses y aparto el hecho de que le he ocultado casi todo desde el principio. Y como era de esperarse, mi confesión no le hace ni pizca de gracia.

Definitivamente no era así como me imaginaba que se lo diría.

-Tienes que confiar en mi, papá.

-Eso lo decidiré yo y he decidido rechazar esa idea cuando cierto chico joven, misterioso y problemático hace que mi hija pierda la cabeza, dejando de actuar como una persona sensata para ir corriendo a un mundo lleno de sustancias ilícitas.

Mi mente queda en blanco. La respiración se me atasca en el pecho, con las últimas palabras de mi padre repitiéndose como disco rayado.

Todos mis sentidos se detienen.

-¿Qué?

-¿Creías que no lo sabía? Pues, parece que tenemos mucho de lo que hablar. No me quedaré sentado viendo como te arrastran a un mundo que no perteneces - afirma con rotundidad - Estás a punto de meterte a un mundo turbio. No lo permitiré.

Desconecto mi mente, con la sangre bombeando por todo mi cuerpo y la ira va en aumento a cada segundo. Anna se ha encargado de demostrarle a papá el noventa y nueve por ciento de las cualidades malas de Holder, omitiendo las buenas.

-No me meteré en ninguna parte. Sé lo que hago - susurro.

Sonríe a través del otro lado de manera hosca.

-¿A quién intentas convencer? ¡Ese niñato es adicto a las drogas, joder! - el grito que resuena me ha dejado helada.

Hay muchas cosas de mi vida que me enfurecen y escapan por completo de mi control. Me ofende que no me conceda el beneficio de la duda.

-Pues al menos yo no fui la ilusa que tuvo la leve esperanza de que vería a su esposa cruzar un día la puerta de la casa.

Sé que es un golpe bajo porque después de todo, mi padre no fue el responsable que nos rompiéramos como familia tras el abandono de Anna. No cuando él decidió dar la cara.

Ya no sé lo que digo.

-Te equivocas. No es lo mismo - afirma con resentimiento.

-Lo es - espeto apretando tan fuerte el móvil en la mano que la estructura sólida lastima la palma de mi mano - Mi vida no es más que una bola de falsedades, y tú lo sabes. ¡Me habéis ofrecido un mundo inexistente!

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