Capítulo 6.

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Capítulo 6.

Después de que Holder se marchara, no había podido pegar un ojo en toda la santa noche. En lugar de dormir me había echado a llorar como una gilipollas.

Molesta conmigo misma, molesta con él, cabreada con Anna.

¡Joder! Soy un asco. Y también un ser cruel y despreciable.

¿Quién soy yo para decirle todo eso? No tengo derecho a juzgarlo. En especial después de que salvara mi trasero borracho, y se haya tomado la molestia de acompañarnos a casa en mi estado de coma.

Estoy que me doy cabezasos con las paredes por ser una pija insencible. Él está tan perdido como yo. Cree necesitar algo pero volcarse en las drogas no es una opción.

Como puedo me levanto de la cama, dirigiéndome a su habitación. La incomodidad se apodera de mí en cuanto estoy frente a su puerta. Los ojos me duelen a horrores por haber llorado tanto, y la luz no me la pone fácil.

Cuento hasta tres para tocar.

Vascilante, alzo el brazo acercando los nudillos a la madera. Respiro varias veces antes de que mi piel hiciera contacto con la dura superficie. El pulso se dispara en mi cuello, haciendo que mi corazón bombee sangre a toda pastilla.

Espero unos minutos para volver a tocar.

Nada. La esperanza que tenía de disculparme se va por la borda al no oír ni un paso acercarse, ni la madera crujir al abrirse la puerta.

Decepcionada, regreso a mí habitación para vestirme e ir a clases. Quizás tenga la oportunidad de verlo.

Termino de arreglar mi cabello, acomodando mi flequillo. Bajo las escaleras mirando mis pies. La respiración se me entrecorta a medida que me acerco al comedor. Todos están sentados... Menos Holder.

Murmuro los buenos días, sentándome despacio. Me sirvo el delicioso desayuno; Hot Cakes con miel, y fresas.

-Juro que se va a entrar ese mocoso de nariz llena de granos cuando llegue - grueñe Anna por lo bajo, y pincha fuerte una mora de su Hot Cakes.

Stephan se ríe, pero no dice nada. Hace de la vista gorda sin borrar su sonrisa mientras come. Todo lo contrario a Anna, sigue mosqueada y picotea su comida como los cuervos. Logan se mete un gran bocado en la boca, masticando.

La culpa me invade. Saber que yo soy la culpable de que Holder se haya marchado impide que siga comiendo. Y saber que es lo que está haciendo es aún más difícil.

Dejo el desayuno a la mitad. Terminamos de desayunar y Stephan de ofrece amablemente a acercarme a la universidad. Nos despedimos de Anna, subiendo a él Mercedes negro aparcado en la cochera. En el camino, Logan intenta tocarme los ovarios con sus comentarios chulos. Ni siquiera volteo a verlo. Lo ignoro.

Pero mi paciencia tiene un límite. Le suelto una colleja haciendo que soltara un gruñido.

Gracias a Dios, en lo que quedaba de camino no volvió a molestarme. O de lo contrario, hubiera sacado su cabeza por la ventanilla del coche, y lo amenazaría con desnucarlo.

La doy las gracias a Stephan por el aventón.

Recorro el aparcamiento a grandes zancadas, girando la cabeza en diferentes direcciones pero mi campo de visión es limitado entre tantas cabezas de todos los colores en movimiento.

No está ni su flamante moto y tampoco su extraño dueño montado en ella, y el corazón se me acelera. Sintiendo los golpes en lo profundo de mi pecho.

La preocupación me agobia con los ojos dándome vueltas.

Con la mandíbula tensa, camino hacia el interior de la universidad. Me arrepiento cuando doblo en la esquina, y me encuentro con los capullos de sus amigos. Mierda.

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