Capítulo 31.

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Capítulo 31.

Me desperté a la mañana siguiente cómodamente envuelta en una bola de calor. Estoy extrañamente apretada e inmovilizada por una fuerza mayor a la mía. Entonces, abrí los ojos y parpadeé varias veces para ver, que estaba a un centímetro de que mi cuerpo saliera del colchón para ir a dar al suelo. Como no.

En algún momento de la noche, Holder acaparó gran parte de la cama, inmovilizándome bajo su cuerpo al tenerlo pegado a mi espalda como un Koala.

A pesar de todo, estar tumbada con él se sentía increíblemente bien. Pero también se siente tan mal que duele. Lo que es oro, poco dura y ahora mismo, esto, se irá a la mierda. Pronto.

Con cuidado, saco su brazo de mi cintura, levantándome de la cama, lentamente, sin dejar de observarlo dormir como tronco por encima de mí hombro. No se mueve, sigue igual que la Bella Durmiente. El pensamiento de lo que hice anoche mientras permanecía inconsciente en el sueño de los borrachos, me hizo hervir de vergüenza. Joder, soy una mala persona. Aprovecharme así de Holder mientras esté dormía, es retorcido y perverso.

Salgo rápidamente de la cama, entrando al cuarto de baño y suspirando.

Bien hecho, Grey. La has jodido a lo grande.

Ahora, tendría un sucio secreto que guardar hasta que me muera. Estoy que, literal, me trepo por las paredes mientras le unto crema dental al cepillo y comienzo a cepillar mis dientes.

No llevo ni tres minutos en el baño cuando la puerta se abre. Quedo con la boca abierta, sosteniendo el cepillo con una mano y mirando al intruso desde el espejo. Holder me mira serio desde el marco de la puerta, con los mechones apuntando en diferentes direcciones. Me apresuro a escupir en el lavamanos, abriendo el grifo del agua y me salpico la cara, volviendo al mirar hacia el espejo. Bueno, no es un espejismo. Aún sigue mirándome callado desde la puerta.

-¿Querías algo? - le pregunto, dudosa de si decirle buenos días. Jesús, después de todo no sé cómo coño está su humor al despertarse.

Nervioso, se pasa una mano por la cara, subiendo hasta tirar de su pelo.

-¿Cómo carajos terminé durmiendo en tu cama? - dispara, con un mensaje que interpreto como: “Estoy asustado como la mierda y no sé qué coño pasa”.

Mi cara debe reflejar lo decepcionada que me encuentro al saber que no recuerda lo que sucedió. Iba pedo, Tessa. ¿Qué esperabas?

-Trepaste por mi ventana, lo más seguro.

Frunce el ceño y luego abre un poquito los ojos. Eso, ¡recuerda!

-¿Y me metí a tu cama?

Asiento, incómoda.

-¿Así nada más?

Vuelvo a asentir. , te metiste en mi cama y llegaste balbuceando lo mucho que me echabas de menos y bla bla bla, pero dudo que tú media neurona lo recuerde, ¿cierto?

Tengo que preguntarle. Ahora o nunca.

-Con lo que dijiste anoche, ¿es cierto?

-¿Qué parte? - susurra, alzando una ceja. Jodeeeerrrr, lo recuerda. Un rubor sube por sus mejillas pálidas.

Me muerdo el labio.

-Lo de que me querías y todo eso. ¿Es cierto?

Nuestras miradas se encuentran y la chica valiente que había dentro de mí, cierra la puerta para dejarme sola. Desplaza la mirada a mi alrededor, con la manzana de Adán subiendo y bajando al tragar. Me mira, con los ojos muy abiertos, se queda sin aliento. El azul de sus ojos se aclara más, dejándome apreciar el negro de su pupila.

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