Capítulo 37.

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Capítulo 37.

Hablar con Lyla ha quitado de mis hombros un peso enorme. Es como si fuera una segunda Alison y casi podía decir que me gané otra amiga. Su humor ocurrente me hizo olvidar por un momento todos los problemas que estaban a punto de desplomarse encima de mí y sepultarme hasta que ya no pueda respirar.

Las horas corren en contra reloj. El tik tok del reloj de pulsera me recuerda constantemente que mis horas de tranquilidad están contadas y un nudo se instala en la boca de mi estómago.

Trago saliva cuando las puertas se abren con un sonido metálico y frío. Es el capullo.

Lyla pone mala cara en cuanto lo ve.

-Puedes salir.

-¿Cómo? - mi cerebro no procesa la información.

El tocapelotas entorna los ojos.

-Tus padres han pagado tú fianza y la de ese chico - informa, de brazos cruzados y mala cara.

Mi mirada se encuentra con la de Lyla.

Esta sonríe.

-Ya lo ves, princesita, tus padres se han gastado una buena pasta para sacaros - se pone en pie, caminando hacia mí con sus botas de combate altas. Me tiende la mano y me levanta de el suelo en un gesto casi masculino - Ahora debes irte, este no es un lugar para una damita.

La envuelvo con mis brazos, sintiéndome culpable de que ella vaya a quedarse en esta pocilga mientras yo salgo libre gracias a los millones de dólares que tuvieron que pagar.

-Un consejo más - se separa de mí, haciendo que la mire. No hay rastro de sarcasmo en su cara - Si todo llega a irse a la mierda y sabes que no puedes controlarlo... Déjalo ir, ¿vale?

En sus ojos verdes leo la preocupación. Frunzo el ceño, pero asiento. Sé lo que quiere decir.

-Bien, nos veremos por ahí.

-¿Sabes dónde vivo?

-Nhaaa, pero no me será difícil buscar los barrios finos, ¿sabes? - me rio y en ese momento, el agente Hank carraspea.

-El tiempo no va a hacerme más joven, cariño - canturrea, sarcástico.

Lyla pone los ojos en blanco mientras yo resoplo.

-Todo lo contrario, te hace cada vez más capullo - espeta irónicamente. Contengo que se me escape una risotada.

El hombre ogro vuelve a gruñir. Esta vez me despido de Lyla con un fuerte abrazo.

Camino nuevamente por el pasillo y de pronto mi mente se dispara como una olla de presión. Oh, Dios. ¿Regresaré de nuevo a Londres? ¿Holder se irá con su madre? Un montón de preguntas se agrupan en mi cabeza, volviéndome loca en un chasquido de dedos.

Mis pies se congelan en el mismo lugar. Nunca me había parecido el aire acondicionado tan frío y daría lo que fuera para no ver la cara de Anna en estos momentos. Sus ojos me traspasan como dagas. Está de pie junto a Stephan.

Quiero echarme a llorar de la frustración. ¿Me creerá si le digo que no tengo nada que ver?

En eso, pasos atrás de mí hacen que gire la cabeza. Holder viene caminando junto a un policía. Sus ojos azules suspiran de alivio al verme pero tan rápido como aparece, se tensa. Sus cejas oscuras se fruncen.

-Aquí los tenéis - dice Hank.

El hombre que nos atendió al llegar, se  acomoda mejor en la silla, cruzando las manos entrelazadas por encima de el escritorio.

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