Capítulo 29.

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Capítulo 29.

¿Cuántas son las probabilidades de qué te enamores de tú hermanastro?

Muchas.

¿Qué tiene de malo?

Joder. Demasiado.

La única que saldrá con el corazón jodidamente roto soy yo. Él ya lo dijo. Nada de relaciones monógamas. Incluso, si deseo un corazón él no será quién se lo saque y me lo entregue.

Estoy jodida en todos los sentidos.

Y es una auténtica mierda estar así. ¿Cómo pude ser tan gilipollas? Demonios. Deseo darme cabezasos por el error más estúpido que he cometido.

En estos momentos, tengo como en esas pelis donde aparecen dos diminutos seres representando el bien y el mal. Pues, mi lado bueno me dice que no tiene nada de malo enamorarse, pero que tenga cuidado. Mientras que mi otra parte me deja ver lo tonta que he sido al dejar que se deslizara por una pequeña rendija.

Ah, y eso sin contar en el qué dirán los vecinos cuando los cotillas lleven la nueva nueva. Puede que Holder y yo no llevemos la misma sangre corriendo por nuestras venas, pero el hecho de que nuestros padres estén casados y nosotros vivamos bajo el mismo techo da rienda suelta a los malos comentarios  si llegamos a involucrarnos sentimentalmente.

Estoy que me tiro de los pelos. Miro la hora en el reloj de la mesilla de noche. La una de la madrugada y yo sin poder pegar un ojo.

Envolviéndome con la colcha hasta la nariz, intento apagar mis pensamientos acelerados y dormir de una puñetera vez.

🍁🍁🍁🍁

Al día siguiente mi humor es de perros. Sinceramente, no sé si es culpa de tener a la abuela de visita este mes.

Sólo dejé mi habitación una vez, que fue para desayunar y regresé de nuevo a mi cueva, echada en la cama y con un dolor de ovarios que parece no aliviarse nunca. Coloqué el móvil en modo avión para disfrutar de mi soledad sin ninguna interrupción viendo la TV y comiendo frituras.

Le subo volumen a la TV cuando empieza a sonar la melodía de Bradley Cooper y Lady Gaga, Shallow de la película Nace una estrella.

Comienzo a cantar la parte de Lady, sintiendo una fuerte conexión con la letra. Porque justamente conozco a alguien desesperado por intentar llenar el vacío en su vida ciegamente.

Sentándome en el piano, desplazo mis dedos por las teclas, interpretando la canción de Shallow. 

En eso entra Anna. Paro de tocar. Seguro llamó varias veces pero estaba tan concentrada con la música que no le oí. Va vestida elegante, demasiado elegante.

-Iré a una reunión entre mis colegas del trabajo, y Stephan me acompañará. ¿Podrás manejar tú sola la casa hasta que lleguemos? - pregunta con el ceño fruncido en duda.

Bueno, si esos dos dolorosos granos en el teasero no están para hacer mi tarea un infierno, no creo que haya problemas.

Así que finjo una grande sonrisa de una confianza que hasta a mí me deja sorprendida. ¿Se la habrá tragado?

-Por supuesto. ¿Cuánto tiempo estaréis fuera de casa?

Comienzo a imaginarme mi infierno personal por las próximas horas sin la supervisión de un adulto responsable en la casa. Y mucho más teniendo a los hermanos Scott de anfitriones, y con el lema de: ¡Me importan un carajo las reglas!

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