Capítulo 24.

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Capítulo 24.

Me despierto de repente, momentáneamente confundida. Hay algo que me ha despertado. No es el despertador, ni la alarma en mi móvil. Son pequeños sonidos. Saco la cabeza fuera de la colcha e intento espabilarme.

Quedo de piedra al chocar contra un rostro familiar. Abro la boca de la sorpresa. Tengo a Holder sentado en una de las sillas, al lado de la cama. Una pierna cruzada en la rodilla y sus dedos tamborilean encima de la mesita de noche. Entorna los ojos, haciéndolo con más facilidad que anoche.

-Hasta que despiertas - dice, impaciente.

Tiene mejor pintas que anoche. La inflamación del ojo derecho le ha bajado un ochenta por ciento en toda la noche. Su pómulo ya está mucho mejor, excepto por algunos cortes que lucen peor. El labio herido está menos inflamado, aunque aún sigue viéndose mal.

-¿Por qué estás aquí? - le pregunto incorporándome en la cama.

-No seas creída. No vine para verte. Usaré la ducha de tú baño - se levanta de la silla, encaminándose a dicho lugar.

¿Cómo dijo?

Salgo corriendo de la cama, haciendo malabares con la colcha que se encontraba enredada en mis piernas. Le cojo del codo, deteniéndolo antes de que pueda entrar al baño. Una pícara sonrisa adorna sus labios carnosos mientras se da la vuelta, cruzándose de brazos.

-¿Qué? ¿Quieres venir conmigo? Mira que yo no tengo ningún problema porque me acompañes. Así nos duchamos los dos juntos y me frotas el jabón en la espalda, ¿va? - me guiña un ojo. La sangre me sube hasta las mejillas, caliente. Se lame los labios, dándole un aire de depredador.

Sus ojos bajan a mi piel enrojecida, para después subirla otra vez a mi cara.

-¿Pero qué dices? Jamás me bañaría contigo, grandísimo imbécil - lo empujo, echando chispas - Puedes ducharte en cualquier otro baño. Hay muchos. ¿Por qué en éste? 

A veces me pregunto si solo lo hace para fastidiarme.

Holder se encoge de hombros, metiéndo las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo negro.

-Porque quiero. ¿Te vas a comportar como una perra?

Sus palabras me lastiman más de lo que quiero aceptar.

Si alguien carece de sensibilidad... Ese es Holder. Este hombre es tan frío y cruel que en serio dudo que alguien llegue a importarle más que él mismo.

Me hago hacia atrás.

-Largo - susurro conteniendo toda mi ira en mis manos empuñadas. Me mira mal.

¿Quién se ha creído para venirme a insultarme? Por mi puede irse a la mierda.

Me exaspera su actitud de: “Me importa un carajo”. Está aún de pie, mirándome con los ojos entrecerrados y aura de engreído.

De pronto, me acuerdo de algo. Y él es él único que puede darme esa repuesta, y espero que no sea lo que estoy pensando.

Las palabras son desgarradoras al salir, cortando el interior de mi garganta igual que un cuchillo.

-Esa vez, cuando me quedé en la fraternidad... ¿Cogiste mi móvil? - lo miro a los ojos. Su ceño se frunce, pero su expresión tranquila no cambia.

-No sé de qué hablas.

Claro que sí lo sabes. Lo ha sabido todo este tiempo.

-Fuiste tú quién planeó todo esa noche. Desde que me viste llegar a esa maldita casa llena de locos supiste cómo mover las piezas. Borraste los mensajes y desviaste las llamadas de mi madre, alardeando a mis espaldas tú victoria reciente frente a toda esa pandilla de descerebrados. Atrévete a negarlo, maldito mentiroso - no me he dado cuenta que mientras hablo, camino hasta estar a centímetros de su cuerpo. Parpadea, teniendo el descaro de parecer ofendido.

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