Capítulo 52.

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Capítulo 52.

Me remuevo bajo las sábanas, envueltas alrededor de mi cintura. Un calor abrasador calienta mi piel, haciendo que despierte poco a poco. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la luz natural que se cuela por los cristales de la ventana. Palpo a un costado del colchón, buscando un cuerpo a tientas. El lugar se encontraba vacío.

Parpadeo, mejorando mi enfoque. Pronto mi vista capta a una silueta que permanece entre la oscuridad, a un costado de la ventana.

Holder me contempla desde su posición, inhalando el humo del cigarrillo que sostiene entre los dedos. No puedo decir con claridad lo que refleja su rostro, pero aunque este se muestra sereno, el vacío en sus ojos me pone en alerta.

Me incorporo de la cama, sosteniendo la sábana contra mi pecho desnudo. Siento una molestia en mis partes al sentarme, haciendo que frunza los labios un poco.

-¿Qué sucede?

Suelta el aire que estaba conteniendo del cigarrillo, recargando la cabeza en la pared y casi parece meditar la respuesta, ceñudo. Un mal presentimiento se adueña de mi pecho.

-Nada - responde después de algunos segundos en silencio. Casi parecía preocupado.

Lo miro recelosa.

-¿Estamos bien? - me atrevo a preguntar nuevamente ante la frialdad del momento. Se supone que así no era como debería de despertarme y definitivamente algo estaba pasando.

De pronto me aterra la idea que lo de anoche no haya sido lo suficientemente satisfactorio para él.

Con el cigarrillo por la mitad y dando la última inhalada, bota el resto por la ventana y se acerca a la cama. Apoya las rodillas sobre el colchón, subiéndose y comenzando a gatear hacia mi. Trepa por mi cuerpo, acorralándome entre sus brazos y el espaldar de la cama.

Tras darme una mirada profunda, dirige sus labios hasta mi frente donde deja un beso plasmado a fuego.

Cierro los ojos al sentir ese tacto. Logra calmar por instantes las dudas de mi interior.

-Mírame - ordena en voz baja. Los abro. Una sonrisa aflora en las comisuras de sus labios - Has estado perfecta.

Es como si supiera cada uno de mis pensamientos. Ha leído la inseguridad reflejada hace cinco minutos.

Sonrío medio atontada. Pero pronto mi sonrisa se congela al ver una de sus cejas arqueadas y una mueca de disgusto dibujada en sus facciones. Tiene la vista clava en mis manos sosteniendo la sabana contra mi pecho.

-¿Por qué te cubres?

Siento como el calor sube hasta mi cara, sonrojándome. La indignación me puede.

-No porque las hayas visto anoche significa que andaré con mis cosas al aire.

Arruga el entrecejo. El humor brilla en sus ojos de pronto. Chasquea la lengua.

-Has arruinado mis fantasías por completo - se hace el ofendido. Entorno los ojos. - Y desde ahora, tus cosas, son mías. Sólo mías, para contemplarlas mientras voy devorando cada rincón de tu cuerpo.

No puedo evitar reírme. Parece un niño caprichoso y el hecho que este encaprichado con mis pechos demuestra que es un hombre al final de todo. Un hombre de calientes pensamientos y pervertidas intenciones.

Me muevo, recargando mi espalda en la cama. El movimiento vuelve a traer de vuelta el dolor en mi entrepierna.

-¿Te duele? - pregunta al ver mi gesto contraído.

-Un poco. Creo que me has roto algo. Literalmente.

Sonríe orgulloso.

-No oí quejas cuando te metí la po...

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