Heaven's Night

Stratego

Al tercer día, el gobierno por fin retiró a sus fuerzas armadas de las inmediaciones de la ciudad y levantó la cuarentena, tanto de la zona aledaña al cráter en el que antes estaba la base de Wesker, como del hospital, lo cual significaba que Sherry, Jake y los demás ya podían volver a casa.

Los primeros en marcharse fueron Barry y sus hijas, pues era imperativo que continuara su tratamiento en Estados Unidos cuanto antes si quería recuperar la movilidad de sus piernas.
A Chris se le cayó el alma a los pies cuando lo vio salir de su habitación en una silla de ruedas, empujado por Moira, quien se limpiaba las lágrimas de las mejillas, el viejo Barry había sufrido un daño severo en la columna vertebral por el golpe, los doctores decían que era un milagro que no haya terminado en estado vegetativo, pero a pesar de la noticia, Barry no se dejó vencer y mantuvo su actitud dura y carismática, prometiendo recuperarse antes de un año.

-¡Tengo que recuperarme antes de que Natalia entre a la secundaria! Alguien tiene que ahuyentar a los muchachos que se atrevan a ponerle los ojos encima, ¡y en esta maldita silla no podré perseguirlos!

Al menos no había perdido su sentido del humor, eso era buena señal.
En el vuelo del día siguiente, Claire, Leon y Helena partieron de vuelta a casa, pues ya se habían recuperado en su totalidad de sus heridas.

Antes de partir, Claire intentó hablar con Sherry, pues quién sabe cuánto tiempo pasaría hasta que Jake tuviera las fuerzas para viajar, quería disculparse por el caos que provocó en su casa, y, por todo lo demás.
Por fin, luego de varios meses de sentirse perdida en la vida, Claire había recuperado la fuerza para reacomodar su vida, pero tristemente, eso no era suficiente para su querida amiga, pues Sherry le negó la entrada a su habitación, por más que llamó a la puerta y le prometió por su vida que no estaba ebria, la ex-agente no le dirigió la palabra.

Claire no tuvo más opción que volver por donde vino, esperando que algún día pudieran arreglar las cosas, no quería perderla, Sherry era demasiado importante para ella.

Al final, los únicos que permanecieron en el hospital fueron la joven pareja y Chris, pues Jill aún no había despertado.
El viejo capitán ansiaba volver a su hogar... Tomar a Jill en sus brazos y entrar en su departamento para irse directo a la cama y dormir un día entero, o tal vez ordenar un par de hamburguesas, las más grandes que hubiera en el menú, y quedarse en el sillón disfrutando de una tarde en paz frente al televisor.

Si... Eso sonaba bien, incluso le dibujó una sonrisa en su rostro el imaginar que pronto podrían retomar sus vidas.

El elevador se abrió de par en par, y como de costumbre, Chris caminó, con un libro bajo el brazo, directo a los sillones fuera de la habitación de Jill, dispuesto a repetir la misma rutina de todos los días, que era básicamente, sentarse a leer hasta que cayera la noche.

Pero esa mañana sería diferente, pues la sala de espera no estaba sola, había alguien sentado en su lugar.
Se detuvo un segundo para mirarlo, era un hombre un poco más alto que él, corpulento y de barba tupida, su cabello largo estaba perfectamente peinado y usaba un elegante traje con corbata.
Poseía un rostro amable y sereno, pero eso no era suficiente para tranquilizar a Chris, que no lo reconocía de ningún lado.

Se acercó con cautela, y se sentó al lado de él, cuidando de tener a la mano su arma.
A estas alturas, nunca se es demasiado precavido.

-Es una mañana increíble, ¿no crees?

Habló el extraño, mirando con una media sonrisa al exterior, igual que Jake el día anterior.

-Supongo que si.
-Creí que los guardias jamás me dejarían pasar, tuve que escaparme por el área de lavandería para poder llegar aquí, dijeron que Jill no esta recibiendo visitas, pero necesitaba venir.