La rutina de Claire solía ser bastante simple, por las mañanas se despertaba temprano para poder ir a las duchas del albergue, aprovechaba el frio de la madrugada y que todos estaban dormidos para quedarse un buen rato bajo la regadera, poniendo la mente en blanco y simplemente sentir el agua caliente recorriendo su cuerpo.
Luego esperaba a que los cocineros, gente voluntaria y amable que todos los días acudian a llevar comida a los más necesitados, comenzaran a servir el desayuno en grandes platos.Conocía a unos cuantos, sobre todo a una joven universitaria que hacia su servicio social y que era quien solía llevarle frutas frescas, y que siempre estaba dispuesta a servirle un poco más de lo que sea que haya cocinado, a veces hasta guardandole una porción en secreto para que comiera después.
Claire se marchaba del albergue con los primeros rayos del sol para "trabajar" si es que se le podía llamar así.
Se ponía su gastado gorro de lana que cubría su cabello cobrizo y descolorido, tomaba un viejo carrito de metal que había encontrado y buscaba en la ciudad latas de aluminio, plástico, deshechos de cobre y otros materiales reciclables qué la gente solía tirar a la basura para reciclarlos y venderlos.No era el mejor trabajo del mundo, tenia que caminar todo el día y rebuscar en los botes de basura, aguantando las miradas de la gente que pasaban a su lado, pero, era mejor que pasar hambre.
A veces cuando encontraba cosas interesante en los cubos de basura de hoteles y restaurantes, cosas que todavía tuvieran una vida útil, las juntaba y se iba todos los domingos a un mercado local de segunda mano, donde montaba un pequeño puesto en el suelo y disponía los objetos hallados sobre una manta, tratando de sacar un par de billetes más.
Había vivido de esta manera los últimos años, aunque, había días en los que se sentía especialmente desmotivada, cansada, en los que no le apatecia hacer nada... De esas ocasiones en las que cuesta horrores siquiera sacar un pie fuera de la cama. Y este era uno de esos.
Apenas salió del albergue con su carrito detrás de ella supo que no sería un buen día, sus pasos se sentían más pesados, tenia los hombros caídos y suspiraba de forma melancólica de vez en cuando.
Ni siquiera pudo llegar a la primera parada de su ruta, un restaurante italiano a dos cuadras del albergue, tuvo que detenerse y tumbarse a la sombra de una reja para recuperar el aliento.El peso de los años en los que había vivido mal, durmiendo poco, comiendo aun menos y en los que la soledad le aplastaba el corazón ya le habían pasado factura en forma de fatiga crónica y enfermedades, como hipertensión y problemas de azúcar. A veces se quedaba sin aire de la nada, el siquiera estar de pie se volvía una carga, y en esos momentos solo deseaba cerrar sus ojos y... ¿Dormir durante días? ¿Semanas? O quizá, ¿ya no despertar más? Ni siquiera lo sabia.
Su estómago rugió de forma dolorosa, el desayuno de esa mañana no había sido suficiente, y ya se le habían acabado las galletas que se robó de la reunión de AA.Necesitaba comer algo más sustancioso, más nutritivo, la piel se le pegaba a las costillas, sus brazos eran meros mondadientes y sus piernas flacas temblaban con cada paso que daba.
Intentó levantarse, pero no lo consiguió... Así que, con una mirada derrotada y pérdida en la nada, se acomodó en el suelo, estiró la mano recargandola sobre su pierna, y esperó a que algún alma caritativa le diera un par de monedas para comprar algo en una tienda de autoservicio.
"Justo cuando creí que no podría caer más bajo..."
Pensó, bajándose un poco el gorro de lana para ocutar sus ojos, le dolería toparse con alguien conocido.
-¿Qué estás haciendo?
Claire alzó la mirada, esa voz infantil no venia de la calle, sino detrás suyo.
Volteó la cabeza y miró a través de la reja de metal a un pequeño, quizá de unos cinco años, o cuatro, era mala para calcular edades.
Tenia el cabello alborotado y de color castaño, además de unos ojos verdes que la miraban con curiosidad.-Estoy descansando un poco.
Ni siquiera se había dado cuenta de que cayó justo delante del orfanato que estaba en la misma calle del cementerio donde descansaba Leon.
-¿Y qué es eso que llevas?
-Un carrito, me ayuda para cargar las cosas que encuentro en la calle.
-¡Oh! Entonces... ¿Eres una persona sin hogar?Escucharlo de un niño tan pequeño le dolió, pero no quería ser grosera con él.
-¡No! No soy una sin hogar, más bien soy una... Persona sin casa.
-Pero es lo mismo ¿no?
-No exactamemte, una casa es un lugar donde vas a dormir y ya esta, y un hogar es donde están tus seres queridos, donde te sientes seguro y feliz...Claire dejó de hablar, pensándolo mejor, tal vez si que era ambas cosas.
-¡Ya entiendo! ¿Entonces en donde esta tu hogar?
-Muy... Lejos de aquí.El pequeño ladeó la cabeza, aunque en su joven concepción de las cosas no pudo notar la tristeza con la que le había respondido.
-¿Y cómo es tener un hogar?
Esa pregunta del pequeño le provocó un nudo en el corazón, ¿qué se supone que debía responderle?
-Es un poco difícil de describir, es cálido, agradable, no importa que tan mal te haya ido en el día, cuando llegas a tu hogar todo mejora, porque ahí te están esperando las personas que amas, y que te aman.
-Mmh... Entonces creo que yo tampoco tengo un hogar, cuando vuelvo a mi cuarto los otros niños tontos me molestan y me esconden mis juguetes, ¡el otro día lanzaron mi dinosaurio favorito por la ventana! Se le rompió una pierna y se la pegue con cinta, mira.Dijo sacando su juguete de su bolsillo y mostrandoselo, lo decía con una inocencia tal que Claire no supo si reír o sentirse mal por el chico, pero, pensando en lo mejor para él, hizo lo primero.
-Jeh, que cretinos...
-Oh, mis amigos me están hablando, ¡adiós señorita del carrito!Se despidió con un ademán bastante efusivo, y volvió corriendo al área de juegos, donde un grupo de niños ya lo estaban esperando para jugar a las atrapadas, y Claire lo vio marcharse, no podía evitar sonreir al ver a esos pequeños jugando, parecían tan felices y despreocupados.
-Adiós, niño del juguete roto...
Entonces un mareo la invadió, haciendo que se desplome sobre la acera, no paso mucho tiempo hasta que cayó en la inconsciencia.
Tal vez esta sería una de esas ocasiones en las que la gente veía a una persona sin hogar al lado de la calle y simplemente lo ignoraban, pensando que estaría ebrio o drogado, solo la verían durante dos segundos y después seguirían su camino, pero, esta vez sería diferente...-¡Oye! ¿¡Te encuentras bien!?
Una mujer con el cabello rubio se arrodillo a su lado, apresurandose a poner dos dedos sobre su yugular para comprobar su pulso, además de asegurarse de que no tuviera fiebre o algún síntoma de una enfermedad o virus.
La mujer sacó su celular y marcó rápidamente, comenzando a voltear a Claire para darle primeros auxilios.-Aquí la agente Ashley Graham, necesito una ambulancia urgente en la avenida 45, en frente del Orfanato Iridescent, tengo una mujer de cuarenta y tantos desmayada a un lado de la acera...
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Heaven's Night
FanficUna misión ha salido terriblemente mal, la agente Sherry Birkin sufrió un severo accidente que casi le cuesta la vida.Y el precio que tuvo que pagar por no dejar éste mundo fue demasiado alto... Incapacitada, sola y deprimida no sabe qué debe hacer...