38- One More Soul To The Call

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El primer movimiento de Jill fue tratar de ir directamente por la garganta de su enemigo, cortarla de un solo tajo, pero Wesker no iba a ponérselo fácil, desvío el cuchillo golpeando su antebrazo, usó tanta fuerza que casi la hizo soltar el arma, aunque Jill se mantuvo firme y continuó lanzando tajos y cortes al aire con la intención de dañar el cuello o el corazón.

El frenesí, la adrenalina y la furia la mantenían despierta y alerta, retrasaban los efectos del virus T corriendo por su sistema, aunque ya comenzaba a sentir los primeros síntomas de que se estaba convirtiendo en un zombi, su temperatura corporal bajaba en picada y las náuseas se volvían cada vez más difíciles de controlar, pero no podía permitirse ceder a la infección sin haber matado a Wesker antes, ¡tenia que lograrlo!

-¡Suficiente!

Bramó el terrorista, tratando de atraparla, pero Jill se apartó a tiempo, trastabillando, y sin darle tiempo de reaccionar, volvió a atacarlo.

-Tantos años que desperdicie por temer a tu sombra...

Wesker se defendía habilmemte, si bien su fuerza bruta era mayor, la carencia de la dosis de Uroboros comenzaba a pasarle factura, ya no era tan rápido y hábil como cuando se enfrentó a Jake, a veces perdía el control de su cuerpo por un momento y sus extremidades dejaban de responderle, o se movían por cuenta propia, cosa que lo frustraba. El también intentaba acabar con Jill antes de que el Uroboros dejara de obedecerlo.
Para ambos era una carrera contra el tiempo, y aquél que perdiera, le costaría todo.

-¡Tantos años que viví atormentada por tu culpa!

Le gritó, al momento que logró hacerle un corte profundo en la mejilla, Wesker gruñó furioso y nuevamente trató de inmovilizarla, pero la agente lo sorprendió con una llave de lucha que lo mandó al suelo, y le dio la oportunidad de enterrar su cuchillo en su cuello, cerca de de la yugular.
Wesker aulló de dolor, y su grito sonó ahogado por la sangre que comenzaba a acumularse en su garganta.
Alcanzó a darle un golpe con el codo a Jill para quitársela de encima, no podía creer que había logrado darle un golpe mortal como ese, y no estaba seguro de poder resistir otro igual.

Ambos se levantaron con trabajo, el cansancio, derivado de los efectos de sus respectivos virus comenzaban a hacer estragos en sus conciencias.

-Tú no puedes matarme, por mucho tiempo tú y Chris han retrasado mi destino, mi misión de salvar este mundo de su propia destrucción. ¡No dejaré que sigan negandome mi futuro!

Gritó colérico, fuera de si, guiado por las ansias de matarla de una vez por todas.
Pero la agente se mantuvo centrada, volvió a adoptar una posición de combate, y miró a Wesker con fuego en los ojos.

-Esto es, por el daño que le hiciste a mi cuerpo...

Wesker se lanzó nuevamente contra Jill, como una bestia irracional que atacaba solo por instinto, pero Jill lo evadió rápidamente y volvió a clavar su cuchillo entre las costillas de su enemigo.

-El daño que le hiciste a mi mente...

Pronunció, recordando todas las veces que se despertaba en mitad de la noche, gritando, por las terribles pesadillas relacionadas con él.
Jill lo hizo perder el equilibrio de una patada, derribandolo nuevamente, y se abalanzó directo a su punto débil, el corazón.

-¡El daño que le hiciste a mi alma!

Wesker reaccionó y frenó el cuchillo de la agente, pero Jill lo cambió de mano y lo clavó en su pecho, sintiendo como el filo y el metal perforaban las protuberancias del Uroboros y atravesaban de lado a lado el corazón.
Ni siquiera pudo gritar de dolor, su cuerpo había llegado al límite, su fuerza sobrehumana se desvanecía.

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