5-Carolyn

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Han pasado alrededor de dos semanas desde que Sherry volvió a casa, y en todo este tiempo no se atrevió a salir a las calles, tenía miedo de perderse, o que la asaltaran, o que un auto la arrollar a. Cualquier cosa podía pasarle allá afuera.

Aunque... Si se ponía a pensar en lo del auto, no le parecía una idea tan loca...
Sherry se estaba ahogando, había caído en un agujero del cual no encontraba la salida.

Se podía contar con los dedos de una sola mano las veces que había comido en esas dos semanas, rara vez se levantaba de su cama.
Ya se había aprendido el camino y la posición de las cosas en su baño, pero eso no impidió que la noche anterior resbalara al salir de la bañera.
Se golpeó la cabeza, y esa pequeña caída bastó para alterar todo su sentido de la orientación, pues su baño era bastante grande.

Intentó tantear con las manos para encontrar su toalla, el lavabo para levantarse, o cualquier cosa, pero volvió a resbalar con el piso húmedo.
Y ésta vez no se levantó, solo se quedó ahí, hecha un ovillo en el suelo de su baño...

-¿Qué hora es?

Preguntó en voz alta, ya había perdido noción del tiempo.

-Son las 9:00 pm.

Respondió su celular, programado para recibir órdenes por voz.
Llevaba todo el día en cama, y apenas decidió levantarse para bajar a... ¿Hacer qué? No lo sabía.

Pero si pudiera mirarse al espejo sin duda pegaría un grito del susto...
Los doctores le dijeron que se tomara varias vitaminas especiales que le habían recetado para una recuperación física más pronta, su cuerpo usó demasiados carbohidratos y vitaminas para sanarse a sí mismo, debía reponerlos todos, o de lo contrario sufriría una descompensación terrible.

Pero no se había tomado ni una sola, seguían selladas y guardadas en la mochila que el conductor dejó junto a la silla de ruedas.

Así que había adquirido un aspecto convaleciente y desahuciado...
El cabello se le caía, la piel se le pegaba a los huesos, cada vez que se tocaba el estómago podía sentir que sus costillas sobresalían de manera prominente, sus pómulos se habían afilado hasta el punto en que sus mejillas literalmente desaparecieron, su presión arterial casi siempre estaba por los suelos, todo el tiempo tenía frío y ganas de dormir, y, quizá nadie pudiera notarlo por la venda negra, pero tenía los ojos hundidos por la tristeza...

Cualquiera que la viera y no la conociera pensaría que Sherry sufría de anorexia, o peor aún, podrían confundirla con un cadáver viviente como los que había combatido toda su vida.

Bajó las escaleras lentamente, vestida solo con un pantalón de pijama y un suéter que ahora le quedaba holgado.

Llegó a la cocina y trató de servirse un tazón de cereal.
¿Qué tan difícil podía ser? No era como preparar estofado o hamburguesas, como había intentado en el pasado.
Tomó lo que creyó era la caja de cereal y fue por un plato.

Pero como aún no lograba dimensionar bien, terminó por tirar la caja al suelo cuando lo estaba sirviendo, y todo su contenido se derramó.

-¡AGH, MIERDA!

Gritó, y lanzó el plato contra la pared, frustrada.

-Ya no puedo ni servirme un maldito plato de cereal...

Era en momentos como éste que no dejaba de maldecir a sus padres por haber enloquecido de poder y dejarla sola, sin más familia en el mundo, simplemente ella.

Cuando volvió a su hogar lo primero que hizo fue llamar a varios de sus amigos para pedirles ayuda.
Amigos de la escuela, del trabajo, de Internet, a todos los que pudo, pero lo único que recibió por respuesta fue un "¡lamento tanto lo que te sucedió!"
Sobra decir que ninguno acudiría a ayudarla, todos tenían sus propias familias por las que preocuparse, sus propios trabajos y vidas...

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