Durante todo el camino de regreso a casa de Tom, Samantha permaneció callada.
— ¿Te divertiste? — le pregunto Tom
—Mmmm— fue todo lo que ella respondió
— ¿Te sientes bien?
—Sí, no podría sentirme mejor. Fue maravilloso pasar la tarde con mi abuela, solo que estoy un poco cansada, creo que esta noche me acostare temprano.
Tom no dijo nada más y cuando llegaron a la casa, ella entro mientras Tom se quedaba hablando con Ian. Cuando entro, no vio a Samantha por ningún lado, así que supo que se había ido a dormir. Como se sentía demasiado ansioso para irse a dormir, se preparo un par de waffles y una taza de café, lo llevo todo al salón y encendió el televisor.
Samantha entro tan silenciosamente que Tom no advirtió que estaba cerca de él hasta que levanto la vista y la vio allí envuelta en su bata, su cara limpia y el aspecto de una niña de doce años. Advirtió que deseaba pedirle algo, instantáneamente apago el televisor y la miro. Samantha se sentó en el borde del sillón a unos centímetros de él.
—Tom— le dijo titubeando, mirándose las manos— quiero preguntarte algo.
—Tu dirás— Samantha se apretó las manos para mantenerlas quietas.
—Miro esta casa y todo lo que tiene y sé que es costoso, se que tu pagaste mi ropa nueva y que le dijiste a mi abuela que tu abuelo era un hombre rico y que tu podías mantener a una persona— después de esa frase sin intervalos, respiro tratando de calmar su corazón, ya que se sentía incomoda al tener que pedirle algo a un hombre que ya le había dado más... de lo que era necesario. Lo miro —Tom, ¿Tienes dinero? Quiero decir, suficiente como para prestar algo— sus ojos pedían y se disculpaban al mismo tiempo.
—Sí— le contesto Tom después de un momento, le agradaba pensar que no sabía nada sobre sus finanzas, porque las mujeres habían salido con él solo por su dinero. Un par de ellas hasta llegaron a decirle que lo amaban, cuando solo amaban su dinero.
—Quiero pedirte un favor personal. ¿Me prestarías algo de dinero? ¿Algunos miles? Creo que diez, te los devolver en cuanto pueda.
Tom trato de no fruncir el ceño.
—Todo lo que tengo es tuyo— le tomo la mano— ¿puedo preguntar para que quieres el dinero?
—Quiero comprar algunos muebles
— ¿Para tu departamento? — no fue su intención que las palabras sonaran tan cortantes, pero pensó que le había dicho a Jeanne que redecorara el apartamento de Samantha.
—No, por supuesto que no— replico Samantha, enojada de que pensara que era una persona frívola y desagradecida, como para pedirle algo que no necesitaba, después de todo lo que le había dado— No son para mí, son para mi abuela, quiero que esa habitación horrible y gris luzca hermosa, quiero comprar algunos cuadros para las paredes... cuadros bellos... una silla y algunos adornos, pero quiero que sean de buena calidad, muy buena calidad. Mi abuela vestía en Lanvin y usaba diamantes y perlas verdaderas— Quizás podríamos alquilar los muebles— bajo la mirada —No los vamos a necesitar mucho tiempo— dijo en un hilo de voz, Tom la tomo de los hombros y la hizo levantar la mirada, para después besarla con fuerza, un beso que le decía que estaba orgulloso de ella.
—Compraremos todo lo que quieras, mañana iremos de compras a algunos negocios de antigüedades donde conocen a mi hermana.
—Tom— le susurro sin mirarlo a los ojos— estoy tan preocupada, no quiero ver morir a otra persona no quiero— volvió a bajar la mirada, le tomo el mentón y le levanto la cabeza y la miro preguntándole en silencio que necesitaba. Luego como si supiera su respuesta, abrió los brazos, no con deseos sino con calidez, con amor.

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Sweet Delusions
Hayran KurguSam acaba de quedar huérfana y para recibir la herencia de su padre, tiene que viajar a Nueva York, para encontrar a su abuela, en el camino conoce a Tom Kaulitz un chico solitario, que la ayudara a encontrar a su abuela. AVISO: ESTA HISTORIA ESTA...