Capítulo tres

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Cuando Tom abrió la puerta, ante el llamado de Samantha, ella lo miro asombrada, durante un momento al verlo tan cambiado, tenia puesta una camisa celeste limpia , ceñida al cuerpo y sobre esta otra de cuadros desabotonada, un pantalón azul oscuro, unos tenis blancos, las rastas estaban tomadas en una coleta, ya no tenía la barba tan crecida. En unos minutos, se había convertido de un líder sexy y bastante peligroso de una pandilla de rufianes, aun prospero profesor de música, o incluso en banquero en su día libre.

-Hola, usted debe ser la señorita Knight- le dijo, extendiéndole la mano -. Soy Tom Kaulitz Trümper. Bienvenida a Nueva York.

-Por favor, devuélvame mi bolso-ignoro la mano que le tendía -. Quiero irme.

Sonriendo y actuando como si ella, no hubiera hablado, Tom se hizo a un lado.

- ¿Desea pasar? Su departamento ya está listo.

Samantha no deseaba entrar, en la casa de ese hombre. Entre otras cosas, le parecía desconcertante que pudiera cambiar tan rápido y completamente de aspecto, que en cuestión de minutos pudiera pasar de parecer un atleta musculoso que nunca había hecho nada, inteligente más que memorizar algunas jugadas de futbol, a parecerse a un joven profesor, si lo hubiera encontrado antes, no habría adivinado realmente que podía ser. En ese momento no estaba segura de cuál era el hombre verdadero.

Cuando Samantha vio su bolso de mano al pie de la escalera, entro en la casa para buscarlo, pero cuando iba a tocarlo, oyó que la puerta se cerraba detrás de ella. Se volvió furiosa, con los labios apretados, pero Tom no la miro a los ojos.

- ¿Le gustaría ver primero la casa o solo su departamento?

Ella no deseaba ver ninguna de las dos cosas, pero él estaba delante de la puerta, bloqueando su salida, como una roca en la entrada de una cueva.

-Quiero irme de aquí. Quiero...

-Entonces la casa - le respondió alegremente, como si ella le hubiera contestado positivamente-. La casa fue construida en la década de los veinte, no sé exactamente el año, pero puede ver que todas las habitaciones tiene las molduras originales. Negándose a alejarse de su bolso, permaneció donde estaba.

Pero Tom la obligo a participar, aunque de mala gana, tomándola del codo y comenzando a empujarla fuera del vestíbulo, hacia el living. Samantha vio una gran habitación, con sillones de cuero negro y un sofá con un aspecto muy cómodo, una alfombra tejida a mano, sobre el piso, en una esquina observo una gran colección de guitarras todas bien acomodadas, algunas piezas de arte popular de todas partes del mundo, salpicando con gusto, por toda la habitación y dos enormes palmeras en los rincones, junto a las ventanas. En las paredes había colgadas varias mascaras, junto con tapices de chinos y cuadros de Bali. Era una habitación masculina, con colores oscuros, cuero y objetos de madera... la habitación de un hombre. La habitación no tenía aspecto de un burdel, como hubiera imaginado, dada la primera impresión que tuvo de él. En realidad el hombre que estaba junto a ella, tenia la apariencia de un modelo o profesor, parecía más adecuado a la habitación, que el atleta que había conocido primero. Estaba consciente de que Tom, la estaba mirando y se sentía complacido con lo que veía, ya que aflojo el agarre de su brazo. Renuentemente, aunque menos enojada, lo siguió de habitación en habitación y vio un comedor con una gran mesa de la india y un magnifico biombo contra una pared y luego un cuarto de baño. Samantha se encontraba cada vez más tranquila, Tom la condujo a una biblioteca con revestimientos en roble y estanterías con libros que llegaban al techo, estaba impresionada por la cantidad de libros, hasta que advirtió que prácticamente todos trataban sobre gangsters norteamericanos: sus orígenes, biografías, incluso libros sobre la rentabilidad de ser un gangster. Desviando su mirada con gesto de disgusto, vio en un rincón de la habitación, cerca de un escritorio lleno de papeles, cajas de cartón blanco etiquetadas con el nombre de Mac. Sorprendida, se volvió para mirarlo

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