Sweet Delusions

Cuarenta y Tres

Sam escondió el rostro en su hombro y negó con la cabeza. En ese momento, lo último que deseaba hacer era hablar de su madre, su madre apoyada sobre un radiador caliente, su madre suplicando por la seguridad de su hijita.

— ¿Cuál era su color preferido?

Espero  y al ver que Sam no hablaba, le dijo.

—El color preferido de mi madre es el azul. Dice que es el color de la paz y con todos nosotros, paz es lo que más desea en su vida.

Sam permaneció en silencio mientras Tom la arropaba con el cubrecama. Era un día cálido, pero con la conmoción a Sam se le había enfriado el cuerpo, como si toda su sangre tibia se hubiera retirado al lugar más profundo de su ser. Tom le acaricio el cabello húmedo de la sien, tratando de cubrirla con su cuerpo. No sabía porque era tan duro, pero sentía la necesidad de hacerla hablar.

— ¿Tu madre te cantaba? — le pregunto, pero Samantha no le respondió. — ¿Te conté que mi tatarabuela fue una cantante muy famosa de ópera? La llamaban la reina. ¿Oíste hablar de ella?

Sam negó con la cabeza.

—Mi padre tiene algunos discos que ella grabo. Tenía una muy bonita voz, cosa que me sorprende, en mi familia la única persona que puede cantar realmente bien es Bill, no es justo ¿Verdad?

Ella permaneció en silencio, mientras él le acariciaba la espalda y la abrazaba con fuerza, brindándole seguridad con su cuerpo fuerte. Samantha recordó lo que había tratado de no recordar. Nadie la había abrazado después de la muerte de su madre. Después de la muerte de su madre, su padre había pasado tres años sentado en la oscuridad de una habitación. La mayoría de los días no se molestaba en afeitarse o en cambiarse la bata y comía solo lo suficiente para sobrevivir. Sam había tratado de alegrarlo pero hiciera lo que hiciera, nunca le permitió ver su propia soledad, nunca le permitió ver su propia tristeza, nunca le dijo cuando lo necesitaba y cuanto extrañaba a su Madre.

—Amarillo—susurro Samantha—A mi madre le gustaba el amarillo.

Tom abrazo a Samantha durante horas, mientras ella le hablaba sobre su madre y lo mucho que había significado para ella. al recordar la historia que Sam le había contado sobre su padre y ella, que eran como relojes que habían dejado de funcionar después de la muerte de Allison Knight, Tom comenzó a descubrir algo mas en las palabras de Samantha, ella se culpaba por la muerte de su madre. Le había dicho que ella había matado a su madre, con la insistencia de ir a una fiesta, pero se había cubierto diciendo que sabía que eso no era verdad. Ahora él comprendió que había sido una respuesta intelectual. En el fondo, Samantha creía que realmente tenía la culpa de la muerte de su madre. Más aun creía que su padre también pensaba que ella era la responsable. ¿Y si no porque Dave se había encerrado, decidió no  mirarla, no hablarle, ni consolar a su única hija? ¡El maldito egoísta! Se dijo Tom. Pensó solo en su dolor y no en el de su hija.

Después de la muerte de su esposa, el dolor de Bill lo había debilitado, pero él había estado junto a Dominik y Keller cuando despertaban a media noche llamando a su mami. Bill jamás dejo que su dolor fuera más grande que el de sus hijos, jamás puso su duelo, sobre la estabilidad de sus hijos, su hermano se había convertido en padre y madre de la noche a la mañana, y era el mejor, estaba orgulloso, de la forma en que Bill, salía adelante cada día con sus hijos. Como lograba poner sonrisas, cuando sus ojos se llenaban de lágrimas al ver las fotografías de esa madre que tanto amaban y que no estaba con ellos.

 Pero lo que más le preocupo fue que Samantha no lloro en aquel momento y no lloraba en el actual. Estaba pálida y fría y tan débil que casi no se podía mover las manos, pero tenía los ojos húmedos. Negándose a llorar era la forma de castigarse por haber provocado la muerte de su madre y el dolor de su padre.