— ¿No quieres mirar eso? — le dijo Nelson, con la cabeza rodeada por el humo del cigarrillo.
Tom no se volvió para mirar a la quinceava chica que según el tipo era la criatura más sensacional de la tierra. Tom bebió un sorbo de su tercera cerveza y se inclino hacia el delgaducho hombre.
— ¿Me vas a decir lo que sabes o no?
Tenía un tono de voz agresivo porque se sentía agresivo. Hacia dos horas que estaba en ese bar tratando de obtener información de ese viejo alcohólico. Hasta ese momento no había tenido suerte y comenzaba a pensar que la nota anónima de Jubilee era una mentira, cuando advirtió que Nelson sabía algo.
—Ahora está comprando un paquete de cigarrillo— le dijo Nelson mirando hacia la derecha.
Tom saco otro billete de cincuenta dólares del bolsillo y lo coloco sobre la mesa.
—Es el ultimo, si no me dices nada después de esté me voy.
—Tranquilo, muchacho musculoso. ¿No puedes quedarte un poco con un tipo infortunado?
Nelson era una de esas personas que habían nacido sin suerte, sin duda algo malo le había sucedido durante su niñez, quizás su madre le gritaba o algo parecido y usaba su miseria para revolcarse en su dolor y pasar la vida en bares, pidiendo un trago. Era pequeño, delgado, sucio con aspecto de comadreja y sentía que el mundo estaba en deuda con él.
—Apuesto a que tienes cosas mejores que hacer que estar aquí sentado conmigo—le dijo lamentándose— Quizás tienes a alguien esperándote en casa—eso significaba que Nelson no tenía a nadie y por eso se sentía tan infeliz que tenía un deber y hacer esas observaciones con cualquiera que estuviera al lado de él.
—Sí, tengo a alguien—respondió Tom y pensó en Samantha, en su pureza y en que en ese momento deseaba estar con ella en casa. Jeanne ya habría terminado con su departamento y Tom deseaba mostrárselo ver qué cara ponía cuando lo viera. Quizás cuando observara los cambios, se sentiría tan feliz que se arrojaría a sus brazos, lo besaría y luego...
Nelson estaba chasqueando los dedos delante del rostro de Tom.
— ¿Estas volando alto, chico? Dios mío, creo que viene hacia aquí. Tienes que verla, verdadera clase y un cuerpo como jamás vi antes.
En otro momento, Tom se hubiera interesado en ver a esa mujer, pero en esa oportunidad nada podía atraerlo en ese antro.
— ¿Alguno de ustedes tiene fuego? —dijo una voz profunda desde el lado izquierdo de Tom, con una mueca, el tomo la caja de fósforos del cenicero, saco uno y se volvió para encender el cigarrillo de la mujer.
Lo que vio lo congelo. Samantha, su dulce, perfecta e inocente Samantha, vestida con un sostén negro de encaje se le veía prácticamente todo el busto y una falda o short negro ajustado de lentejuelas, que no le cubría casi nada, de no ser por esas medias negras. Su cabello estaba lacio, peinado hacia atrás, sus ojos ahumados resaltaban el color verde de sus ojos y sus labios rojo pasión, reconoció las prendas todas ellas habían sido confeccionadas por Bill, pero era claro que su hermano no se las había dado porque eso sería su sentencia de muerte y la única que había usado ese atuendo en una fiesta de santos y pecadores había sido Blair, Blair todo lo que llevaba Samantha, tenía el sello de calidad de su prima, la iba a matar cuando la viera, salió de sus pensamientos cuando vio que Samantha se inclinaba y el escote dejaba ver parte de sus senos y no solo él podía apreciarlos todos los presentes también. Samantha le tomo la mano a Tom para encender su cigarrillo. Después se enderezo con las caderas hacia adelante y lo miro pestañeando un poco.
— ¿Les molesta si me siento?
Tom estaba demasiado concentrado mirándola como para prestar atención a la llama y tiro el fosforo cuando ya se había quemado la punta de los dedos.
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Sweet Delusions
FanfictionSam acaba de quedar huérfana y para recibir la herencia de su padre, tiene que viajar a Nueva York, para encontrar a su abuela, en el camino conoce a Tom Kaulitz un chico solitario, que la ayudara a encontrar a su abuela. AVISO: ESTA HISTORIA ESTA...