Capítulo Nueve

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En el camino de regreso a casa, Samantha no dejaba de tocar su cabello, sintiendo la forma en que caía alrededor de su rostro.

— ¿Te gusta? — le pregunto Tom, y ella asintió con la cabeza.

Ella no lo había notado, pero caminaba mas erguida y dando pasos más largos que cuando habían salido. Con un poco de pesar, porque Samantha ya no iba aferrada a él. Tom se sintió complacido al verla tan feliz y tan radiante.  Cuando se acercaban  a la casa, Samantha fue la primera que advirtió a las muchachas que se encontraban sentadas en la escalinata de la casa. Había cuatro y era fácil deducir que no eran lo que su madre llamaría, chicas “Distinguidas”. Sus ropas  eran demasiado cortas, demasiado ajustadas, demasiado coloridas y sus rostros estaban demasiado maquillados. Tres fumaban, dos de ellas estaban sentadas en la baranda y no hacían ningún intento de bajarse las cortísimas faldas, para cubrir sus piernas.

—Creo que tienes invitadas— Samantha, frunció el entrecejo, había planeado, pedir  que le enviaran una ensalada y sentarse a comer en el jardín, mientras disfrutaba del atardecer, pero ahora tendría que encerrarse en el departamento de su padre.

Al ver su ceño, Tom le apoyo la mano en el brazo.  

—Tú serás mi anfitriona

—No puedo… — comenzó a decir, pues no deseaba involucrarse más con él, de lo  que había estado toda la tarde.

—Es Daphne y alguna de las chicas que desean comer gratis. Se irán antes del anochecer.

—Oh— replico y abriendo grande los ojos— ¿Trabajan de noche? — trato de sonar despreocupada, como si no estuviera sorprendida por la ropa y la falta de modales que parecían tener.

—Hacen striptease

—Oh— volvió a decir Samantha, mas aliviada, ya que lo que hacían le parecía más saludable, que lo que pensó realmente que hacían. Cuando se acercaron, Samantha reparo en que una de las mujeres la miraba con más atención que las otras tres y supo que esa era Daphne. Cuando la mujer se alejo de la baranda supo que debía medir cerca de un metro ochenta, Samantha pensó que debajo de todo ese maquillaje debía haber un rostro bonito, pero era difícil saberlo, ya que lo que llamaba la atención era su cuerpo exuberante.

— ¿Ella es Daphne? — Pregunto  Samantha susurrando.

—Cada centímetro de ella— Tom la observo, esperando ver en su rostro alguna señal de celos.

— ¿Tiene algún relleno? — le susurro a Tom

—Hasta donde yo sé, la mayor parte de Daphne es falsa —respondió Tom con entusiasmo—Ha sido aumentada, suplementada, substraída, agregada de los pies a la cabeza. Cuando uno la toca, todos los globos que tiene insertados debajo de su piel, se deslizan hacia lugares insólitos— Aunque la estaba observando  de cerca, seguía sin ver una clara señal de celos.

— ¿Y Daphne es… una bailarina exótica?

—No, es una desnudista de variedades, Daphne no tiene nada de exótico—Tom se detuvo frente a Samantha y lá tomo de los hombros. —Sam, no tienes por qué conocer a estas mujeres, yo entenderé si no deseas hacerlo. Puedo enviarlas a casa y luego tú y yo podríamos ir a cenar.

—Qué ridiculez —replico Samantha, noto que él no entendía, que preguntaba por curiosidad, aparentemente él creía que era tan puritana que no se sentaría a la mesa, con alguien que hiciera Striptease —Por supuesto que quiero conocerlas, ¿Y podrías dejar de tocarme? — se soltó del agarre de él y se presento a sí misma a las mujeres que esperaban por Tom.

Daphne bajo de la escalera y se acerco a Samantha

— ¿Tu eres la… inquilina de Tom? —pregunto curiosa, Samantha la miro un instante hasta que comprendió por que las mujeres la miraban de esa forma.

Sweet DelusionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora