Capítulo Cuarenta

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-Ya conociste a lo peor de mi familia, ahora vas a conocer a lo mejor- dijo Tom cuando se alejaban de Franz.

Mientras caminaban, Sam le pregunto sobre su familia y él le explico que Franz planeaba hacerse multimillonario para antes de cumplir los cuarenta y parecía que iba a lograrlo. Samantha se rió de la forma en que Tom hablaba de millones mientras el resto del mundo hablaba de centavos.

Sentada debajo de un árbol, alejada del resto de la familia estaba una hermosa joven de diecinueve años, que parecía salida de cuentos infantiles. Era la bella princesa por la cual los caballeros arriesgaban su vida. Junto a ella había un bolso lleno de novelas románticas y sobre su falda un bebé. Luego Samantha supo que se trataba de la hermana pequeña de Tom y él bebé era uno de sus tantos sobrinos.

-Zoe, linda- le dijo Tom suavemente - quiero que conozcas a Samantha.

Zoe miro a Samantha, Samantha miro a Zoe, Tom se aparto con una sonrisa pues supo que Samantha había encontrado una amiga en su abrumadora familia. Samantha se sentó debajo del árbol con Zoe y conversaron sobre los libros que habían leído. A los pocos minutos cuatro niños se sentaron alrededor de ellas, oyendo hablar a Zoe y Samantha.

Una a una, las mujeres de la familia de Tom se acercaron y se sentaron con ellas, así que Samantha tuvo que intercambiar algunas palabras con cada una de ellas. Se sintió complacida al poder decirle a Jeanne, lo mucho que le había gustado el departamento y que todo había quedado perfecto. Le volvió a agradecer a Vicky que la hubiera ayudado en Sacks y se disculpo por su ignorancia sobre el precio de la ropa.

Estaba un poco nerviosa cuando hablo con Simone sobre Tom y la situación empeoro cuando Simone decidió preguntarle- ¿Qué opinas de mi Tom?

Samantha no titubeo.

-Excepto que miente constantemente, nunca recoge la ropa, finge ser tonto cuando no quiere hacer algo y tiene la habilidad de ignorar que yo hago casi todas las tareas de la casa, creo que Tom es perfecto.

Simone le apretó la mano con cariño a Sam y sonrió.

-Bienvenida a la familia, cielo. - y se fue a jugar con sus nietos, dejando a Samantha con un cálido sentimiento envolviendo su pecho.

Entre una y otra interrupción, Samantha y Zoe conversaban o mejor dicho Samantha hablaba y le contaba a Zoe sobre Tom y Maxie y todo lo que había sucedido desde que había llegado a Nueva York.

A la tarde, Samantha ya se sentía más segura para dejar a Zoe y acercarse a las mesas de los picnics. Mientras hablaba con una joven de nombre Erika (que era una Taggert) y que parecía estar en su cuarto mes de embarazo, Samantha tuvo una experiencia que deseaba no le volviera a pasar nunca en su vida.

Cuando Samantha se agacho para tomar una aceituna de una fuente, Tom se acerco y le dio un beso en el cuello.

-Gracias por venir, Sam.

Era un gesto perfectamente común, perfectamente aceptable excepto que el hombre que la estaba tocando no era Tom. Tenía la ropa de Tom, su cabello estaba oculto en un gorro gris, que Tom había insistido en usar porque argumento que sus sobrinos le jalarían las rastas, cuando ella le había preguntada el porqué usaba eso. Tenía un pircing en el mismo lado del labio que Tom y era aproximadamente del mismo tamaño de Tom.

-Déjame- le pidió, poniéndose tensa.

-A nadie le importa- continuo besándole el cuello.

Samantha trato de ser amable, pero no deseaba que este hombre la tocara. Cuando iba a decirle algo serio, sintió que le deslizaba la mano por la espalda hacia las nalgas... y la mano descendía.

Sweet DelusionsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora