Capítulo seis

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Cuando Samantha entro en el departamento de su padre, su primer impulso fue preparar una maleta, pero no lo hizo, se sentía demasiado cansada. Cerró la puerta y coloco una silla debajo del picaporte, como Tom había sugerido y se acostó.  No podía dormir. Trato de no pensar en el testamento de su padre pero no pudo. Era el viejo dilema de “no pienses en elefantes”.

A las tres de la mañana, se levanto de la cama y comenzó a buscar el testamento de su padre. No lo había leído a propósito, pues no deseaba conocer los detalles de sus decisiones póstumas, ni tampoco lo que tenía planeado que ella hiciera. Encontró el testamento de su padre entre algunos papeles y luego se sentó a leerlo. El abogado le había informado sobre todo lo que contenía el testamento,  excepto de una frase que decía que debía informar todas sus averiguaciones a Tom Kaulitz  y después de que él aprobara su investigación, recibiría su dinero… dinero que debería haber sido suyo sin condiciones.

La primera intención de Samantha había sido romper el documento en mil pedazos pero se controlo, y lo volvió a colocar entre los otros papeles. Su padre estaba muerto;  nunca se había enojado con él cuando estaba vivo, no lo iba hacer ahora que estaba muerto. Que deseara que alguien la cuidara después de que él muriera era una señal de que la quería. No importaba que Samantha no conociera a este hombre, ya que su padre si, había conocido y aprobado a Tom Kaulitz… como había aprobado a Richard Sims como esposo de ella.

Samantha se levanto y fue al baño, donde tomo una larga ducha caliente y se lavo el cabello. Cuando salió se sentía mejor, se puso unos jeans, una blusa blanca y un suéter gris, se peino el cabello hacia y se lo ato en un moño, e incluso se maquillo. Afuera aún estaba oscuro, pero ya se sentía la llegada del amanecer, así que abrió las puertas que daban al balcón y olio la fragancia de las rosas del jardín que llegaba desde abajo.  Oyó algo que no podía ubicar y permaneció quieta escuchando. Era el sonido de una máquina de escribir que estaba siendo golpeada con fuerza. El sonido hizo sonreír a Samantha, ya que hacía muchos años que no escuchaba el sonido de una máquina de escribir. Sabía que debía permanecer en su departamento, sabía que tenía que preparar su maleta, pero no lo hizo. Fue hasta su puerta, movió la silla la abrió y bajo por la escalera.

Era fácil seguir el sonido de la máquina de escribir. Tom estaba en la biblioteca, el lugar estaba oscuro excepto por una luz que estaba sobre el escritorio, y él estaba golpeando las teclas de la antigua máquina de escribir. Solo empleaba los dedos índices y escribía como si estuviera furioso. Samantha se sintió acobardada y comenzó a alejarse de la habitación.

—Si tiene algo que decir, dígalo— le dijo sin volverse.

Ella respondió abruptamente.

—Mi abuelo Cal era el padre de mi padre. Era un hombre maravilloso y no dudo que fuera mi abuelo.

Cuando se volvió para mirarla, ella se sorprendió al ver que tenía aspecto cansado. Al igual que ella, él había estado toda la noche levantado.

—Crea lo que se le antoje— le contesto, volviéndose para sacar la hoja de la maquina y colocar otra.

— ¿Por qué está escribiendo? — avanzo hacia él.

Observándola por sobre el hombro, con una mirada que parecía decirle que había nacido sin cerebro, le contesto:

—Porque quiero escribir algo.

Ella se acerco a la máquina de escribir.

— ¿Por qué no usa una piedra y un cincel? No habría mucha diferencia.

No le contesto ni una palabra y continúo escribiendo. Debería regresar a su habitación y preparar su maleta, pensó, o tal vez dormir un poco, pero no tenia sueño. Deseaba preguntarle que estaba escribiendo pero no lo hizo.

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