Capítulo 5

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Luego de aquel encuentro con el hombre misterioso en el bosque frente a la casa de la señora Julia; Justin y yo, llevamos el cerdo que estaba con vida hasta el corral, mientras, que el otro, lo colocamos en el suelo frente al balcón.

Los chicos, a vernos llegar, todos, salieron al balcón para ver si habíamos logrado atrapar a aquellos animalitos escurridizos que se habían escapado, pero, se llevaron un gran disgusto al ver, a aquel cerdo muerto en el suelo.

La señora Julia, había salido al balcón junto con los chicos, pero, Justin y yo, mientras caminábamos de regreso a la casa desde el bosque; habíamos quedado que le diríamos que había sido todo obra de un coyote. La señora Julia, ya era muy anciana para estar con disgustos y preocupaciones, por lo que, nosotros, usualmente, decidíamos ocultarle algunas cosas y decirle una que otra mentirilla piadosa para que así, ésta estuviera más en tranquila.

Al ésta ver el cerdo muerto y con una mordedura en el cuello, doña Julia, se disgustó muchísimo y se puso nerviosa. Justin, le dijo que nosotros mismos vimos al coyote cuando lo hizo, y que logramos espantarlo y ahuyentarlo hacia dentro del bosque.

La señora Julia, insistió en llamar a la policía para que así se hicieran cargo de aquel animal el cuál ya había mordido a su perro y matado ahora, a su cerdo, pero, nosotros la convencimos de que todo estaría bien ya que, nos habíamos encargado de que aquel coyote saliera corriendo despavorido hacia el bosque; y que seguramente, no volvería jamás... o eso esperábamos.

La señora Julia, se quedó un poco más tranquila al oír nuestras palabras, luego, se fue a dentro de la casa para preparar la comida. Justin y yo, aprovechamos la ausencia de la anciana, para explicarle a los chicos lo que en realidad había ocurrido.

—Entonces, el hombre huyó por el bosque y justo después, fue cuando Justin me encontró. —Digo, terminando de haberle contado todo lo que pasó a los chicos.

—¿Pero quién mierdas son esos animales chupasangre? —Dice Wesley notándose un tanto nervioso. —¡Hoy no podré dormir así! —Pasa sus manos por su cabeza.

—¿Te asustan los chupasangre? —Sam le mira de reojo con una ceja levantada. —¿Y no te asustaba cuando los encapuchados casi nos matan, pendejo? —Le mira con los ojos entrecerrados.

Wesley, le mira mal, frunciendo los labios y cruzando sus brazos sobre su pecho. Austin, comienza a caminar hacia las escaleras, bajándolas y acercándose al cerdo que estaba en el suelo.

—Bueno, los encapuchados te podían matar rápidamente, pero los chupasangres... ellos pueden venir sigilosamente en la noche y chuparte el cuello hasta drenarte toda la sangre... eso me da más miedo. —Contesta serio; todos, nos quedamos mirando ésa insólita conversación.

—¡Serás pendejo, Wesley! —Ríe Sam de forma burlona. —¡Si los chupasangre te muerden, también te matan, imbécil! ¿Qué crees que fue lo que le pasó a ése pobre animal? —Señala el cerdo sin vida; Austin, mirando a detalle el cuerpo del cerdito.

—¡Lo sé, pero creo que es peor que te maten siendo chupado por uno de ellos, que morir por un puñal clavado en el corazón! —Dice, y veo, cómo a Carlos se le cristalizan los ojos.

—Wesley... —Digo, mirándolo seria; dejándole saber con la expresión en mi rostro, de que se callara de un buena vez. Éste, me mira entendiendo lo que quería decirle, y sus ojos van a Carlos; quién antes de que aquella lágrima bajara por su rostro, da media vuelta y entra a la casa con mucha prisa.

—¡La cagaste, Wesley...! —Murmura Sam,  mirando la puerta de la entrada principal por la que Carlos se esfumó.

—No sabía... no lo pensé. —Dice con una voz suave; la expresión en su rostro, de remordimiento mezclado con tristeza.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora