Capítulo 30

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Ya había pasado algún tiempo desde que Amaru se fue corriendo bosque adentro a buscar la ayuda de los chicos y de mi padre. Aquí, la situación no había mejorado en lo absoluto. Esteban y yo continuábamos peleando, mientras que, Jaxon se enfrentaba uno por uno a los vampiros de la pandilla, los cuáles estaban haciendo apuestas para ver quién lograba que el chico de los ojos verdes quedara inconsciente primero.

Mi corazón se partía al ver la condición en la que se encontraba Jaxon. Éste, tenía el rostro destrozado. Sangre salía de sus pómulos, labios y nariz. Escupiendo de vez en cuando, pequeñas cantidades de sangre al suelo. Su rostro, hinchado y ya algo amoratado. Sus ropas rotas y rasgadas, sus nudillos hechos sangre de tanto pegarles a esos malditos.

Yo, con mi labio inferior lastimado y sangrante, al igual que mi nariz.

Pasando la parte posterior de mi mano izquierda por debajo de mi nariz, limpio las gotas de sangre que bajan por ella. Esteban, observándome con una sonrisa en los labios. Su pómulo derecho y ceja izquierda, sangrando por los golpes que le había propiciado.

—Lobita, ya no te ves muy bien. —Ríe Esteban, escupiendo sangre hacia un lado al suelo.

—Tú tampoco. —Bufo, viéndole. Éste, suelta una carcajada, colocándose en posición de ataque.

—Sí, pero ya yo estoy muerto querida, tú... aún puedes morir. —Ríe, cerrando sus puños con fuerza frente a él.

—Eso lo veremos. —Digo, e inmediatamente salto sobre él, pero éste, me atrapa en el aire. Yo, comienzo a golpearle el rostro en tanto éste clava sus uñas en mi cintura y me aprieta con fuerza tratando de alejarme.

Inmediatamente, me agarro de su cintura, rodeando mis pies alrededor de su cuerpo y continúo con una lluvia de puñetazos hacia su cabeza. Esteban, comienza a dar vueltas y a caminar en direcciones sin sentido, hasta que logra estampar mi espalda contra un árbol cercano.

Me estremezco ante el dolor, y arqueo mi espalda hacia el vampiro mientras suelto un quejido. Esteban, comienza a golpearme repetidamente contra la corteza del árbol, una y otra... y otra vez.

Yo, suelto mi agarre hacia Esteban, quién aprovecha la situación y me toma por el cuello con fuerza. Mi espalda contra el árbol, mis pies, comenzando a levantarse del suelo.

—Eres ruda... —Dice entre dientes, mirándome fijamente. —¡Y eso me gusta! —Sonríe, y sus colmillos afilados se hacen más notorios al asomarse bajo sus labios.

—¡Eres un asqueroso! —Digo, y le escupo el rostro. Éste, cierra los ojos por un instante. Las puntas de mis pies, tocando a penas el suelo, luchando por mantenerme en pie para que así, Esteban no me ahorcase.

Veo, cómo el vampiro, con su mano libre, seca mi saliva, la cuál va bajando lentamente por su mejilla. La expresión en su rostro es seria. Éste, limpia la parte trasera de su mano contra su pantalón.

—Eso no es sexy. —Bufa con una sonrisa de medio lado. —Así que lo pagarás... —Frunce sus labios en tanto aumenta la presión conta mi cuello; levantándome aún más en el aire, haciendo, que mis piernas abandonaran el suelo y el aire comenzara a faltarme.

Coloco mis manos en mi cuello, tratando de liberar los dedos de Esteban de mi piel pero su agarre es fuerte. Abro mi boca desesperadamente en busca de un poco de aire, pero nada entra a mis pulmones.

Comienzo a agitar mis piernas desesperadamente en busca de algo de aire, pero es imposible... Esteban me mataría. 

Mis manos comienzan a debilitarse, abandonando la lucha contra los dedos del vampiro que me ahoga poco a poco mientras aumenta gradualmente la presión contra mi cuello.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora