Capítulo 38

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Thomas había aceptado ir junto a nosotros a conocer a aquellas personas a las cuáles ayudaría a entrar al castillo de los Victorian; a los chicos.

Éste, no estaba muy convencido de que lo lográramos, ya que, según el chico, éramos demasiadas personas como para entrar siendo desapercibidos. En sus propias palabras, Thomas había dicho, que sería imposible, pero, que aún así lo intentaríamos.

Según el chico, la cantidad de encapuchados, o Gorhan; como él les decía; que merodeaban el lugar, eran muchos. Thomas, nos explicó, que los encapuchados vigilaban el castillo a sus afueras, e incluso en el interior.

Cabe mencionar, que tuvimos que decirle a Thomas, que la razón por la que queríamos entrar todos al castillo (además de la excusa que ya le habíamos dado por nosotras las monjas) era porque los chicos querían ver cómo era el bendito castillo en su interior... ya que, según nuestras mentiras piadosas, Wesley era un amante de los castillos de la época victoriana. 

—Entonces, repíteme nuevamente; ¿cómo es que piensas entrar?—Pregunta Austin, rascándose la cabeza; sentado en el sofá de la habitación del motel.

—Entraremos por las catacumbas. —Dice Thomas, sentado en el suelo de la habitación con sus piernas cruzadas una sobre la otra, tal cuál pose de meditación. —Ahí no hay Gorhans; nadie en realidad quiere estar ahí... ya saben, por los muertos, fantasmas y esas cosas. Además de que ahí están los prisioneros.

—¿Prisioneros? —Pregunta Cristal mostrándose un poco consternada. Ésta, sentada en el sofá a un lado de Austin.

—Sí, los Victorian no se comen cuentos cuando tiene que llevarse prisioneros, torturar o matar a alguien. —Lo dice tan tranquilo, como si no fuera nada de otro mundo. Pero, la realidad es que todos sabíamos cómo los Victorian eran... de lo que eran capaces. —Allí es que me llevarían si me atrapasen los Gorhans. —Hace una mueca con la boca. —Pero, eso no sucederá. —Sonríe con un aire de confianza en el pecho.

Veo, como los ojos de Cristal se abren como dos luceros en medio de una noche oscura al escuchar aquello. Ésta, voltea el rostro y observa a Austin con una expresión de preocuparon; éste, suelta un suspiro.

—No tienes que venir con nosotros si no quieres. —Le dice Austin en voz baja, pero lo suficiente como para que todos en la habitación aún así le escuchemos.

Cristal, se queda callada y baja la mirada al suelo.

—En realidad no creo que les sea de mucha ayuda. —Murmura disimuladamente al oído de Austin para que Thomas no le fuera a escuchar.

Thomas, entretenido hablando con Justin quién le busca tema de conversación.

—Está bien, te quedas en el motel; nosotros iremos, haremos lo que tengamos que hacer y espero... regresaremos. —Dice Austin asintiendo.

—¿Cómo es que voy a saber que están bien? —Responde la chica, preocupada. —¿Cómo es que podré esperarles sin saber nada de ustedes? Será un tormento. —Sus ojos se cristalizan inmediatamente.

—Estaremos bien. —Le sonríe Austin de labios cerrados. —Regresaremos. —Lo veo pasar su mano por la mejilla de la chica, para luego, meter un mechón de su cabello tras la oreja. Ésta, le sonríe y asiente; una pequeña lágrima salta de sus ojos y rueda por su rostro.

—Yo me puedo ofrecer a cuidarla. —Levanta la mano Carlos, quién está sentado en una de las camas al fondo de la habitación.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora