Me quedo fría mirando al monje parado a solo unos metros de mí. Mis piernas temblando y mi corazón, palpitando muy fuerte. Mi mundo se va de cabeza al realizar, que es el monje con el cuál tuve aquel momento incómodo en la cena, es el mismo que tomó las pinzas cuando yo me disponía a hacerlo.
—¡Ruego me disculpe señorita! —El monje, inmediatamente se coloca de espaldas a mí mientras sube sus manos nervioso a su cabeza. —No sabía que estaba aquí. —Habla con la voz temblorosa.
—Yo tampoco sabía que había alguien aquí. —Digo, aprovechando que el monje estaba de espaldas, para así, poderme colocar la camisa y los pantalones nuevamente.
—Yo soy el encargado de cerrar las duchas y asegurarme de que nadie haya dejado alguna goteando o media abierta. —Suspira. —No fue mi intención faltarle el respeto. —Habla, aún estando de espaldas. Yo, terminando de abrocharme el botón de mi pantalón.
—Ya puedes voltearte, ya me vestí. —Digo y siento, como mi rostro arde.
El monje, se da la vuelta lentamente con su mirada en el suelo. Veo, cómo éste, va subiendo poco a poco su mirar, hasta que sus ojos y los míos se cruzan.
En ése preciso momento, escucho como alguien se acerca.
—¡Katrina! ¿Estás ahí? —Escucho la voz de Jaxon y mi corazón baja a mis pies para luego subir a mi pecho nuevamente en tan solo un segundo.
—¡Tienes que irte! —Le digo al monje, escuchando cómo los pasos de Jaxon se acercaban cada vez más por el pasillo. —Si Jaxon te ve aquí, de seguro se va a formar una situación incómoda. —Digo nerviosa y éste asiente.
—Hay un problema... —Murmura mirándome fijamente. —Solo hay una salida de aquí. Si yo salgo, él me verá.
En el momento en que aquellas palabras salen de su boca, un escalofrío recorre mi cuerpo entero, subiendo por mi espalda y llegando hasta mi nuca.
—Puedo esconderme en las duchas de por allá. —Señala a su derecha. —Ahí él no me verá. —Dice y yo asiento eufóricamente.
—¡Bien, ve y escóndete por favor! Jaxon ya no tarda en llegar. —Digo y éste, se va corriendo hacia dónde había dicho.
—¡Katrina! —Escucho a Jaxon gritar, por lo que, me voy media vuelta y en un par de segundos más, éste, aparece por la entrada de las duchas. —¡Ahí estás! —Sonríe, adentrándose al lugar.
—Hola Jaxon. —Digo con una sonrisa nerviosa en los labios.
—¿Ya te duchaste? —Pregunta. —Me quedé un poco angustiado por dejarte aquí sola con estos monjes que apenas conocemos. Además, con todo el rollo de los encapuchados, me dio miedo por ti y quise saber si estabas bien. —Llega a mi lado y me toma las manos delicadamente.
—Estoy bien, aún no me ducho. Estaba a punto de hacerlo cuando llegaste. —Hablo, tratando de ocultar mis nervios.
—Bueno, date una ducha entonces. —Se sienta en la banca de madera dónde tengo mi ropa y mi toalla. —Yo me quedo aquí esperándote y vigilando que nadie venga. —Inclina su esplada hacia atrás, pegándola a la pared y cruzando sus brazos sobre su pecho.
—No, está bien, no te preocupes, yo no me tardo. —Sonrío de medio lado.
—No hay problema, yo te espero. Además, así podré disfrutar de las vistas. —Muerde su labio inferior en tanto arquea una ceja.
—¡Jaxon por favor! —Digo, sintiendo, cómo mi rostro se torna rojo, al saber, que el monje estaba escuchando toda esta conversación.
—Vamos Katrina. —El chico de los ojos verdes, se levanta de la banca y camina hacia mí. —Hace días que no tenemos nada, ahora, podemos aprovechar que tu papá no está rondando y darnos un poco de cariño. —Me mira de una forma muy sensual, colocando sus manos en mi cintura y hablándome fuertemente hacia él. Mi cuerpo, choca con el suyo y yo miro hacia arriba para poder mirarle a la cara.
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Vontrom Wolfrahan ©
Hombres Lobo[Tercer Libro] Se dice que la venganza te consume el alma, pero... ¿Qué te puede consumir cuando ya no tienes una? ¿Cuando has sufrido lo suficiente cómo para que la luz en tu interior de desvanezca, cuando te han pisoteado tanto, que ya no sientes...