Capítulo 32

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Luego de una buena conversación con mi padre y los chicos, todos, decidimos que nos marcharíamos del templo para ir en busca de Vontrom; pero no ahora. Esperaríamos al menos una semana para así prepararnos bien para el viaje; tanto mentalmente, como con alimentos y artículos de primera necesidad.

Austin, quería que Cristal se quedase en el templo para que así, ésta estuviera a salvo; pero la chica se negaba rotundamente. Lo mismo pasó con Amaru, el monje, le rogó a Dawa que lo dejara acompañarnos, pero éste no se lo permitió.

Los siguientes días fueron tranquilos. Austin le estaba dando las clases "privadas" de Tai Chi a Cristal en las tardes. Según Austin, la chica había mejorado bastante su técnica, aunque decía, que su derecha un poco... bueno, bastante mala. Me río solo de recordarlo.

Parece que estos estaban más unidos últimamente. En ocasiones, se les veía hablando solos en medio de los pasillos; como también, luego de la cena, Austin la solía ayudar a lavar los platos y demás, pero después de ello, rara vez sabíamos dónde estos se metían. Muy extraño la verdad.

En cuanto a los chicos, pudimos convencer a Wesley de ir a nuestra aventura hacia Vontrom y no quedarse aquí en el templo. Eso sí, Carlos tuvo que prometerle que si apuñalaban a alguien en la esta travesía, sería a él y no a mismo Wesley; lo sé, es ridículo, pero, estamos hablando de Wesley, nada más se puede esperar.

—No puedo creer que Dawa te negara ir con nosotros. —Dice Wesley mientras mira a Amaru, quien está sentado a su lado en el suelo sobre un pequeño colchón de meditación. Los demás, haciendo un círculo también sentados a su alrededor en la sala de meditación interna del templo.

—Lo sé. —Suspira Amaru, colocando una expresión de tristeza en su rostro. —Dice que está no es mi pelea. —Hace una mueca de desaprobación con la boca.

—En eso tiene razón. —Responde Justin. —Con nosotros solo vas a encontrar problemas. Es mejor que te quedes aquí en el templo y continúes con tus estudios de Tai Chi. —Amaru mira el suelo sin decir una sola palabra.

—Nos harás mucha falta, Amaru. —Le miro con una sonrisa de medio lado en mi rostro. Frunciendo un tanto mis labios al mi corazón sentirse triste por el monje a quién sin saberlo, le había tomado mucho cariño.

—Pero, ¿por qué simplemente no hace lo que él quiera? —Pregunta Sam mirando a Amaru, quién sube su mirada hacia el chico. —Si el quiere ir... ¡que venga! ¿Por qué tiene que escuchar a un viejo monje? ¿Por qué no solo levantarse, tomar sus cosas y salir con nosotros con la frente en alto por la puerta principal? —Dice, y todos nos quedamos en silencio sin saber en realidad qué decir o qué contestar.

Amaru era un chico muy cultural y chapado a la antigua. Él no desobedecería las órdenes de Dawa; estoy segura de que él no dejaría de acatar las reglas del templo por solo ir tras una aventura con nosotros. Amaru le era muy fiel a su gente, a sus culturas y tradiciones... a Dawa.

Un incómodo silencio se apoderó de la habitación inmediatamente tras aquellas palabras salir de la boca de Sam. Amaru, con su mirada en el suelo mientras jugaba con el ruedo de su túnica.

—Amaru cuidará de Cristal aquí en el templo. —Habla Austin repentinamente. Cristal, le mira con el entrecejo fruncido.

—¡Ya te dije que yo no me quedaré en el templo! —Refunfuña Cristal, cruzando sus brazos sobre su pecho.

—¡Sí, sí lo harás! —Dice Austin, mirándola de reojo. —Es muy peligroso todo esto para ti. No quiero ponerte en riesgo, no quiero que estés en peligro. —Murmura aquellas últimas palabras.

—¡No me importa si es más peligroso allá afuera, Austin! —Cristal se para del suelo y mira a Austin fijamente. El chico, evitando la mirada de Cristal a toda costa. —Yo quiero estar con ustedes porque me siento segura estando en su compañía; porque... ya los considero a todos cómo mi familia... como, ésa familia que nunca tuve. —Baja su mirada al suelo y suelta un suspiro. Sus manos se juntan frente a su regazo y ésta comienza a jugar con sus dedos. Austin, sube su mirada y observa a Cristal. La chica, comienza a sollozar y Austin se para del suelo rápidamente.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora