Amaru y yo nos quedamos helados mirándonos el uno al otro mientras nuestros corazones palpitaban a una velocidad increíble.
Siento, cómo cada vello de mi cuerpo comienza a erizarse en tanto un sudor frío empieza a bajarme por mi espalda.
Dawa estaba parado justo frente a nosotros luego de habernos dicho que sabía exactamente lo que ocurría entre nosotros... lo que ocurría, entre Amaru y yo...
Pero, ¿qué quiso decir con eso?
Una sensación de miedo y desesperación comenzaron a invadirme. Miedo de que se haya enterado de todo; miedo, a que sepa nuestros secretos y nos eche a todos a la calle.
¿Sabrá que Jaxon entró a mi habitación?
Acaso, ¿se enteró de que Amaru y yo nos besamos anoche en su recamara?
Demasiadas cosas pasaban por mi mente en estos instantes. Demasiados miedos acumulándose dentro de mí con la expectativa de no saber lo que pasará.
—¡Se exactamente lo que sucede con ustedes dos! —Dawa se nos queda viendo fijamente, sus manos, dentro de las mangas de su túnica color naranja. —Ustedes dos no se llevan bien. —Dice con una leve sonrisa en los labios.
Mi corazón bajó hacia mis piernas y subió a mi pecho nuevamente en tan solo unos instantes. Un suspiro de alivio abandona mis entrañas en tanto escucho cómo Amaru suelta una gran bocanada de aire a mi lado.
—Amaru, sabes bien que aquí en el templo, siempre tenemos como regla el llevarnos bien entre todos y siempre intentar mantener la paz y la armonía. —Dawa dirige su mirada directamente a Amaru, quién baja su mirada al suelo y cierra los ojos por unos instantes. Su respiración y pulso cardíaco, acelerados; pero éste, trata de ocultarlo a toda costa.
—Lo lamento señor Dawa. —Su voz es temblorosa... nerviosa.
Amaru sube su mirada lentamente hacia el monje y le mira con pena y respeto. En sus ojos, se puede notar la gran devoción que éste le tiene a su superior. La obediencia y deferencia que siente hacia él, la gran admiración que le posee.
—La señorita Katrina y yo estamos concientes de ello, y le aseguro que actualmente nos encontramos trabajando muy duro en mejorar nuestra relación tutor-aprendiz. —Inclina la cabeza en forma de reverencia en tanto une las palmas de sus manos y las coloca frente a su rostro, tal como si estuviera rezando.
—No dudo de ello. —Dawa sonríe mientras sus mirada va a la mía. —Amaru es uno de nuestros monjes más devotos y confiables. —Murmura mirando con la esquina del ojo a sus alrededores, como asegurándose de que otro monje no le escuchase.
Amaru se endereza y le mira fijamente a los ojos por algunos segundos. La expresión en su rostro es de asombro al escuchar aquellas palabras salir de la boca del monje.
—Yo... —Amaru tartamudea y parece quedarse sin palabras. —Es un honor para mí que usted piense de esta manera mi señor. —El chico vuelve a hacer reverencia.
—Te lo mereces. —Dawa, saca una de sus manos de entre las largas mangas de su túnica naranja y la posa sobre el hombro del chico, quién alza su mirada nuevamente hacia el monje. —Siempre has sido un ejemplo a seguir para tus compañeros. Siempre tan servicial y atento a todo lo que conlleva ser un monje ejemplar. —Dawa le da una palmada en el hombro, seguida por una sonrisa. Unos incómodos segundos de silencio se apoderan de nosotros.
Segundos, que para mí, parecieron ser toda una eternidad.
—Bueno señorita Katrina... —Dice Dawa, dando dos pasos hacia atrás y volviendo a colocar sus manos dentro de las mangas de su túnica, frente a su pecho. —La dejo seguir con la práctica de Tai Chi. Está en buenas manos. —Comienza a caminar y a alejarse de nosotros, para luego, voltear un poco el rostro y darnos una última mirada sobre su hombro derecho. —Dele una oportunidad a Amaru, él tiene muchos conocimientos que le vendrían bien. Él puede ser la razón por la que el destino la trajo a este lugar... quién sabe. —Sonríe de labios cerrados, para luego, continuar su camino entre los demás monjes que practicaban y perderse de nuestro rango de visión al salir del patio y dar una vuelta en dirección hacia el templo.
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Vontrom Wolfrahan ©
Werewolf[Tercer Libro] Se dice que la venganza te consume el alma, pero... ¿Qué te puede consumir cuando ya no tienes una? ¿Cuando has sufrido lo suficiente cómo para que la luz en tu interior de desvanezca, cuando te han pisoteado tanto, que ya no sientes...