Unas semanas habían pasado, y puedo decir, que todo iba de maravilla en el templo.Cristal, se había acoplado muy bien a las normas y rutinas diarias de los monjes. Ésta, era muy inteligente y cariñosa; todos se estaban llevando bien con ella. Incluso, creo que Cristal pasó a ser la favorita de Dawa, los exquisitos platillos que nos preparaba en la cocina, habían robado el corazón de todos en el templo.
Y, hablando de corazones robados; Austin había estado más alegre y contento desde que Cristal estaba con nosotros.
Ahora, lo veías salir de su habitación bien arreglado, con su ropa bien limpia, y todo peinado. Los chicos le molestaban por ello. Inclusive, ahora mismo lo estaban haciendo.
—¡Hueles más que una panadería cuando se les quema el pan! —Dice Wesley, sentado a la mesa del comedor mientras toma un pedazo de carne del plato. Austin, a penas llegando junto con mi papá y sentándose.
—¡Cállate idiota! Solo me di un baño, es todo. —Austin se sienta junto a Justin, quién no dice nada, pero le mira con una sonrisa pícara en el rostro.
—Un baño de los buenos. De esos que te aseguras de limpiar bien aquello que crees que van a oler luego. —Wesley sube y baja sus cejas rápidamente, mirando a Austin con una sonrisa muy graciosa en los labios.
Austin, le da una mirada matadora que hace que Wesley levante sus manos al aire en son de paz.
—Vamos, dejen al chico quieto. —Dice Justin con algo de risa en su voz. —Ya lo han molestado lo suficiente. —Habla mientras corta con un cuchillo la carne sobre su plato.
—Hasta que no acepte que le gusta Cristal, éste pendejo no dejará de joder. —Sam señala a Wesley con su tenedor mientras habla con la boca llena. Wesley le saca el dedo de en medio.
—No lo aceptaré porque no me gusta. —Austin contesta muy tranquilo; sin quitar su vista ni un segundo de su plato de comida.
Todos se quedan callados, pero se escuchan unas cuantas risitas incrédulas por lo bajo. La mía es una de ellas.
—¡Mira, ahí viene Cristal! —Dice Carlos y todos vemos cómo Austin rápidamente levanta su mirada.
Sus ojos, abiertos como dos lunas llenas, buscando a la chica en los alrededores, pero, ésta no estaba. Carlos comienza a reír.
—¡Y eso que no le gusta! ¡Casi se le sale un ojo! —Carlos ríe más fuerte.
—No es gracioso, Carlos. —Austin le mira con los ojos entreabiertos. Éste, da un pequeño golpe a la mesa con los utensilios que tenía en sus manos. Todos miramos.
—¡Ya, ya! Lo siento, ¿sí? No pude evitarlo. —Responde Carlos con una sonrisa juguetona en el rostro. Éste, continúa con su comida.
—Hacen que pierda el apetito. —Dice, levantándose de la mesa molesto listo para irse.
—¿Ya te vas? Pero si a penas estamos aún colocando la mesa. —Se escucha la voz de Cristal y todos volteamos a ver.
—Bueno, yo... —Tartamudea Austin al tenerla frente a frente a él. La chica, con un cuenco repleto de ensalada en sus manos.
—Vamos, siéntate que aquí les traigo la ensalada. —Le rebasa, para colocar aquel cuenco de verduras, lechuga y otras cosas mezcladas; sobre la mesa. Los monjes de al lado rápidamente comenzaron a servirse.
—Sí, está bien. —Asiente Austin volviendo a su lugar. Cristal, se sienta frente a mi, a un lado de Wesley y un monje del templo.
—¿Y cómo está la comida? —Sonríe la chica, tomando un plato vacío y comenzando a servirse.
ESTÁS LEYENDO
Vontrom Wolfrahan ©
Lobisomem[Tercer Libro] Se dice que la venganza te consume el alma, pero... ¿Qué te puede consumir cuando ya no tienes una? ¿Cuando has sufrido lo suficiente cómo para que la luz en tu interior de desvanezca, cuando te han pisoteado tanto, que ya no sientes...