Observo al chico que tengo parado frente a mí; mis pupilas, fijas en él mientras éste, me observa fijamente.
—Buenos días señorita. —Inclina la cabeza un poco y me regala una sonrisa.
—Buenos días. —Le respondo, parándome fría a su lado.
En ése momento, Dawa habla.
—Pueden comenzar con la práctica, y ya saben monjes, no sean muy duros con ellos. —Sonríe Dawa; sus dos manos, detrás de su espalda. Todos los monjes, dicen "sí" a la misma vez, en tanto éste, se da media vuelta y se marcha.
Inmediatamente, los monjes, incluyendo a Amaru, se ponen frente a frente de su pareja.
Veo, cómo el chico, coloca su puño cerrado derecho en la palma de su mano izquierda, inclinándose y haciendo una leve reverencia.
—Nunca he peleado con una chica. —Dice, subiendo su mirada lentamente hasta que esta choca con la mía. —Espero no faltarle el respeto, señorita. —Se endereza.
—Puedes llamarme por mi nombre, Katrina. —Le digo, al escuchar que éste siempre me dice señorita.
—¿Está segura? No quiero ser irrespetuoso hacia su persona. —Veo, cómo la expresión de su rostro cambia a una de preocupación.
—No me faltas el respeto por llamarme por mi primer nombre. —Río levemente. —Mira, para hacerlo más oficial, me voy a presentar adecuadamente. —Sonrío y le extiendo mi mano hacia él. —Mi nombre es Katrina Mcfan, mucho gusto. —Le miro con una sonrisa en los labios, éste, me observa perplejo. Sus ojos, clavados en mi mano fijamente.
—Lo siento, pero, no puedo aceptarle el darle un saludo de mano, señori... digo, Katrina. —Me mira serio, los demás chicos y monjes, ya practicando el Tai Chi.
—¿Por qué? —Pregunto con el entrecejo fruncido por la confusión.
—No tenemos permitido tocar a las chicas. —Dice, bajando su mirada al suelo por algunos segundos. —Solo, nos dieron permiso de hacer contacto contigo cuando peleemos o en caso de emergencia. —Dice, y yo me quedo perpleja.
En ése momento, veo, como Dawa se acerca a nosotros y se para a nuestro lado.
—¿Sucede algo? —Pregunta Dawa con las manos tras su espalda.
—No maestro. —Amaru, inmediatamente inclina su cabeza en reverencia. —Ahora mismo comenzaremos. —Mira a Dawa con su rostro aún inclinado.
—¡Perfecto! —Asiente Dawa levemente, para luego darse la vuelta y marcharse.
—¿Estás lista? —Pregunta Amaru y yo asiento.
—¡Sí, hagámoslo! —Sonrío.
Veo, cómo Amaru se coloca en una posición defensiva, pero, muy diferente a la que los chicos y yo solíamos adoptar cuando peleábamos.
Yo, me coloco en posición defensiva, pero, aquella que ya sé por defecto. De pronto, Amaru, da un paso hacia adelante, se agacha en tan solo un segundo, logrando tumbarme al suelo con tan solo pegarme con su pierna en las mías y lograr desbalancearme.
Desde el suelo, miro a Amaru, quién permanece muy tranquilo y aún en aquella misma posición... como si no se hubiera movido nunca. Inmediatamente, me paro de un salto y vuelvo a hacer mi posición de defensa, mirando a éste chico escurridizo atentamente.
—Volverás a caer. —Dice, mientras me mira fijamente.
—¡No lo haré! —Le digo segura.
—¡Sí, si lo harás! —Asiente. —Tu posición de defensa está errónea. —Habla y yo me quedo callada, mirándole seria.

ESTÁS LEYENDO
Vontrom Wolfrahan ©
Werewolf[Tercer Libro] Se dice que la venganza te consume el alma, pero... ¿Qué te puede consumir cuando ya no tienes una? ¿Cuando has sufrido lo suficiente cómo para que la luz en tu interior de desvanezca, cuando te han pisoteado tanto, que ya no sientes...