Capítulo 42

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***Capítulo Final***

Me quedo fría ante aquello.

¿Un lobo alpha? ¿Acaso eso existía?

Había escuchado historias y relatos antiguos de la existencia de un lobo alpha, pero jamás pensé que fuera real. Pensaba que era solo un cuento de los adultos inventado para asustar a los niños, una historia que solo nos las contaban los abuelos para que nos comiéramos toda la sopa antes de que viniera el lobo alpha y nos llevara.

Por intuición, doy un paso hacia atrás al escuchar esto; mis ojos, clavados en aquel hombre.

—Tranquila, no te haré daño, ya te lo dije. —Mueve su cabeza en negación. —No tienes porque temerme.

—¿Qué... qué es usted? —Le observo de arriba a abajo; mi ceño fruncido.

Tenía demasiadas dudas; demasiadas preguntas...

¿Qué era un hombre lobo alpha y qué lo hacía ser... eso?

¿Cómo no temerle a algo que no sabes lo que es?

¿Cómo no tenerle miedo... a algo que no sabes de lo que es capaz?

¿Qué significa ser un lobo alpha?

¿Qué implicaba serlo?

—La pregunta aquí no es quién yo soy, sino, quién eres tú... —Se levanta lentamente de su trono, yo, vuelvo a retroceder unos cuantos pasos; el filo de la escalera tras mis talones.

Veo, como éste comienza a acercarse a mí lenta y pausadamente. Mi respiración cominza a agitarse nuevamente en tanto un escalofrío recorre mi espina dorsal.

Éste, comienza a extender su mano hacia mi rostro; yo, inclino mi cuerpo hacia atrás en tanto muevo mi cabeza hacia un lado. La mano de Ronwer hace contacto con mi rostro, sujetando mi quijada delicadamente en tanto ejerce una leve presión y mueve mi cara de lado a lado con suavidad; observándome en silencio por algunos segundos.

—He esperado tanto para esto... —Suelta un suspiro; sus ojos clavados en mí. —Un siglo entero esperando a que nacieras niña... cien años de ser paciente, de tener calma... cien años... de extrañarla. —Su mano abandona mi rostro y lo veo girar su mirar hacia una esquina en la habitación; yo, trato de mirar con la esquina del ojo, pero, no logro ver nada.

Despacio, Ronwer se aleja de mí, me da la espalda y empieza a caminar hacia aquel lugar de la habitación. Yo me quedo atenta, expectante.

—Katrina... —Habla mientras se aleja. —¿Alguna vez has tenido algo que se te sido arrebatado de la peor manera? —Detiene su andar frente a unas puertas de dos hojas de color azul. Éste, coloca su mano sobre la superficie de ellas, a la vez, que su frente hace contacto también; sus ojos cerrados.

Me quedo callada sin responder a aquello; claro que había perdido algo, o mas bien... a alguien. Mi madre me había sido arrebatada por los encapuchados... por los Victorian, por aquellos seres, de los que he jurado vengarme y no me había sido posible.

—A mí se me arrebató lo más presiado que tenía en la vida. —Hace un movimiento con sus manos, y uno de los encapuchados que está cercano se acerca rápidamente. —Aquello por lo que el respirar cobraba sentido... aquello, por lo cual mis días tenían luz. —Habla, mientras el encapuchado comienza a abrir esas puertas azules. —Me arrebataron mi razón de vivir...

Al el encapuchado abrir aquellas dos puertas, un humo blanco comienza a salir de dentro de la habitación; a los pocos segundos, un aire frío se apodera del altar y es ahí que sé, que no se trataba solo de un simple humo.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora