Capítulo 24

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Todos nos quedamos perplejos observando a Wesley fruncir sus ojos y comenzar a moverse sobre aquella cama.

Unos pequeños segundos de silencio inundaron la habitación por completo.

—¡Wesley! —Grita Sam rompiendo con aquel momento en el que todos estábamos simplemente helados y viendo cómo Wesley abría lentamente los ojos. Yo, salto de la cama y corro hacia dónde está el chico, los demás, hacen lo mismo.

—¿Qué mierdas pasó? —Wesley habla con un poco de dificultad en tanto pasa su mano lentamente por su rostro.

—¡Saliste de las garras de la muerte! —Habla Sam con un nudo en la garganta. —¡Eso fue lo que pasó! —Dice, en tanto ayuda al chico a sentarse en la cama.

—¡Jaxon, llama a los monjes para que vengan a verificarlo! —Dice Justin, Jaxon asiente parándose inmediatamente del suelo y saliendo del cuarto a toda prisa.

—Has estado inconsciente por... —Sam mira hacia el techo de la habitación mientras sube su mano y comienza a frotarse la barbilla, pensando. —No sé cuanto pero, has estado ahí tirado como un saco de patatas por un buen tiempo. —Sonríe de medio lado observando a Wesley pasarse las manos por su cabello en tanto mira a sus alrededores.

—¿Y dónde mierdas estamos? —Pregunta el chico un tanto perdido y confundido.

—Es una larga historia, pero tranquilo... —Sam posa su mano sobre el hombro del chico con una sonrisa cálida en el rostro. —Te la contaré toda. —Suspira, sus ojos, cristalizados.

En ése momento, la puerta de la habitación se abre estrepitosamente y vemos a Dawa junto con otros dos monjes pasar por ella.

—¡Despertó! —Dice Dawa con mucha emoción.

—¿Y quién es éste? —Murmura Wesley sin quitarle los ojos al monje. Su mirada, recorriéndole entero de arriba a abajo.

—Hola, un gusto soy Dawa, el monje encargado de este templo. —Dawa, da un paso hacia adelante en tanto saca sus manos de entre las mangas de su túnica naranja y las extiende hacia el chico.

—Hola... —Dice Wesley con un tono de duda en su voz, extendiendo su mano y correspondiéndole el saludo a Dawa. Mientras, los otros dos monjes comienzan a verificar a Wesley con una serie de instrumentos médicos.

Luego de algunos minutos, los monjes terminaron de analizar la salud de Wesley, y aparentemente, éste estaba totalmente saludable.

Los chicos y yo, comenzamos a explicarle a Wesley todo lo que había ocurrido desde que éste quedó inconsciente. Todos los eventos que se había perdido, como también, en dónde estábamos y quiénes eran estos hombrecitos de túnicas naranjas.

Wesley, no podía creer cómo fue que de todos los lugares posibles, vinimos a terminar en un templo de monjes, pero, la verdad era que yo tampoco.

Todos, incluyendo a Austin, Lian y los demás, vinieron a ver a Wesley y a saludarle, eso sí, hasta que Dawa nos echó de la habitación para dejarle descansar y no abrumar al chico con tanta información repentina.

—Me alegra mucho que Wesley haya regresado. —Digo a los chicos que están conmigo fuera de la habitación, con una sonrisa en los labios.

—Sí, era la pieza faltante en nuestro grupo. —Sonríe Lian con una expresión de alivio en el rostro. —Ahora, ya todos estamos completos. —Suspira.

En ése mismo momento, las campanadas del templo comienzan a sonar, indicando que la hora para la meditación iba a empezar.

Un pequeño escalofrío recorrió mi espalda al saber, que probablemente tendría que volver a meditar. Con la experiencia que tuve la última vez, no es que me queden muchas ganas de intentarlo de nuevo.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora