Capítulo 22

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Mis ojos se quedan clavados sobre Amaru como dos orbes gigantescas; mi corazón, palpitando cerca de mi garganta, en tanto mis nervios, comienzan a tornarse a mil.

—Disculpa, no vi por donde iba. Creo... que estoy un poco distraído. —Dice Jaxon, con una sonrisa en los labios, rodeando a Amaru y siguiendo su camino hacia su habitación.

Veo, cómo los ojos del monje, van a los míos y nuestras miradas se cruzan de aquella manera.

—Pero... —Tartamudea Amaru, viendo, cómo Jaxon se esfumó en la lejanía del pasillo, prestándole nada de importancia a que éste lo había descubierto saliendo semidesnudo de mi habitación a altas horas de la madrugada.

—¡Amaru... yo lo puedo explicar! —Digo, en un intento de convencer al monje, que lo que estaba pensando, en realidad no había sucedido, aunque todos sabemos que sí pasó.

—No necesito saber nada, con lo que vi es suficiente. —Extiende la mano hacia mí, volteando su rostro lejos de mi mirada y comenzando a caminar por el pasillo, alejándose de mi habitación. Yo, comienzo a caminar en su dirección, cerrando la puerta tras de mí al salir.

—No es lo que piensas. —Digo mientras le sigo por el pasillo, llegando a su lado y caminando junto a él. Éste, sin detenerse en ningún momento o voltear a mirarme.

—¿No es lo que pienso? —Veo, que éste se voltea abruptamente y me mira directamente a los ojos con una sonrisa sarcástica en los labios. —Vi a Jaxon salir semidesnudo de tu habitación mientras que tú, también estás en fachas menores. —Bufa. —¿Qué es lo que vas a negar? —Se da media vuelta, tomando el pomo de la habitación que está frente a él y lo gira.

—¿Qué vas a hacer? —Le miro empujar la puerta de lo que parece ser su habitación, y comenzar a adentrarse en ella. —¿Le vas a decir a Dawa? —Digo, viendo, cómo éste se detiene y me mira sobre su hombro, su mano, aún sobre aquella perilla.

—Lo siento Katrina, pero, es mi deber decirle a Dawa lo que mis ojos han visto. —Suspira. —En cuanto la campana suene, iré a hablar con él. —Me da la espalda y comienza a caminar hacia dentro de la habitación.

¡No permitiré que le diga a Dawa!

¿Por qué tiene que decirle?

¿Por qué no solo, guarda éste pequeño secreto entre nosotros y hacemos como si todo esto nunca hubiera pasado?

Antes de que Amaru cerrara la puerta por completo, yo, corro hacia ella la detengo y me cuelo a su habitación.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunta Amaru al verme adentrarme a su cuarto y cerrar la puerta tras de mí.

—No puedo quedarme de brazos cruzados sabiendo que le dirás a Dawa. —Arrincono mi espalda de la puerta de madera, mis manos, tras mi cintura.

—¡Me meterás en problemas si alguien te ve aquí conmigo! —Respira agitadamente. —¡Me podrían echar del templo para siempre! —Dice nervioso.

—Bueno, pues es tu culpa por ser tan chismoso y querer decirle a Dawa que Jaxon estaba en mi habitación. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y le miro con los ojos entreabiertos.

—¿Ahora es mi culpa que tú metas a tu noviecito en tu habitación y alguien te descubra? —Lo noto un poco irritado. —¿Qué crees que hubiera pasado si alguien más te descubriera? —Se queda callado por algunos segundos. —¡Exactamente, los mimo! Le hubieran dicho a Dawa. —Frunce los labios y suelta un quejido de coraje.

—Y es por eso que estoy aquí... —Separo mi espalda de la puerta y doy un paso hacia él, éste, da dos pasos para atrás. —Porqué, fuiste tú el que me viste, y como eres quién me entrenas, pues, pienso yo que puedes ayudarme en eso y no decir nada. —Le miro fijamente. —Solo será un pequeño secreto, no es que vas a ir al infierno por ello. —Bufo.

Vontrom Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora