Capítulo Seis

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                           Jason

Me he quedado mirando el lugar por donde se fue la rubia odiosa. No puedo creer que me dijera que soy un fácil, no es tan así.

O sea no tengo relaciones con todas las chicas, tampoco soy un promiscuo. Sin embargo noté que aunque parece que no le agrado, está muy pendiente a mi. Tanto como para darse cuenta cuantas chicas se acercaron a la mesa a lo largo de la semana.

Debo admitirlo, esa rubia odiosa que viste como si fuera a la semana de la moda y no a la universidad, me gusta y me gusta muchísimo.

Pero le tengo que demostrar que no soy tan fácil como cree. Y lo haré haciendo algo que alguien como ella, acostumbrada a la atención y a que todos mueran por ella, no tolerará. La ignoraré de hoy en adelante.

Mientras camino hacía mi auto, la sanguijuela mayor se me acerca. Jen es la mejor amiga de mi primo Justin, es una pelinegra ojiazul muy bonita, pero que es un dolor en los huevos de esos que son muy intensos, Justin y ella han sido amigos por años y ella parece una sanguijuela que siempre está pegada a él, en fin son inseparables. También fueron novios en la adolescencia, pero al final ambos se dieron cuenta que se querían más como amigos y de hecho se tratan como hermanos.

—¿Que quieres? —le pregunto mientras se acerca a dónde estoy, lo hace con una sonrisa algo sospechosa y no está insultándome lo cual ella ama hacer, así que debe querer algo de mi.

—Necesito que me lleves a casa, hoy no traje mi auto y no pienso irme con Justin y su novia la bruja.

—¿Y por que debería llevar a casa a alguien que no para de molestarme? Debería dejar que te vayas con Justin y su muy, muy agradable novia.

—Vamos Gigolo, no seas tan malo.

—Ya te dije que no me llames así.

—¿Por qué no te gusta? Si le hace honor a tu forma de vida.

—No te llevaré a casa, mejor busca a Justin, pide un Uber o llama al chófer de tu casa, no te soporto.

—Prometo no volver a decirte gigolo e invitarte a algo de comer, pero llévame a casa. —dice poniendo los ojitos del gato con botas y haciendo un puchero ridículo.

—Te ves muy ridícula rogando, que sepas que te llevo porque se que pasar unos minutos en el mismo auto con esa bruja no es fácil, pero no por tu ridículo puchero, además mantén la boca cerrada o te dejaré en medio del camino.

—Si señor. —dice fingiendo un saludo militar, para luego dirigirse a mi auto y esbozar una sonrisa de victoria.

Maldita.

Cómo era de esperarse Jen alias la sanguijuela no cerró la boca en todo el camino, no dejaba de decirme que era un gigolo y que seguro con todas las chicas con las que había estado llenaba un estadio. Entonces me di cuenta que ese es el concepto que tenían los demás sobre mi, que era un mujeriego, era lo que pensaba Jen, lo que pensaba Mónica y Mason y lo que pensaba la rubia odiosa y no iba a negar que había estado con muchas chicas, pero tampoco como para llenar un estadio.

Estuve tentado a dejar a la sanguijuela a mitad de camino, pero Justin me mataría si dejara a la insoportable de su mejor amiga votada.

—No entiendo como Justin te soporta.

—Porque soy genial, obvio.

—No eres genial, eres molesta, hablas demasiado y eres una chismosa que quiere saberlo todo.

—No soy chismosa, solo te pregunté a cuantas chicas te has follado.

—¿Te gustaría que yo te preguntara eso?

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