Capítulo Veinte

217 29 2
                                    

                              Jason

Carla pareció perder la capacidad de hablar por unos segundos. Abrió y cerró la boca como pez fuera del agua en repetidas ocasiones, sin poder formular palabra alguna y hasta se le escapó un suspiro.

—Pensé que habías dicho que lo que pasó entre nosotros no había sido para tanto.

—Creo que fue muy obvio que mentí. No solo me gustó, me encantó y no he podido dejar de pensar en eso. Menos ahora que te veo con ese sexy traje de baño, créeme que he imaginado todas  las formas en las que podría follarte, muñeca.

Acorté la distancia que nos separaba y la miré a los ojos, esos bonitos ojos que ahora estaban un poco oscurecidos. Sabía que yo no le era indiferente a Carla, ella no parecía ser de las chicas que follaban por follar y lo había hecho conmigo. Lo había querido tanto como yo y lo había disfrutado tanto como yo lo había disfrutado.

—¿Que haces? —preguntó en un hilo de voz, mientras yo seguía acortando la distancia para llegar a sus labios. Quería besarla. No, necesitaba besarla y que tuviera sus labios entreabiertos, me dijo que ella también lo quería.

—Voy a besarte, muñeca, si no quieres que lo haga es tu oportunidad para alejarte o pedirme que me aleje.
—pero ella no se alejó ni me pidió que lo hiciera, esa fue mi señal para acortar la poca distancia que nos separaba y volver a juntar nuestros labios. Carla no tardó en acoplarse al beso que si bien comenzó siendo lento, empezó a tornarse más intenso, ella rodeo mi cuello y yo acuné sus mejillas. Solo me separé de sus labios cuando nos faltó el aire, pero entonces dejé besos húmedos en su cuello que la hicieron arquearse.

—Creo que deberíamos ir a un lugar más privado, muñeca. —ella solo asintió entonces ambos nos pusimos de pie, antes de que ella pudiera sopesarlo, la alcé haciendo que sus pies rodearan mi cintura, yo mientras afianzaba mi agarre tras sus muslos para evitar que se resbalara.

Caminé con ella cargada hasta una habitación que estaba al final del pasillo, había venido a muchas fiestas en la casa de los mellizos y sabía que nadie usaba esa habitación. Así que entré. Como imaginé estaba vacía, cerré la puerta con seguro porque no quería interrupciones y caminé con Carla hasta un escritorio. Tumbé todo lo que había sobre el y la coloqué sobre el escritorio con las piernas abiertas.

—Nunca había visto esta habitación antes. —dijo mirando alrededor.

—No vamos a hablar de esta habitación ahora, muñeca.

—¿Aquí traes a...?

Sabía a dónde se dirigía la conversación, así que volví a unir nuestros labios, solo quería besarla, tocarla, sentirla. No hablar de si  había traído o no más chicas aquí, aunque la verdad es que no había traído a nadie a esta habitación específicamente. Sin embargo la verdad es que la casa de Mónica y Mason había sido testigo de muchos de mis encuentros. Pero eso ya no importaba

Centré toda mi atención en la rubia hermosa y dispuesta frente a mi. Disfruté de la suavidad de sus labios, lo tersa de su piel y su olor a vainilla que me embriagaba cada que se acercaba. Dejé de besarla cuando sentí que mis pulmones me reclamaban algo de aire, le besé el cuello y llevé mis manos hasta el sostén de su traje de baño. Liberé sus tetas y empecé a acariciar sus rosados pezones con mis pulgares haciendo que se le escaparan algunos gemidos nada discretos, ella tampoco se quedaba atrás, acariciaba mi miembro por encima del pantalón corto que traía, mi polla pedia a gritos que la liberara y que le diera trabajo.

Volví a llevar mis labios a los de Carla,  aproveché un gemido y mi lengua se abrió paso a su cavidad. Fui bajando mis manos desde sus tetas hacia su estómago y luego hasta su centro húmedo. Por encima de las bragas del traje de baño sentí lo húmeda que estaba, se sintió bien que mis caricias fueran las causantes de su excitación. Sin pensarlo más hice a un lado sus bragas y llevé mis dedos hasta su coño humedecido.

Mi Lugar Seguro 🔞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora